Este verano he detectado una visibilidad mayor que otros años en las redes sociales, al menos en las que entran dentro de mi universo, sobre el mundo de los viajes solidarios, voluntariado solidario internacional , viajes responsables, etc. en cualquier caso son viajes que no cambian nuestras vidas.
Han sido reflexiones y críticas que me han llegado de profesionales en el mundo de la cooperación internacional con los que no puedo estar más de acuerdo. Son reflexiones de personas que habitan y viven inmersos esas realidades lejanas para otras personas que aprovechan el verano para visitarlas. Son reflexiones que vale la pena tener en cuenta y leerlas porque nos invitan a entender este tipo de viajes. Pero son reflexiones que hacen referencia a la parte negativa y mal trabajada de este tipo de viajes que existe y no escasea. Yo no pretendo ni defender ni demonizar este tipo de viajes pero si me gustaría matizar que hay otras maneras de trabajarlos con un impacto positivo tanto para quienes viajan como para quienes reciben estas visitas.
En mi opinión y desde mi experiencia me atrevo a manifestar que este tipo de viajes sólo son viajes que cubren necesidades individuales y que, si se trabajan bien, además de ser una vía de financiación, pretenden conseguir una sensibilización en las personas que participan en ellas. Eso sí, una sensibilización que no pasa por “cambiar nuestras vidas” o “ser más conscientes y vivir de una manera más responsable en nuestro entorno”.
Nuestras vidas las deberíamos observar y cambiar desde nuestro sofá sin la necesidad de ver las miserias o dramas que viven otras personas para valorar nuestro día a día. Aquí hay un problema de base.
Llevo ya muchos años vinculada al Tercer Sector y a la Cooperación Internacional y los viajes de los que se hablan pueden trabajarse desde un enfoque donde no se perjudique más que se ayude, estos viajes pueden perfectamente combinarse con momentos lúdicos y de disfrute, porque no olvidemos que nuestro “trabajo” no debe ser vital ni debe sostener o ayudar al funcionamiento del proyecto. Debería ser una presencia simbólica, nada invasiva, respetuosa y que no sirva de estímulo para cambiar nada de nuestras vidas.
Para empezar os invito a que busquemos en internet el concepto “volunturismo” que combina las palabras voluntariado y turismo y encontramos definiciones que dicen algo así:
“viajes breves de un mes o menos en los que se realiza algún trabajo de cooperación especialmente en los países del Sur . Se combinan los sectores sin ánimo de lucro y turísticos. Además supone para algunas empresas organizadoras una oportunidad de obtener beneficios a cambio de ofrecer a sus clientes una experiencia que cambie su vida mientras hacen algo bueno”.
Esta definición tan básica y genérica sirve solo de punto de partida. En esta definición chocan de frente dos conceptos que podrán llevar a la crítica entendible: cooperación y beneficio/ánimo de lucro. Quizá el error es introducir el concepto de cooperación en una definición donde no debería tener cabida porque la cooperación es otra cosa.
Una persona que va de vacaciones a estos destinos como voluntaria nunca podrá realizar ningún trabajo de cooperante. El trabajo de cooperante requiere años de formación y estudios, una preparación respetada y profesional que es imposible tener cuando una va de vacaciones por una corta estancia.
Podría entenderse una falta de respeto para la profesión de la cooperación mezclar conceptos como esto. Pero la comunicación es muy engañosa y las redes sociales ya sabemos que pueden ser muy peligrosas. Como profesional de la comunicación y de la cooperación, apuesto por trabajar desde una comunicación responsable y profesional la comunicación en este tipo de viajes y de turismo.
La cooperación internacional la trabajan profesionales con perfiles que se necesita en cada país y en cada momento. El voluntariado o el “volunturismo” nada tienen que ver con el trabajo responsable y profesional de la cooperación.
El sector de la cooperación internacional lleva muchos años sin llegar a entenderse por la gran parte de la población que vive ajena a este mundo. Se asocia históricamente a la “ayuda de los pobres” desde la mirada de la caridad de las personas para acabar con estas realidades con el espíritu de “salvador blanco” y selfies de por medio. Estas realidades van más allá de la solidaridad de las personas .
Estas realidades de pobreza no surgen de la nada. Son responsabilidad y consecuencia de años y años de conquistas, gestiones y políticas de los gobiernos. Realidades que es imposible solucionar mientras que no entren en juego las políticas de exteriores de los países.
Tampoco me parece justo meter en este mismo saco a todas las entidades organizadoras de viajes . Para empezar deberíamos distinguir las empresas que se dedican a vender este tipo de experiencias con ánimo de lucro , de las organizaciones no gubernamentales que ofrecen viajar a terreno. Son figuras totalmente diferenciadas y diferentes. Existe una gran diferencia entre unas y otras.
Y dentro de este tipo de empresas, hay empresas y empresas. Me explico. Conozco proyectos y empresas con fines sociales que trabajan con excelente conocimiento y profesionalidad viajes a países en desarrollo con un resultado positivo. Como tampoco todas las oenegés trabajan de la misma manera. Existen ong´s que ofrecen la posibilidad de viajar a terreno para visitar sus proyectos y que supone una fuente de financiación para la entidad y sus proyectos. Una financiación muy alejada del ánimo de lucro y que supone un trabajo importante de sensibilización.
Existen organizaciones que trabajan con responsabilidad y profesionalidad este tipo de viajes y existen profesionales que guían a los viajeros y viajeras con un enfoque y un punto de vista respetuoso y nada invasivo.
Organizaciones que sensibilizan a sus viajeros antes de pisar el terreno, que no hacen un voluntariado agresivo ni invasivo en destino, que no quitan puestos de trabajo local, que no realizan una inmersión en terreno que afecta al desarrollo psicológico de los menores, ni tampoco refuerzan estereotipos denigrantes sobre la pobreza y los países en desarrollo.
Yo nunca he viajado en uno de estos viajes o programas que organizan viajes de este tipo y que te adentran en una realidad de países lejanos en vías de desarrollo , nunca he viajado como parte de ellos pero sí que he participado y he formado parte de la organización de estos viajes para visitar la escuela Twashukuru en la isla de Lamu , Kenia, donde trabaja la entidad valenciana One Day Yes. (www.onedayyes.org)
En este tiempo me he encontrado personas que, sin ser profesionales de este mundo, han tenido una presencia en terreno intachable, personas que desde el minuto uno sabían cual era su papel en el proyecto y se alejaban constantemente de la figura del “salvador blanco”, personas muy comprometidas, respetuosas y responsables. Pero también he encontrado personas que sabían dónde iban y lo que supone este tipo de viajes; he encontrado otras personas que no entendían ni porque tenían que costear los gastos de su viaje, por poner un ejemplo, o que querían “ayudar” las 24 horas del día sin parar de hacerse selfies para colgar en redes.
Como ven he tenido experiencias y opiniones de todo tipo en un largo viaje que
también me ha llevado a aprender y a caer en tópicos que no volvería a repetir, de lo que me siento poco orgullosa .
La semana que viene… más!.