Esta medianoche, y después de siete meses ininterrumpidos, finaliza el toque de queda. Tras los momentos más duros de la pandemia, la adopción de esta medida de alivio parece indicar que lo peor del virus puede haber quedado atrás.
Además, la consecución de este hito se convierte en un momento inmejorable para hacer balance de lo sucedido, realizar un análisis de situación y vislumbrar los elementos que podemos anticipar.
Vayamos por partes. Durante los últimos meses la Comunitat Valenciana ha conseguido mantener a raya al virus. Una ciudadanía concienciada por las consecuencias del virus (al que le habíamos visto actuando con su máxima crueldad durante los meses de enero y febrero) unido a un trabajo riguroso de la Generalitat Valencia (con adopción de medidas coherentes y efectivas) han permitido que, en estos últimos tiempos, nos hayamos convertido en una de las regiones europeas con menor índice de contagios.
Paralelamente, estas medidas restrictivas que limitaban la propagación del virus, basándose en la máxima de disminuir los contactos sociales, han conllevado una moderación de la reactivación económica valenciana. No obstante, el hecho de estar en mejor posición que otras comunidades, en estos momentos finales de la pandemia, ha permitido que nuestros datos económicos hayan mejorado con gran agilidad. No en vano, los datos de paro en la Comunitat son mejores que los que se encontró el Consell de Ximo Puig cuando llegó al poder, allá por el año 2015. Y todo ello, después de pasar la peor pandemia en cien años y aún en vías de deshacernos definitivamente de ella.
Probablemente la aplicación del Plan Resistir, en sus diferentes modalidades (Plan Paréntesis, Resistir y Resistir Plus), que han movilizado en torno a los 1.000 millones de euros para empresas, trabajadores y autónomos tiene mucho que ver con esta rápida recuperación económica valenciana.
A futuro, las perspectivas económicas otorgan datos esperanzadores. El último informe de la Comisión Europea prevé que la economía española será la que más crecerá de toda la zona euro en el ejercicio 2021. La media de crecimiento europeo se situará en el 4,2 %, mientras que nuestra economía nacional se disparará hasta el 5,9 %.
Para el caso de la Comunitat Valenciana, la Fundación BBVA sitúa el crecimiento de nuestro territorio en el 5,9 %, siendo el de la Comunidad de Madrid (modelo fetiche para la derecha patria) de un exiguo 4,7 %.
Estos datos quiebran dos mantras impulsados por las derechas. El primer mantra falaz y desacreditado por los datos es aquel que dice que la derecha gestiona mejor la economía. Como se ha visto, la Comunitat Valenciana, gobernada por Ximo Puig, ofrece mejores expectativas de crecimiento que el emblema económico de la derecha, Madrid. El segundo mantra que decae es el de que se debe elegir entre vida y economía. Una vez más, la Comunitat Valencia de Puig ha demostrado que se puede mantener a raya la pandemia (repito, con uno de los índices más bajos de Europa) y permitir, a su vez, excelentes perspectivas de crecimiento económico.
Por otro lado, las cifras obligan a lanzar una pregunta al aire. ¿Podrían ser mejores las perspectivas económicas con mejores datos de contagio? O de manera más clara, si Díaz Ayuso no hubiera sido tan irresponsable, ¿podrían viajar a España los turistas británicos? Pregunta pertinente, en tanto en cuanto nuestro sector turístico se queja amargamente (y con razón) de que el gobierno británico no deje viajar a los turistas británicos a España por el índice de contagios nacionales (UK está sobre 33 cuando España está sobre el 117). Si Madrid hubiera hecho una política rigurosa de contención, probablemente los británicos podrían viajar a nuestras costas con la consiguiente mejora para uno de nuestros motores económicos, el turismo. La libertad de Ayuso nos costará cara a los valencianos.
Por último, no quiero acabar sin dedicar unas líneas al proceso de vacunación. Ágil, ejemplar y eficaz. Solo echo de menos alguna fotografía de algún líder de la derecha animando a la vacunación y transmitiendo la seguridad del proceso a la ciudadanía. Un gesto habitual en la oposición de otros países. Como ejemplo podemos poner el caso de Lula da Silva en Brasil o de Keir Stamer (líder de los laboristas británicos) en el Reino Unido, quien aprovecharon el momento de su vacunación para animar a sus compatriotas a hacer lo mismo. Lástima que la derecha no haga lo mismo en nuestro país.
Llegado el fin del toque de queda, y tras un largo aprendizaje, podemos afirmar que nunca fue válida la disyuntiva entre economía y vidas. Probablemente la respuesta siempre fue optar entre buena o mala política. A los valencianos, afortunadamente, nos gobierna la buena política.