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Alberto San Juan: “En el teatro se pueden decir verdades con más facilidad que en el cine”

3/11/2019 - 

VALÈNCIA. Alberto San Juan (1968, Madrid) exprime el tiempo. El polifacético actor, ganador de un Goya por Bajo las estrellas, y también fundador, autor y codirector de la compañía Animalario y de la cooperativa Teatro del Barrio, no desperdicia ni un segundo. Quizá ese es el motivo por el que, en lugar de un espectáculo en la Rambleta de València, aprovecha y hace dos: Nueva York en un poeta, el 8 de noviembre y Polvo enamorado, al día siguiente, el 9. “Tienen en común que yo soy el intérprete y que hay música en directo; pero diferencias, hay muchas”, revela el actor a Culturplaza.

El primero es un viaje al corazón del capitalismo de la mano de Federico García Lorca, que vivió en la Gran Manzana desde junio de 1929 hasta marzo de 1930. “Según parece, salió de España para alejarse de una ruptura amorosa traumática con el escultor Emilio Aladrén y para alejarse del personaje de poeta folclórico que le empezaban a construir tras su éxito con el Romancero Gitano”, cuenta San Juan. “En Nueva York se encontró con los negros, con el jazz y con la mayor crisis del capitalismo mundial previa a la que hoy seguimos viviendo: el crack del 29, el reventón de la economía hiperespeculativa que acabó desembocando en la Segunda Guerra Mundial”, añade.

Polvo enamorado, por otro lado, es el tercer recital que el actor hace junto al guitarrista Fernando Egozcue. “Tras Todo dice que sí y España Ingobernable, hacemos una incursión ahora en el Siglo de Oro español. Poesía, novela, teatro y música. En este recital aparecen la pastora Marcela del Quijote, el Segismundo de La vida es sueño, el misticismo alucinógeno de Santa Teresa y San Juan, el feminismo de Sor Juana Inés, Quevedo, Góngora o, en una escapada al siglo XIX, el Don Juan de Zorrilla”, ilustra San Juan.

Aunque este último espectáculo bebe de las raíces del (quizá, lejano) Siglo de Oro, Alberto San Juan no considera que nuestras preocupaciones hayan cambiado tanto. “Más allá de los temas que nos conforman por naturaleza: la vida, el amor, la muerte; están los temas que, desgraciadamente, lastran nuestra historia. Básicamente, el dominio de unos sobre otros (ricos sobre pobres; blancos sobre negros, indios o diferentes cualesquiera; hombres sobre mujeres) y la lucha de estos/estas por su emancipación. De estas cuestiones y otras más de nuestra naturaleza e historia trata Polvo enamorado. También, siempre, hay humor”, concluye.

Dos obras, un actor y mucha música. Ponemos el contador a cero para hablar con Alberto San Juan. Esto es lo que nos cuenta de ese pasado no tan lejano y de este presente que se nos antoja a veces tan anacrónico.

-¿Por qué recuperar en ambas obras (Nueva York en un poeta y Polvo enamorado) textos del pasado? ¿Es la poesía de ahora menos interesante de interpretar, o crees necesario reivindicar todavía a los grandes poetas de siempre para que estos no caigan en el olvido?
-La poesía de ayer, hoy y siempre es necesaria “como el pan de cada día”, creo yo. En el repertorio poético universal está todo lo que necesitamos saber, explicado de forma precisa, clara y apasionante. Tengo un solo problema con lo que hoy se escribe: mi ignorancia. Pero sí, está entre mis planes hacer un repertorio del siglo XXI.

-La poesía es desde hace un tiempo un fenómeno de masas que ha logrado llenar grandes patios de butacas de la mano de influencers, (cuestionados, en muchas ocasiones, por la calidad de sus obras). ¿Cómo lo percibes tú?
-Soy muy ignorante en muchas cosas, incluida la poesía que hoy se escribe y se dice. Pero encuentro muy natural que los poetas digan sus poemas directamente al público, sobre un escenario. Supongo que hay que estar muy atentos al rap, por ejemplo, para saber qué poesía se escribe hoy.

-El Teatro del Barrio, proyecto del cual eres fundador, se ha erigido como un altavoz comprometido con los movimientos sociales de la calle, como demuestran mucha de las piezas realizadas desde que nació. Ahora, que parecemos instalados en una profunda desafección política, ¿cómo crees que ha cambiado la sociedad en estos últimos años? 
-Yo creo que la potencia popular constituyente que se evidenció en eso que denominamos “15-M” sigue viva… pero parece cada vez más claro que no tiene posibilidad de expresarse en los estrechísimos cauces que permite el juego electoral. La formalidad democrática en España se está vaciando progresivamente: no sirve para ejercer la participación política ciudadana y no sirve, ni siquiera, para garantizar los derechos materiales básicos de esa ciudadanía. Es decir, el poder que nos gobierna nos condena a la minoría de edad eterna y encima con hambre y frío, así que hay que inventar otra formalidad democrática que sí nos sirva para crecer colectivamente.

Hay que imaginar más allá de los partidos políticos, de los liderazgos individuales, de la supuesta representación de la voluntad popular a través de las instituciones. ¿Cómo hacemos para aprender a gobernarnos juntos, cómo hacemos para sustituir la propiedad privada por el bien común como centro de gravedad de nuestras sociedades? Frente a una realidad de dominio cada vez más opresiva, nos toca imaginar y experimentar en el sentido de la emancipación y la solidaridad.

-¿Cuánto tiene la política actual de teatro?
-De teatro entendido como arte, como expresión de algo verdadero, vital; nada. De falsedad tiene toda la palabrería. Deberían callarse. Ojalá se queden mudos todos los profesionales del poder.

-En algunas obras en las que has participado como, por ejemplo, El rey, vive latente la polémica: no es fácil hablar de la monarquía ni de otras cuestiones en según qué términos. ¿Cómo es enfrentarse a un tema que se sabe que va a provocar escozor, pero con la firme de convicción de que necesita ser expuesto?
-El teatro es algo marginal y, por tanto, bastante libre. Salvo un par de anécdotas, no hemos tenido ningún problema con El Rey, ni ninguna otra obra. En el teatro se pueden decir verdades con más facilidad que en el cine, por ejemplo, y con mucha más facilidad que en la televisión. Esto es así porque en el teatro hay mucho menos dinero en juego. Por eso es más libre y se puede afirmar, por ejemplo, que la monarquía es una institución de naturaleza criminal y antidemocrática, sin demasiado escándalo.

-Tú, de hecho, has sufrido el veto de ciertos partidos políticos a la hora de desarrollar tu trabajo, como también les ha sucedido a otros perfiles culturales recientemente. La controvertida directora italiana, Liliana Cavani, declaraba hace poco que no sabía si hoy podría estrenar su perturbadora obra Portero de noche. ¿Crees que la sombra de la censura se cierne cada vez más sobre los creadores?
-Estamos en la mayor crisis del capitalismo mundial después del crack del 29, sólo que ahora, por primera vez, está en juego la supervivencia de la especie humana, porque nos estamos cargando las condiciones naturales necesarias para continuar en este planeta. Eso está extremando la tensión entre la respuesta popular al saqueo suicida y un poder que ante el peligro utiliza sus recursos más oscuros: los nuevos fascismos. En EEUU, Brasil, Francia, Italia, España… Pero ahí siguen los pobres humanos, levantándose una y otra vez, como en Ecuador o Chile.

-El director Pedro Olea aseguraba recientemente que hoy no tenemos censura política, pero los cineastas se enfrentan a una “censura comercial, económica”. ¿Lo compartes? 
-El capitalismo es la ley del más fuerte. Se organiza todo para impedir que nada sea posible sin dinero, sin mucho dinero. Por lo tanto, sí, estoy de acuerdo con Pedro Olea en que existe una censura económica. Además de una censura judicial, política, policial, etc.

-Se nos habla mucho del pensamiento crítico como antídoto a los males de nuestra era, ¿cómo crees tú que deberíamos cultivarlo? 
-Leyendo, hablando, bailando, follando, escuchando música, yendo al cine, viviendo consciente y apasionadamente en el sentido del bien, de la vida libre y emancipada para todas.

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