El otro día dije en un programa de televisión que el multiculturalismo había fracasado como modelo, y horas después el portavoz de Compromís en un ayuntamiento me escribió indignado ante mis declaraciones. Tesis que sostienen los dirigentes de Francia y Gran Bretaña, países que hasta hace poco representaban por antonomasia ejemplos del cosmopolitanismo. La administración de Macron ha alertado de que determinados postulados defendidos por ciertas facciones del islam suponen una amenaza para los valores de la República. En Reino Unido, la ministra de Interior, Suella Braverman sentenció hace unos meses que el multiculturalismo no era un modelo exitoso. La probeta en la que estábamos experimentando ha explotado porque no escuchamos al General De Gaulle cuando dijo aquello de que la convivencia entre culturas sólo era posible poniendo coto a la inmigración.
Desde el primer momento que el islamismo aboga por la sumisión de la mujer al hombre atenta contra los principios occidentales. Me llama la atención los coqueteos de parte del progresismo con una fe que mantiene a sus feligreses aislados en la época feudal. Es curioso ver como muchos se rasgan las vestiduras respaldando a Palestina y condenando a Israel. No sirve eso de que no podemos vincular a Hamás con el pueblo que dicen amparar, recomiendo la lectura de la entrevista que The Objetive le hizo a Husni Abdel Wahed, embajador de Palestina en España, al ser preguntado por su opinión sobre el grupo terrorista sale por los cerros de Úbeda alegando, “en este momento no creo que sea muy propicio hablar de las diferencias políticas e ideológicas. Hay un pueblo que está siendo masacrado".
El periodista Fran Serrato le consulta si cree que fue un acto terrorista y responde que “Hemos reiterado una y otra vez que nosotros estamos por la paz, por la vida. Desde 1988 la OLP optó por la vía pacífica, pero nuestro pueblo se pregunta: ¿hasta dónde hemos llegado con la vía pacífica? Más muerte, más represión, más confiscación de tierras, más judialización del territorio palestino.”. No le veo yo muy afectado por el atentado de hace unas semanas, más bien es como si justificara las atrocidades cometidas por la milicia.
Esas declaraciones dejan en muy mal lugar a todos los que con su silencio o su militancia activa respaldan la causa de Gaza. Políticos autóctonos que no tienen ni idea de lo que se cuece a miles de kilómetros de su sofá, se hacen fotos con la bandera palestina encabezando manifestaciones. Ojo, creo que la única forma de conocer de verdad lo que allí sucede es pasar una temporada en esa árida franja. Sin embargo, resulta surrealista ver como los que se las dan de modernos están enarbolando una causa respaldada por una religión fundamentada en unos principios peligrosos para nuestros valores. Estoy en contra de ese mantra cool de que hay que respetar todas las culturas. Supongamos que una tribu indígena en la que asesinar a niños para comérselos es una costumbre se ve obligada a huir de su patria y emigra a España, ¿dejaríamos que mantuvieran esas manías? Me gustaría saber lo que dirían todos estos malasañeros si la religión católica perpetuase la obligación de que las mujeres fueran tapadas con el mantillo; miles de feministas saldrían a la calle manifestándose en contra del catolicismo. Ante el burka y el velo islámico callan y secundan causas de patrias musulmanas.
Entre tanto, Ximo Puig ya se visualiza en el metaverso como ministro del hipotético nuevo gobierno, ve como los de Podemos le vuelven a hacer la cama pero ahora robándole la cartera ministerial; a él si que no le dejan dormir y no a Pedro Sánchez. El narcisismo de los morados con el conflicto Israel-Palestina dificulta la investidura y confirma los rumores que decían que a Pablo Iglesias le interesaba más un ejecutivo del Partido Popular. Compromís también quiere ser un verso suelto y comprar todas las causas que ha defendido Podemos, ya le dije a un dirigente de los valencianistas que si quieren robarle votos al PSOE deben huir de las fotos con Ione Belarra. Ni caso, correrán la misma suerte y vagarán solos por el desierto de Gaza.
La magistrada apunta a irregularidades administrativas y al desequilibrio en la distribución del dinero, pero no aprecia ilícito penal