Jalas significa en árabe Basta Ya! Ya está bien! Este es el sentimiento de opresión que sufre el pueblo palestino desde la ocupación israelí de los territorios históricos palestinos que comenzó en 1948. Un drama que sigue a día de hoy y que denuncia el documental independiente valenciano Jalas
Jehad es palestino y vivió en València entre 1967 y 1972. Recuerda las charlas en el Ateneo en el 67, recuerda los primero de Mayo clandestinos, la Plaza de la Glorieta, la librería Tres i Quatre, la playa Nazaret y la convivencia con los gitanos, su entrada en prisión en época franquista cuando salió a la calle en apoyo a los estudiantes tras la ley Villar Palasí y la actividad estudiantil en la Facultad de Medicina… En aquel entonces la comunidad palestina estudiantil era muy potente.
Sólo en la Universitat de València había unos 800 estudiantes de medicina. Y uno de ellos era Jehad.
Jehad a día de hoy no sabe si es palestino-español o español- palestino porque lleva más de 50 años en España. Llegó a España porque en aquella época era uno de los destinos más fácil para conseguir visado. Y con su inquietud de estudiar fue la opción más viable.
En aquel entonces no sabía que tardaría 42 años en volver a Palestina. Desde la distancia nunca se ha desconectado de su identidad y de su realidad palestina y ha trabajado por y para ello, a través de la Asociación Europea de Cooperación con Palestina, ASECOP, (asecop.org). Asociación que fundó hace 16 años. En estos años han conseguido sacar adelante 250 proyectos de cooperación, levantar 12 centros en diferentes ciudades palestinas y abrir un sede del Instituto Cervantes… entre muchas cosas más.
Jehad Kamel Suleiman Rashid, psiquiatra de profesión, vive en Málaga desde donde trabaja por el pueblo palestino y esta semana ha vuelto a València al estreno del documental JALAS que retrata sin ficción la realidad palestina a través de la mirada de tres niñas. El documental se ha estrenado en la Mostra de València y comienza ahora un recorrido por festivales europeos y americanos donde visibilizará y dará voz a una realidad a veces olvidada y enquistada.
Jehad asegura que los palestinos no olvidan su identidad y el acierto y la genialidad del documental es que las protagonistas sean tres niñas, lo que simboliza que hasta la juventud se sigue sintiendo palestina y lucha por no perder su identidad.
El documental resume todo el sufrimiento del pueblo palestino. El documental que fue filmado sin licencias oficiales durante 15 días hace año y medio, evidencia con imágenes lo que contamos a veces verbalmente. Y lo cierto es su visionado es muy recomendable porque, una vez más, las imágenes hablan por sí solas… Las imágenes de este puente que evidencia la falta de libertad diaria para ir a trabajar o a la escuela, por poner un ejemplo, es uno de los fragmentos que más me ha impactado. Porque a veces los accesos a esa “pasarela” solo tienen una puerta de entrada o salida y su apertura o cierre depende de la buena voluntad del soldado israelí de turno.
Se trata de un documental excelente que muestra la privación de los derechos de los palestinos de sus recursos naturales. El documental reúne en media hora muchas denuncias y pone sobre la mesa la importancia de la causa palestina, su lucha contra el “apartheid” y por un mundo libre. Una losa sobre la conciencia europea hasta que el pueblo palestino logre su libertad, tal y como denuncia Jehad que desde 2009 forma también parte del Consejo Nacional Palestino.
Tres localizaciones: Jerusalén, Cisjordania y Haifa. Tres personajes: Baraá, Rima y Tasneem. Viviendo a no más de 100 kilómetros de distancia entre sí, pero separadas por muros y check-points que dificultan su encuentro, el camino que recorren estas tres niñas para conocerse sirve para mostrar la segregación forzada que sufre la población palestina desde hace más de 70 años.
Este es el punto de partida del cortometraje documental Jalas. La cinta, rodada en el verano de 2016 por un equipo de producción valenciano, Uranes Films, dirigido por Olga Arias, muestra los distintos paisajes de fondo en los que se desarrolla la vida de las tres protagonistas. La apacible ciudad costera de Haifa, en la que israelíes y palestinos viven juntos, pero sin mezclarse. La ciudad sagrada de Jerusalén, ojo de huracán de tensiones religiosas, militares y civiles. El descorazonador campo de refugiados de Deisheh, en Belén, donde viven hacinadas tres generaciones de palestinos expulsados de sus hogares.
Las familias de estas niñas no se conocen, pero comparten un trauma común, transmitido de abuelos a padres; de madres a hijas.
Las protagonistas pertenecen a un pueblo desplazado y oprimido como consecuencia de la ocupación israelí de los territorios históricos palestinos, que comenzó en 1948 y todavía sigue expandiéndose, a pesar de la oposición de Naciones Unidas, el Tribunal de la Haya y la Corte Internacional de Justicia.
Esta realidad es la que trabaja cada día desde hace 16 años ASECOP que trabaja tanto la sensibilización por la paz del pueblo palestino y el reconocimiento de sus derechos; como la cooperación para tratar de aliviar la situación crítica y extrema que viven y apoyar la educación, la cultura, a la mujer y la sanidad, como asuntos básicos.
Otro de los momentos duros del documental es cuando hace referencia a los niños y niñas jóvenes palestinos asesinados: 2130 entre 2000-2019
Es la nueva generación que se aferran a su identidad palestina aunque hayan pasado ya 3 o 4 generaciones sin poder salir. 2103 jóvenes palestinos han sido asesinados desde 2000-2019 según www.dci-palestine.org/child_fatalities_by_month
Palestina tiene muchas realidades y la ocupación cada uno lo vive de manera diferente.
La semana que viene… más!