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las series y la vida

¿A qué viene tanta prisa? Dejad que las series respiren

23/11/2019 - 

VALÈNCIA. Que dice Netflix que quiere probar una herramienta para que, quien quiera, pueda ver sus series y películas a mayor velocidad. Y digo yo, ¿a qué viene tanta falta de respeto a la obra y quienes la crearon? Vaya por delante que usted puede ver una serie como le dé la gana: con toda la atención, de reojo, hablando por teléfono, a oscuras, con luz, en soledad, en compañía, planchando, revisando twitter o haciendo el pino-puente. Faltaría más. Solo que estará de acuerdo conmigo en que, según cómo la vea, su visionado será más o menos atento y se enterará de según qué cosas y de aquella manera. Pero eso no es el problema, al fin y al cabo, usted puede hacer lo que le dé la gana.

El problema es que semejante servicio lo ofrezca la propia plataforma. Que la misma compañía que compra y encarga series y películas dé la opción de verlas mal. Como para fiarse de la calidad de sus productos, ¿no? A ver si lo he entendido. Tenemos que Netflix decide producir El irlandés, el último film de Martin Scorsese, olé, mira qué bien, vuelve el maestro, gran acontecimiento cultural, yuju. Scorsese, haciendo gala de una libertad creadora que, según parece, Netflix le ha garantizado, entrega una película de casi cuatro horas, 210 minutazos (nada grave, ¿eh?, que Vengadores Endgame está en 181’). Y he aquí que Netflix también ofrece la posibilidad de verla 0,5 veces más rápido, o sea, a 1.5x y dejarla en 105’, que la vida es corta, hay mucho qué hacer y me he dejado el puchero en el fuego, no se me vaya a quemar con la tontería de ver el capítulo a su velocidad normal.

Y no, ofrecer la posibilidad no justifica la decisión de la compañía. Eso no tiene nada que ver con la libertad. Una cosa es que usted quiera verla rapidito para ver qué pasa y poder presumir antes que nadie de yo-ya-la-he-visto y jo, hay que ver qué monstruos De Niro, Pacino y Pesci. Allá usted. Me parece un modo absurdo de verla y le recomendaría calma y tranquilidad y que disfrutara la película sin prisas, pero, en fin, hay gente pa tó, ya se sabe. Sin embargo, otra cosa muy distinta es que la propia productora asuma esa forma de consumo como deseable y dé todas las facilidades.

Porque a ver, ¿a qué viene tanta prisa? ¿Dan premios a quién más series o pelis haya visto al mes o cómo va esto? ¿Medalla para el mejor cliente del mes o algo así? ¿Podemos pararnos un ratito a disfrutar de las obras tal y como han sido concebidas? No sé, que respiren, con sus silencios y a su ritmo. Esto no es más que puro y duro consumo capitalista compulsivo. Hagamos una muesca por cada ficción vista, aunque sea fugazmente, que así parecemos más cultos y más informados, aunque en realidad solo seamos consumidores obedientes. Viva el fast food.

Esta cosa de las prisas forma parte de la lógica de consumo en que vivimos y del mundo hipercapitalista que hemos creado, por supuesto. Todo tiene que ser rápido, ya, inmediato, ahora: la adquisición de objetos, la satisfacción del placer, las emociones, las opiniones, cualquier cosa. Pero en el caso del consumo cultural hay matices. Esta forma de “disfrutar” de series o películas implica que lo único que importa de esas obras es lo que se cuenta, el argumento, cuando lo verdaderamente relevante es el cómo se cuenta, la forma. 

Mindhunter

Por supuesto que podemos ver El irlandés o Mindhunter a mayor velocidad y tener al final cierta claridad acerca de los acontecimientos que en ellas se narran, a fulano le pasa esto, matan al otro, esta vuelve, mengana se fuga, solo que eso que hayamos visto, siento comunicarles, no será El irlandés, ni Mindhunter. Porque esas obras (cualquier obra) no son los sucesos que cuentan, sino el modo en que están contados. Que agentes del FBI que persiguen serial killers hemos visto muchos, y más que veremos. Como a la típica pareja de detectives más o menos opuestos o al psicópata jugando con la mente del investigador. Lo narrado, la trama, su argumento puede estar en cualquier otra ficción; lo que hace singular a estas ficciones, a cualquier ficción, es la forma, el cómo está narrada la historia.

Este tipo de consumo tiene otras consecuencias. Por ejemplo, que solo importe el final y determine nuestra visión total de la serie en función de si nos gusta más o menos. O que seamos incapaces de soportar el más pequeño espoiler. Digámoslo claro: si una obra no se sostiene cuando sabemos su final o lo que le pasa a un personaje tal vez es que esa obra no tiene mucho valor. Y eso sin tener en cuenta que, en las pelis y series más convencionales o las que se sujetan a las exigencias de un género, que es la mayor parte de la producción audiovisual que consumimos, sabemos lo que va a suceder. ¿Acaso pensamos que los miembros de Hawaii 5.0 o del S.W.A.T no van a ganar la partida al crimen y el mal? ¿Que en Fast and Furious no triunfarán los protagonistas? No hay duda sobre su destino. Gran parte del placer que se experimenta al ver ese tipo de obras procede, precisamente, del hecho de saber lo que va a pasar.

'Mad Men'

Ah, pero es que Mindhunter es leeeeenta, no me vas a comparar. Que solo hablan y se miran y caminan y los planos se demoran. Que hay ratos que no pasa nada. Como en Los Soprano y The wire, en The Leftovers, Criminal o Mad Men. Ay, de verdad, que pesados los del “es que no pasa nada”. ¡Que pasan muchas cosas, a ver si nos enteramos, aunque no haya persecuciones, ni explosiones, ni disparos! Y además, que en ningún sitio está escrito ni legislado cuál es el ritmo correcto de una película o de una serie. Que cada una tiene su respiración, su cadencia. ¿Lenta respecto a qué? ¿A Fast and furious que comentábamos antes? ¿A La casa de papel, tercera temporada, que no paran de pasar cosas, zas, zas, zas, ahí, sin aliento? ¿A la rapidez del AVE? ¿Al vuelo de los pájaros? ¿A la velocidad de un rider de Deliveroo? ¿De un contrato temporal para un minijob? ¿De la fama en Instagram?

Me temo que una consecuencia de tanta veneración a la velocidad es que las ficciones acaben adaptándose a estas formas de consumo rápido y estúpido, de forma que la oferta de series se limite al parque de atracciones, ya saben, a aquellas ficciones que ofrecen acontecimientos sin fin, venga de acción y emociones vertiginosas. El triste triunfo de la cantidad sobre la calidad y de la pura e implacable acumulación capitalista.

Pero no seamos negativas. Inventemos un nombre cuqui y molón apto para hípsters y milenials, en inglés, por supuesto. No sé, algo como slow viewed o quizá #fuckthespeed, en formato hashtag, que quedará muy bien en las redes y hasta en camisetas. Venga, a ver si me lo compra algún influencer y acabamos con esta idiotez del 1.5x de una vez. Y rápido, que no hay tiempo que perder.

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