No voy a hablaros de mi período, ni intentar poner ejemplos propios de por qué son tan importantes los avances que presenta la reforma de la Ley del Aborto y la medida que se ha hecho lo suficientemente popular en el debate social como es la baja laboral por el dolor incapacitante que puede provocar a muchas mujeres la regla.
Hoy quiero hablar de las mejoras que se han aprobado recientemente en un anteproyecto de ley que acaba de ver la luz y que ha desarrollado una cadena de comentarios y reflexiones que dejan patente lo lejos que les queda a muchos este debate. Y me refiero concretamente a los comentarios que no paro de leer de hombres indignados por la baja laboral por dolor incapacitante por el período, destinada obviamente a las mujeres. Todos ellos se preguntan si nos aprovecharemos de este nuevo derecho para no ir a trabajar, que tendremos vacaciones menstruales cada mes, que cómo es posible determinar si el dolor es real o no lo es o qué desigualdad para el sexo masculino. Cuando, precisamente, desigualdad es querer hacer frente al día a día con ese dolor incapacitante en las mismas condiciones que la otra mitad de la población que no tiene ni tendrá nunca la menstruación.
Otro de los derechos que se contempla en este anteproyecto es la ampliación de muchísimos derechos de las mujeres como garantizar el acceso al derecho de abortar en el hospital público más cercano. Según los datos publicados, en España, de las 88.269 interrupciones voluntarias del embarazo notificadas en 2020, últimos datos disponibles, el 84,5% fueron realizados en centros privados. En esta línea, la ley garantizará la objeción de conciencia como un derecho individual y será regulada al igual que en la Ley de Eutanasia para garantizar que siempre haya personal disponible para la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Además, la reforma de la ley pone fin a la exigencia del consentimiento paterno para menores de 16 y 17 años, contempla un permiso retribuido desde la semana 39 del embarazo además de la baja laboral por reglas incapacitantes o la gratuidad de la píldora del día siguiente en los centros de salud. Y mucha educación sexual. Muchísima, ¡ya era hora! Por tanto, celebro que exista una estructura pública que garantice la libertad de decisión de las mujeres y el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de un Estado, determinan su posición en el mundo actual, un gobierno que da respuesta a las demandas de la ciudadanía, unas respuestas que en las democracias avanzan con mayor o menor resistencia frente a otros regímenes en los que estos derechos son violados tanto por la sociedad patriarcal como por la vía de los decretos o leyes.
La restricción de derechos, como hemos observado recientemente, también puede retroceder y ahí está el proyecto de sentencia sobre el que trabaja el Tribunal Supremo de EE.UU. para recortar el derecho al aborto. Aquí parece que damos por supuesto todo esto, cuando en el Congreso de los Diputados en la bancada de la derecha están a favor de la ley del latido del estado ultraconservador de Texas, y que establece que a partir de la sexta semana de embarazo ya no se puede abortar. Nada que ver, sin embargo, con la de otro como Alabama, en el que ya no se tiene en cuenta. Esto es muy preocupante que ocurra en el país que hizo de la democracia liberal una carta de presentación, por decirlo de alguna forma, del marketing que se hace desde la Casa Blanca durante casi un siglo sobre las ventajas de vivir en un país democrático y del porqué es mejor la democracia que cualquier otro sistema político.
También es bastante preocupante e incomprensible que en la reforma de la norma que garantiza la libertad de las mujeres y las hace protagonistas de su futuro no incluya la reducción del IVA a los productos de higiene menstrual, compresas, tampones y copas menstruales, mide que ayudaría a combatir la denominada pobreza menstrual que afecta al 22% de las mujeres según los datos de Igualdad.
Una lástima que las carteras que encabeza el PSOE dejen a un lado la eliminación de la tasa rosa, ese precio extra que pagamos las mujeres por los productos de higiene femenina. No sé si tiene mucho sentido subvencionar 20 céntimos el litro de gasolina para todo el mundo, sea rico o pobre, y que las mujeres nos quedemos de nuevo esperando a que nuestros productos de primera necesidad tengan un IVA reducido. Cuestión de justicia, cuestión de valentía política.