VALÈNCIA. La invasión a Ucrania por parte de Rusia ha removido unos cimientos que hasta ahora se antojaban inmutables. También en el sector cultural. No son pocos los centros artísticos que están cancelando actuaciones de creadores rusos, en gran medida por las dificultades para viajar derivadas del conflicto, como es el caso de la representación de La bella durmiente del Ballet Estatal Ruso, prevista para este mes en Xàtiva. Pero no solo por esto. Uno de los casos más relevantes fue el del Teatro de la Scala de Milán, que optó por prescindir del director de orquesta ruso Valery Gergiev por negarse a condenar el ataque de Putin. Los auditorios valencianos también han marcado posiciones ante una ola que está salpicando a numerosos espacios culturales en toda Europa. “No por una nacionalidad censuraremos a nadie porque dentro del mismo país puede haber gente con unas ideas y gente con otras [...] Sería tan injusto como si cuando España estaba bajo la dictadura franquista se hubiera metido a todos bajo el mismo prisma”, defendió la presidenta del Palau de la Música, Glòria Tello, hace apenas unos días. Tanto el Palau de la Música como Les Arts, de igual forma, han hecho guiños en las últimas semanas al pueblo ucraniano a través de distintas representaciones.
Esta anómala situación ha reabierto el debate sobre cuestiones tan importantes como el veto en la cultura y, por ende, la propia libertad. El Ministerio de Cultura, con Miquel Iceta a la cabeza, emitía esta semana un comunicado en el que instaba “a la suspensión de los proyectos e iniciativas en curso con la Federación Rusa, así como la cancelación de aquellas que se hubieran previsto y aún estuvieran pendientes de iniciarse”. Este jueves, en cualquier caso, matizaba: “Seguiremos leyendo a Tolstoi, a Dostoievski y a Turgueniev: sabemos distinguir perfectamente lo que es un Gobierno y lo que es un pueblo y la cultura”. Sin embargo, el goteo de cancelaciones continúa entre, en algunas ocasiones, la confusión de los gestores ante una situación con pocos precedentes.
Uno de los casos más sonados ha sido el de la Filmoteca de Andalucía, que cancelaba hace unos días la proyección del clásico Solaris, de Andréi Tarkovsky, ante “la delicada situación mundial”, amparándose en la posición de la European Film Academy (EFA). Cabe recordar que la Academia ha decidido excluir a las películas rusas de sus premios de este año al tiempo que ha brindado su apoyo "a cada elemento del boicot" promovido por la Academia de Cine de Ucrania al cine ruso. “Reconocemos y apreciamos a esos valientes cineastas en Rusia que se oponen a esta guerra. Pero en vista de un ataque brutal e injustificado, tenemos que apoyar a nuestros hermanos y hermanas en Ucrania cuyas vidas corren peligro”, expresaron en un comunicado.
Ante este clima, el Festival de San Sebastián, que celebra su 70ª edición el próximo mes de septiembre, ha dado un paso al frente emitiendo un comunicado en el que condena la “intolerable agresión” de Rusia y, al tiempo, subraya su compromiso con la democracia a través del “debate imprescindible” que se genera a través de la producción cinematográfica. Venga de donde venga. “Nuestros procesos de selección evalúan las obras cinematográficas de manera individual, nunca en función de la nacionalidad a la que estas pertenezcan, incluso cuando provengan de países con gobiernos que conculcan derechos fundamentales y así seguiremos haciéndolo en estos tiempos convulsos”, explican desde el festival, una de las principales voces culturales del país en el ámbito internacional.
“No podemos hacer responsable a la ciudadanía de un país de las decisiones de sus gobiernos. En muchas ocasiones, como ocurre con los miles de ciudadanos rusos que se están manifestando en contra de la guerra, no solo no están de acuerdo con las decisiones de sus gobiernos, sino que luchan contra ellas”, reza el comunicado, emitido este mismo viernes, un texto en el que subrayan el “poder” del festival como “altavoz de voces disidentes, que buscan expresarse artísticamente en países hostiles a este derecho, incentivando con ello debates democráticos de carácter internacional”. La posición del festival está clara: “Aquellas voces rusas que se oponen a la agresión cometida por su país siempre tendrán un lugar en el Festival de San Sebastián”.
La carta publicada por el festival ha sido clave en un ambiente de confusión generalizada, un texto que comparten los principales directores de festivales valencianos. “No vamos a vetar, siempre que las propuestas cumplan con los derechos humanos. No podemos hacer responsables a los ciudadanos y artistas”, reflexiona Sara Mansanet, directora del festival internacional de mediometrajes La Cabina. El encuentro se encuentra actualmente en una fase de recepción de proyectos, que finalizará el próximo mes de mayo, aunque ya cuenta con casi un centenar de propuestas, entre las que de momento no hay ninguna de origen ruso. Aunque así lo fuera, desde el festival se encuentran “alineadas” con el comunicado de San Sebastián, insiste su directora. Tal es el caso de Eduardo Guillot, director artístico de La Mostra de València, quien tilda de “impecable” el texto emitido por el festival vasco, una posición personal pues, ciertamente, el ámbito de trabajo del festival valenciano es el mediterráneo.
En similares términos se expresa la nueva directora del Humans Fest, Majo Siscar, quien subraya que el arte “es una manera de disentir, y en Rusia así se ha hecho históricamente tanto desde el cine como desde la literatura”. Aunque apunta a la “tristeza” que le genera que esta cuestión esté sobre la mesa, Siscar se muestra “agradecida” a San Sebastián por haber puesto negro sobre blanco una visión que comparte. “El cine genera puentes de comprensión, también con la identidad rusa, y esa es nuestra apuesta. Nunca nos hemos planteado el veto”. También desde Cinema Jove esperan poder "reflexionar" sobre el conflicto a partir de su programación de 2022.