el interior de las cosas / OPINIÓN

Veranos sin veraneo

5/08/2019 - 

Sentir la sombra del Montgó despertándose, añorar su ascenso y su silueta protectora mientras escuchas el pitido de la vieja cafetera italiana que, desde la cocina, da el toque de realidad de un verano sin veraneo. Imaginando el mar y sus sonidos, Castelló, Benicàssim, Oropesa, la arena ardiente donde dormitar y dejarse llevar por los placeres efímeros de un día de playa. Imaginando el salitre adherido a la piel dejando su marca blanca y saludable, creyendo que dos niños reclaman a una madre para impedir que uno de ellos deje de rebozar en la arena al otro. Imaginando que saltamos juntos las olas, que tus manos se aferran a dos niños pequeños para no perderte, que tu sonrisa estalla cuando caes derribada y alguien se asusta, cuando arrastras a esos dos pequeños cuerpos a la orilla y los cubres con el calor de tu cuerpo y tus besos. 

Imaginando que hay otra niña y otro niño pequeño dando sus primeros pasos, mirando el nuevo mundo, descubriendo su diminuto mundo para mantener los ojos bien abiertos. Imaginando que vuelves a saltar las olas aferradas a otras dos manos menudas, y que ríes y que volvemos a caer derribados y alguien se asusta. Recordando que siempre volaba aquella sombrilla publicitaria mal instalada, aquella bolsa térmica con fruta, bocadillos y bebida, aquellos niños y niñas que fuimos, aquel merendero de Cullera donde se cocinaba la mejor paella y llisa del mundo, aquellas excursiones al Palmar, al Saler. Recordando que hace muchos años había un padre que también saltaba las olas y caía derribado, se reía, y alguien se asustaba.

Es preocupante que el interés por la lectura de nuestros representantes institucionales no incluya escritoras y escritores valencianos

Los cubitos playeros de plástico regresan a casa cargados de tellinas, de paseos de orilla mirando la arena, descubriendo conchas, pequeñas piedras y la fantasía de colores que produce el vidrio tras su paso por el agua marina. Un cargamento de ilusiones que después llenará la casa de recuerdos. Pero no hay sonidos infantiles, ni playas, ni olas, ni arena. Los primeros días de agosto se mueven entre las rutinas laborales y una ciudad perezosa. Las vacaciones se extienden a lo largo del año, aquellos meses de largo veraneo quedaron fijados en viejas fotografías. La ciudad ya no se vacía, se vuelve cómoda y tranquila, no se detiene, tan solo es un prolongado bostezo estival. 

Un grupo de vecinas comenta, en la terraza de un bar de una plaza mediterránea, los cambios que introduce la vida, las vacaciones que se perdieron, la necesidad de trabajar y la obligación de reducir el descanso. Las historias cotidianas de quien ha superado un grave intervención quirúrgica, de quien ha viajado al fin del mundo, de quien se ha ido para siempre, de la suciedad que pervive en las calles del centro histórico. La prensa ilustra a este grupo vecinal con los típicas noticias de agosto, las vacaciones de dirigentes y gobernantes, alguien maldice al considerar que no deben abandonar la primera línea política en tiempos difíciles. 

Uno de estos característicos reportajes mostraba qué libros leen los políticos de este pequeño país en verano. En el corrillo de terraza de bar se dudada de la capacidad de las personas que asesoran al trasladar las preferencias, así como si los políticos leen de verdad los libros que recomiendan y, lo más preocupante, entre tanto libro extranjero, ensayos, textos profundos y banales, solamente se hablaba de un autor valenciano y, además, ningún texto escrito en valenciano. Alarmante que el interés por la lectura de los representantes institucionales no incluya escritoras y escritores valencianos. Las redes sociales recogían ayer las críticas de editores y también de autores mostrando malestar ante la mala imagen de quienes deberían apoyar a un sector que atraviesa difíciles momentos.

Agosto no va a dar tregua ante lo que ya parece una precampaña electoral. Los días se están moviendo en la estrategia de explorar, sumar y hasta justificar las peores decisiones


Mientras, en tierras mesetarias, agosto no va a dar tregua ante lo que ya parece una precampaña electoral. Los días se están moviendo en la estrategia de explorar, sumar y hasta justificar las peores decisiones. Las encuestas de intención de voto, realizadas antes de los debates de investidura, ofrecen una clara victoria socialista y el posible regreso del bipartidismo. Al mismo tiempo muestran que el paro es la mayor preocupación ciudadana, creciendo la intranquilidad ante la inestabilidad política y el desasosiego ante la falta de de expectativas y esperanzas. Evolucionamos hacia tiempos tensos, inseguros, frustrantes, hacia nuevos ciclos y cambios que, deseemos, no destruyan los avances, los derechos y libertades, no destrocen la convivencia ni los sueños ciudadanos.