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Tú dale a un mono un teclado / OPINIÓN

El bullying a las guapas

Foto: EVA MÁÑEZ
4/04/2019 - 

Hace años, una alumna me dijo que se había tenido que cambiar de colegio por bullying. No la creí. Era guapísima y tenía mucha personalidad. Me encajaba el acoso escolar con niños tímidos, de gustos raros, defectos físicos o con pocas habilidades sociales. Pero la adolescente que me lo contaba era una persona extrovertida, divertida, siempre vestida a la última moda y con una energía y gracia que llevaba locos a todos los chicos del instituto. El prototipo de chica popular.

Reconozco que no le hice excesivo caso: pensé que la realidad era otra, que se había peleado con alguien y su cabeza había generado esa historieta del bullying para hacerse la víctima. Pero entonces empecé a descubrir otros casos similares: chicas guapas y populares con un pasado de acoso, a veces muy grave. Y me dí cuenta de que aquello que las convertía en la diana de otras chicas era justamente que destacaban.

No sé en otros países, pero en España nunca se perdona al que destaca. Lo peor que puedes hacer es ser mejor que los demás en algo. Porque todos te van a ver como una amenaza. Un espejo de sus miserias. En lugar de tomarte como ejemplo para mejorar, querrán que bajes al fango con ellos. Pero lo peor de todo es que nadie reconocerá que lo que le mueve es la envidia. La envidia son los otros. Los otros. La mayoría de las veces ni siquiera se lo reconocerán a sí mismos, porque eso sería reconocer se inferioridad. Si les preguntas por qué odian a tal o cual persona esgrimirán una o más razones lógicas que expliquen su comportamiento. Razones que son solo excusas, normalmente bastante simples. Argumentos que nuestro cerebro ha creado a posteriori, avalando el prejuicio. Porque así es como funciona. Primero odiamos ciegamente, dejándonos llevar por las emociones más elementales e infantiles. Luego nuestro cerebro genera todo un rosario de justificaciones que convierten la antipatía en algo que podamos defender con argumentos. En fin, ridiculeces que decimos poniéndonos muy serios. Que hasta nos creemos para no parecer –ante los demás pero sobre todo ante nosotros mismos- verdaderos idiotas.

"Lo peor que puedes hacer es ser mejor que los demás en algo. Porque todos te van a ver como una amenaza. Un espejo de sus miserias"

Somos esclavos de nuestros odios. La razón es un mito generado por el humanismo. Un dios al que adorar tras la decadencia de la religión, tan falso y difícil de justificar y defender como el primero. Solo hay que echar un vistazo alrededor para darnos cuenta. Los dioses del amor fomentan guerras. La razón se guía por las emociones más primarias. Personalmente, nunca he sido tan criticado y maltratado como cuando he hecho algo bien. Y estoy harto de ver a mi alrededor casos similares: personas que comienzan a destacar en algún ámbito y solo consiguen el desprecio de los compañeros. Porque ser bueno en algo no se perdona. Así de triste es todo. En lugar de competir contra nosotros mismos y nuestras debilidades y defectos y limitaciones, preferimos hundir a los demás para parecer nosotros mejores. No voy a entrenar más horas, que me canso. Mejor pongo la zancadilla al que corre más rápido.

Y así nos va.

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