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TIEMPOS POSTMODERNOS / OPINIÓN

Crónica de un fracaso anunciado

Foto: MARGA FERRER

Es urgente adoptar el sistema 3+2 en nuestros títulos universitarios. Ya lo era hace más de 10 años

7/04/2019 - 

A mitad de la década pasada se estaba discutiendo en España sobre la configuración de las enseñanzas universitarias en aplicación de lo pactado en el Espacio Europeo de Educación Superior, conocido popularmente como el Plan Bolonia. Este acuerdo, que no procede únicamente de la Unión Europea, se ha aprovechado para realizar cambios en la estructura de los títulos y en la metodología en la universidad, algunos pertinentes y otros que han supuesto un cierto perjuicio para los estudiantes y un deterioro en la calidad de las enseñanzas.

Partíamos de un sistema, el aprobado durante los ochenta en la Ley de Reforma Universitaria (la LRU de José María Maravall), que mantenía el esquema de los ciclos superiores de la Ley General de Educación (aprobada en 1970 por Villar Palasí) con muy ligeros retoques. La enseñanza universitaria se dividía en tres ciclos: un primero de tres años, que daba lugar a la titulación de diplomado o ingeniero técnico; un segundo ciclo de dos años, al final del cual se obtenía el título de licenciado o ingeniero; y un tercer ciclo, en el que se realizaba la tesis y se recibía el título de doctor. En el caso de los arquitectos y médicos, el segundo ciclo duraba tres años, en lugar de tres. Además, ingenieros (técnicos y superiores) y arquitectos elaboraban un proyecto final de carrera, normalmente muy exigente y que tardaban casi un curso más en completar. Por otro lado, existía un catálogo (nacional) de títulos que podían impartirse, así como unas directrices para ellos respecto al contenido (las materias obligatorias y optativas), con algún margen de maniobra, pero limitado. En este contexto, el acuerdo para crear un sistema de créditos que midiese la carga lectiva y permitiese el reconocimiento de las titulaciones en Europa, que podría haberse hecho fácilmente en nuestro caso, supuso acometer un cambio drástico (demasiado, en mi opinión) en la organización de la educación superior en España.

María Jesús San Segundo, ministra de Educación entre 2004 y 2006, y especialista en economía de la educación, preparó durante su mandato libros blancos sobre las titulaciones, con el objetivo de continuar con las pautas comunes en las diferentes titulaciones, manteniendo el catálogo de títulos y optando por los grados de 3 años y máster de 2 (3+2 en la jerga universitaria), una opción que mantenía la estructura de primer y segundo ciclo. Pero cuando fue sustituida por Mercedes Cabrera se adoptó un camino completamente distinto: grados de cuatro años y ausencia de catálogo de titulaciones, con máster de un año (sistema 4+1). Cada universidad podía proponer los títulos que quisiera, organizados sin seguir ninguna pauta común, pero que serían acreditados por una agencia, la ANECA, creada en 2002 a imagen de otras instituciones europeas.

El resultado de esta decisión ha llevado a la existencia, en la actualidad, de 2.854 títulos oficiales de grado impartidos en España, junto con 3.540 títulos de máster oficiales. Además, ya no existen los títulos de ingeniería técnica ni las diplomaturas. Por el contrario, los grados son de cuatro años, 240 créditos, lo que supone 60 créditos por curso, nuevamente con la excepción de Arquitectura y Medicina. Asimismo, es obligatoria la realización de un Trabajo Final de Grado (TFG y equivalente al proyecto final de carrera de las ingenierías), con un número de créditos entre 6 y 15, dependiendo de las universidades. En la mayoría de las titulaciones suelen ser obligatorias las prácticas en empresas, también en el último curso, lo que suele suponer otros 12 créditos de media. Los máster oficiales tienen 60 créditos y, por lo general, duran un año, aunque los hay de 90 y de 120.

¿A qué obedeció la decisión del 4+1? Yo creo que se debió al miedo de las universidades por bajar a 3 años las titulaciones. No existía en España la tradición de los máster oficiales, existiendo la creencia de que los alumnos no se matricularían puesto que, además, serían caros. Pasar de licenciaturas de 4-5 años a grados de 3 preocupó a las universidades por la potencial disminución de su tamaño, así como por el menor contenido de los grados.

Sin embargo, en la actualidad, un gran número de estudiantes cursan los máster, como cabía esperar. Dichos máster oficiales no son caros, aunque actualmente los créditos cuesten algo más que los de grado en algunos casos, también dependiendo de las Comunidades Autónomas. Las becas generales, basadas en la renta de las familias, se han extendido a los estudios de máster.

Lo peor del 4+1 es que se ha creado, con ello, un hueco en el sistema educativo español, pues han desaparecido las carreras medias, de carácter fundamentalmente profesional y de menor duración (primer ciclo). Somos, además, la excepción en la Unión Europea. Salvo Ucrania (que no es país miembro) y Bulgaria, los nuestros socios han elegido los 3 años y 180 créditos para el grado. Los máster profesionales suelen ser de 1 año (denominados M1 en Francia, por ejemplo), mientras que hay también máster de dos años (120 créditos) que proporcionarían especialización similar a nuestro antiguo segundo ciclo. Es decir, en el resto de Europa han adoptado nuestro antiguo sistema de ciclos y nosotros lo hemos modificado. En este mismo error incurrió Portugal. Tras varios años de un 4+1 reformaron el sistema y volvieron al 3+2, que también era su esquema antes de Bolonia.

El hueco que se ha creado significa que hay muchos egresados que han obtenido un grado en la universidad española y que piensan, ellos y sus familias, que ello equivale a la antigua licenciatura o ingeniería y que van a encontrar un puesto de trabajo acorde con dicha titulación. En realidad, lo que han cursado es una diplomatura (un primer ciclo, donde los alumnos no pueden elegir la opción más profesional frente a la más teórica) al que se añaden las prácticas en empresa y el TFG. Un licenciado o ingeniero en el antiguo sistema contaba con un grado más un máster de 2 años.

Además de romper con el esquema de ciclos tradicional en nuestra universidad, otro importante problema del sistema 4+1 es que no cumple una de las funciones para las que, en especial, se adoptó: la movilidad internacional, especialmente en los máster, al no existir correspondencia en la duración de los estudios y el contenido. Las nuevas iniciativas dentro de Erasmus, cuya financiación va a aumentar en los próximos años, se basan en la creación de redes europeas de universidades, y nuestro 4+1 vuelve a ser un obstáculo.

Ahora el Ministerio ha empezado a negociar (según nos informan nuestros sindicatos universitarios) un cambio en la duración de los grados. Esperemos que tengan éxito y puedan convencer a las universidades de la urgencia de dicho cambio. Era urgente hace más de diez años y algunos (pocos, es cierto) lo decíamos entonces. Por eso una de mis citas favoritas (la elegí cuando creé mi perfil de Twitter) es de Marguerite Yourcenar: “Tan malo como equivocarse es tener razón demasiado pronto”. Pero también suscribo: “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Hagamos caso al refrán español y rectifiquemos ya.

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