VALÈNCIA. La pandemia ha marcado en líneas generales la vida y el panorama político a lo largo de 2020. Algunos políticos han sabido salir indemnes o incluso reforzados debido a su gestión en el impacto del coronavirus, mientras otros han sufrido los rigores de la compleja situación ya sea por las consecuencias de la misma o por el arrinconamiento de su protagonismo por las prioridades sanitarias.
No obstante, también han existido otros acontecimientos políticos que han permitido destacar a algunos dirigentes, especialmente debido a algunos procesos orgánicos que quedaban pendientes. Como cada año, la redacción de Castellón Plaza ha elaborado su particular termómetro en el que se mide la temperatura de 24 políticos destacados de la Comunitat.
A los que mejor les ha ido el año se les considera 'on fire' y vienen marcados con el color rojo que se transforma en un tono más templado que va menguando hasta alcanzar la zona azul de frío, que termina en el gris propio de los que han dado un paso -voluntario u obligado- a un lado de la primera línea.
Para bien o para mal, estos son 24 de los protagonistas políticos del año para Castellón Plaza.
1. Ximo Puig (PSPV-PSOE). El presidente de la Generalitat arrebata el primer puesto del termómetro al ministro José Luis Ábalos. El jefe del Consell y líder del PSPV ha tenido un año duro con la gestión de la pandemia, pero puede decirse que, al menos hasta el momento, está saliendo reforzado de la lucha contra el virus. La llegada de abundante material sanitario a través de China en los peores momentos de la primera ola y los buenos datos -hasta hace poco- de la Comunitat, le han reforzado en una posición que ha sabido centralizar a lo largo de toda la pandemia, culminando además con la aprobación de los sextospresupuestos consecutivos. No obstante, las cifras de final de año están complicando la situación y, está por ver, si Puig sale indemne del fin del virus y la crisis económica. No obstante, puede decirse que la gestión de la pandemia ha afianzado al presidente durante 2020.
2. Carlos Mazón (PPCV). El presidente de la Diputación de Alicante se ha consolidado en este ejercicio logrando además el liderazgo provincial del PP. A todo ello hay que sumar su protagonismo a través de la portavocía en la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP), lo que le está permitiendo ganar protagonismo en el ámbito autonómico. Aunque Mazón se descarta en público para disputarle el liderazgo a Isabel Bonig, 2020 ha sido un año en el que el dirigente popular ha reforzado y ampliado su presencia en la política regional. Además, ha logrado aprobar los presupuestos de la Diputación sin votos en contra.
3. Pilar Lima (Podem). La diputada de Podem se convirtió este año en la nueva coordinadora general de la formación morada en la Comunitat Valenciana. Lo hizo por una estrecha diferencia de 38 votos frente a la síndica en Les Corts, Naiara Davó, apoyada por el vicepresidente del Consell, Rubén Martínez Dalmau. Sin embargo, en los últimos procesos celebrados este mes de diciembre ha consolidado su poder interno demostrando que ha ganado fidelidades dentro del partido. Con este espaldarazo, Lima, próxima a Pablo Iglesias, dispondrá de mayor margen de maniobra para tratar de reimpulsar políticamente a Podem. Un buen año para ella.
4. Toni Cantó (Cs). Es cierto que la marca Ciudadanos no atraviesa su mejor momento, pero también lo es que el actor y diputado ha sabido convertirse en un protagonista principal en el escenario político valenciano. Tras una larga espera, este año ha sido designado coordinador autonómico de Cs y sus acercamientos -y pactos puntuales- al PSPV de Puig le han permitido obtener una cuota interesante de visibilidad y una posición más centrada del discurso. Así, y aunque su progresión y resistencia electoral dependerá en gran medida de su partido en el ámbito nacional, no puede decirse que Cantó no esté haciendo todo lo posible por estar presente en todos los grandes debates.
5. Gloria Calero (PSPV-PSOE). La exalcaldesa de Sagunt no olvidará 2020 tras haber reaparecido en la primera línea política como delegada del Gobierno, la tercera autoridad más importante de la Comunitat Valencina. En febrero, se conocía el relevo de Juan Carlos Fulgencio por Calero, en lo que se entendió una pérdida de confianza por parte del sector del ministro José Luis Ábalos. La dirigente socialista, también perteneciente a esta 'familia' política, ha protagonizado algunos altercados digitales con Compromís, pero en líneas generales parece que se ha asentado en el puesto con cierta estabilidad.
6. María José Català (PPCV). La portavoz municipal del PP en el Ayuntamiento de València cierra un ejercicio que puede considerarse positivo. Elegida como nueva líder del partido en la ciudad de València, con creciente estabilidad en sus relaciones con Madrid y dejando atrás la hipoteca judicial del partido en la capital, Català ya tiene las manos libres para centrar sus esfuerzos en la tarea de oposición frente a Joan Ribó. Una campaña de largo alcance para lograr su objetivo de ser alcaldesa -eso si no es requerida para cuestiones mayores- en 2023 en la que ya se ha puesto manos a la obra.
7. Vicente Mompó (PPCV). Un gran año para el alcalde de Gavarda. Génova le dio un empujón definitivo para superar el bloqueo de 'familias' políticas en el PP y convertirlo en nuevo presidente provincial de Valencia. El siguiente paso para su consolidación fue sustituir a Juan Ramón Adsuara como portavoz en la Diputación. Desde su llegada, Mompó está tratando de marcar perfil propio y ya ha comenzado los hasta ahora abandonados congresos locales. Un nuevo protagonista que añadir en el PP.
8. Vicent Marzà (Compromís). El conseller de Educación ha cumplido en el presente ejercicio cinco años en una de las áreas más complejas de cualquier gobierno sin acusar la erosión de forma excesiva. Un dirigente especialmente valorado en Compromís, más aún cuando la máxima referente de la coalición, Mónica Oltra, viene atravesando mayores niveles de desgaste por su exposición. El castellonense, además, ha logrado que las aulas permanezcan abiertas pese a la incidencia de la pandemia. No sin problemas y dificultades, pero con un balance en líneas generales positivo.
9. Ana Barceló (PSPV-PSOE). Poco podía imaginar la consellera de Sanidad a principios de 2020 que se enfrentaría a una pandemia mundial. Su nivel de exposición pública le ha convertido en una de las dirigentes políticas del presente ejercicio: en la primera oleada, sufrió notablemente en las comparecencias ante los medios, si bien a partir del verano ha mejorado sus prestaciones alejando así los fantasmas de un posible cese. El desgaste, obviamente, está ahí, aunque ha conseguido cierta estabilidad en la recta final del año que le han permitido mejorar su posición política.
10. Vicent Soler (PSPV-PSOE). El veterano conseller ha recibido un respiro económico con la lluvia de millones procedente del Gobierno de España para paliar los efectos de la pandemia. En las últimas semanas, además, ha traído la buena noticia de los 1.254 millones (12,5%) del fondo React-UE, que tanto ha enfadado a Díaz Ayuso. A ello hay que unir las promesas cumplidas en los PGE de Pedro Sánchez y la aprobación por sexta vez consecutiva de los Presupuestos de la Generalitat Valenciana. Eso sí, ha tenido, un año más, una fuerte disputa con Mónica Oltra por las cuentas, en lo que fue su momento más difícil del año.
11. Joan Baldoví (Compromís). El portavoz de Compromís en el Congreso ha vuelto a tener su cuota de protagonismo en Madrid y en las televisiones nacionales. Además de sus célebres enfrentamientos con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, los acuerdos para la investidura de Pedro Sánchez se han cumplido excepto la gran asignatura pendiente: la financiación autonómica. El año, sin ser redondo, no ha sido malo, aunque el diputado valenciano no ha tenido toda la capacidad de influencia deseada al no ser su voto decisivo para Sánchez ante otras alianzas más poderosas.
12. José Luis Ábalos (PSOE). El ministro de Transporte ha tenido un año complejo. En enero, el caso Delcy -archivado en noviembre- le puso en la picota hasta la irrupción de la pandemia. Desde entonces, y pese a seguir siendo uno de los pilares del Gobierno de Sánchez y del PSOE como secretario de Organización, se ha percibido un cierto descenso de protagonismo en la cima del poder socialista. En sus visitas a València se ha destacado con anuncios como el realizado este mes de diciembre, con el compromiso de 3.000 millones para obras ferroviarias.
13. Mireia Mollà (Compromís). La consellera de Agricultura y Medio Ambiente ha alternado hitos en la gestión como el impulso a la ley de Economía Circular de la Comunitat Valenciana con rifirrafes en su departamento con dirigentes socialistas. Consolidada como uno de los máximos referentes de Iniciativa tras Oltra, 2020 ha sido un año de transición de cara a los retos especialmente medioambientales del próximo ejercicio que pueden marcar cuál es el techo político de la consellera.
14. Enric Morera (Compromís). Ni frío ni calor. El presidente de Les Corts, segunda máxima autoridad de la Comunitat Valenciana, se instala en una posición cómoda en la tabla tras este 2020. Sin grandes agobios en la gestión del hemiciclo y tampoco sin demasiada maniobrabilidad -aunque suele tener un as en la manga-, Morera se ha convertido en un político que goza de una cómoda estabilidad, por lo que el presente ejercicio ha transcurrido sin demasiados sobresaltos más allá de los consabidos problemas pandémicos que ha obligado también a Les Corts a adaptarse.
15. Isabel Bonig (PPCV). La presidenta de los populares valencianos ha tenido un año en cierta medida complicado. Las propias dificultades generadas por la pandemia ha trastocado su labor como principal partido de la oposición, a lo que hay que añadir que el papel de Cantó, con mayor flexibilidad a la hora de viajar el centro, le ha restado visibilidad y protagonismo en Les Corts. Además, la continuidad de su liderazgo en el PPCV sigue en cierta medida cuestionado: Bonig insiste en que se presentará al futuro congreso para su reelección, pero en el partido nadie termina de dar por segura su continuidad a medio plazo.
16. Joan Ribó (Compromís). El alcalde de València cierra un año con falta de esplendor. Cierto es que ha sacado adelante un Plan de Reconstrucción con el apoyo de la mayoría de los grupos políticos, así como los sextos presupuestos consecutivos del gobierno de izquierdas desde 2015, y esta vez incluso con el apoyo de Ciudadanos, pero el dirigente de Compromís apenas ha brillado desde la irrupción de la pandemia. La Generalitat Valenciana decidía la suspensión in extremis de las Fallas y pilló al primer edil en la ópera al delegar en el concejal de Cultura Festiva, Carlos Galiana. Y a ello se suma que la presencia de Ribó a lo largo de estos meses no ha sido demasiado destacada, más allá de reclamar a la administración autonómica una comisión mixta que ésta tardó en constituir. El efectismo en las amenazas al Valencia Club de Fútbol por su inacción con el nuevo Mestalla y su intervención veraniega para con el PAI de Benimaclet constituyen los incisos para desviar la atención del coronavirus y de la EMT.
17. Carolina Pascual (PSPV-PSOE). La consellera de Innovación ha tenido un año difícil. La puesta en marcha de su departamento está siendo complejo por lo que, pese a estar pensado como un área 'estrella', Pascual no está terminando de brillar en el Gobierno valenciano, más aún cuando los grandes proyectos le han venido impuestos desde Presidencia, como la Fundación Ellis. A ello hay que sumar la problemática de la adaptación universitaria a la pandemia, el pago tardío de las becas y la baja ejecución presupuestaria. Además, ha tenido que lidiar con la marcha de los 'arquitectos' de la conselleria, el subsecretario, Pepe Villar, y el secretario general administrativo, Enric Roig.
18. Gabriela Bravo (PSPV-PSOE). La consellera de Justicia también ha tenido un año difícil: la problemática de adaptación al teletrabajo, el tira y afloja con el requisito lingüístico, el permiso retribuido a los funcionarios o las dudas suscitadas respecto al sobrecoste de los hospitales de campaña son algunas de las situaciones de tensión que ha atravesado Bravo. A ello hay que sumar la inestabilidad en su departamento -numerosas salidas y entradas- y los rifirrafes con la vicepresidenta Oltra. Un ejercicio complicado.
19. Mónica Oltra (Compromís). El año de la vicepresidenta tampoco ha sido de los mejores políticamente hablando. La irrupción de la pandemia y la grave incidencia en las residencias de ancianos ha puesto en cuestión la capacidad de gestión de la líder de Compromís. Además, su presencia se ha visto oscurecida por la absorción del presidente Puig de toda la comunicación y coordinación pandémica. En los últimos meses, las discusiones presupuestarias y sus opiniones discrepantes sobre la gestión del virus le ha devuelto parte de la visibilidad perdida, aunque a costa de evidenciar públicamente las tensiones internas del Botànic.
20. Naiara Davó (Podem). La síndica de Podem comenzó el año con buenas perspectivas para convertirse en la sucesora de Antonio Estañ como líder de la formación morada en la Comunitat Valenciana. Sin embargo, su derrota ante Pilar Lima por 38 votos pese a contar con el respaldo del vicepresidente del Consell, Rubén Martínez Dalmau, la han dejado en una situación de interinidad como portavoz en Les Corts. En la cámara, también ha tenido problemas para adquirir visibilidad como tercer socio del Botànic.
21. Giuseppe Grezzi (Compromís). Las cosas no le han salido especialmente bien al edil de Movilidad Sostenible y presidente de la EMT de València. En la mochila ya cargaba con el fraude millonario sufrido por la empresa el pasado ejercicio y en 2020 el foco no ha abandonado la mercantil por ese acontecimiento. Pese a las constantes negativas del concejal sobre las deficiencias internas de la EMT, el cierre de la comisión de investigación constató las faltas en el funcionamiento interno de la firma pocos días después de que el gerente, Josep Enric García, abandonase su puesto. La Intervención también ha comprobado los errores en los engranajes de la mercantil municipal. Pero además de ello, el impacto de la crisis de coronavirus ha dañado considerablemente las arcas de la empresa, con una previsión de pérdidas de hasta 27 millones de euros, motivo por el cual se trató de aplicar un ERTE que Trabajo acabó tumbando. Y a mayor abundamiento, el último incendio que ha afectado a una veintena de autobuses en la cochera de San Isidro ha supuesto el colofón de un año para olvidar.
22. Rubén Martínez Dalmau (Podem). El vicepresidente segundo del Consell ha tenido un año complicado. Su implicación en el proceso interno a favor de Davó y la posterior derrota le dejó en una situación de debilidad orgánica que se ha visto agravada con la consolidación de Lima en el liderazgo tras los últimos procesos internos de diciembre. Su posición, para algunos demasiado seguidista, con el PSPV también le ha generado críticas internas, además de algunos problemas en la gestión como ocurrió con las ayudas del plan Reconstruïm Pobles, que fueron adjudicadas de forma nominativa sin ceñirse al baremo que se había realizado para las mismas.
23. Emilio Argüeso (Cs). El anterior responsable de Organización de Ciudadanos y miembro de la Mesa de Les Corts ha dado un paso atrás en la formación naranja. Desde su puesto de senador territorial, el otrora poderoso dirigente del partido en la Comunitat se ha situado en una discreta segunda línea sin apenas influencia en la política regional. El 2020 ha significado para Argüeso un adiós -o quién sabe si un 'hasta luego'- en lo que se refiere a la actualidad valenciana.
24. Pere Fuset (Compromís). Empezó el 2020 con la noticia de que acabaría sentado en el banquillo procesado por la muerte en accidente laboral de un trabajador en el montaje de las gradas de Viveros tres años antes. Un duro golpe que obligó a Fuset a acabar apartándose de la concejalía: en febrero anunció, entre lágrimas, su dimisión como edil de Fiestas. Así dejó paso a Carlos Galiana como responsable del ramo. Un movimiento que, si bien se vendió como algo temporal hasta que se aclarase el futuro judicial de Fuset, supone un obstáculo en la carrera política del que se había considerado hasta el momento como el delfín del Bloc, que ha pasado un ejercicio político prácticamente en blanco.
La magistrada apunta a irregularidades administrativas y al desequilibrio en la distribución del dinero, pero no aprecia ilícito penal