ALICANTE. La palabra “wifi” hoy en día se ha convertido en algo transgeneracional. El legado que prometió dejarnos el maravilloso invento de la interconexión inalámbrica hace dos décadas ya supone un salto en caída libre para grandes y pequeños, sin vuelta atrás. Como todo genial invento, este tipo de comunicación irrumpió tras una mezcla de esfuerzos más o menos fortuitos –entre Rudolf Hertz, Guillermo Marconi y, sobre todo, la actriz e inventora Hedy Lamarr, aunque se respira cierta polémica en el reparto de papeles-, que se dieron cita para estar en el futuro, cuando todavía, en su presente, se hablaba de evitar el espionaje nazi en la mensajería, y no se conocía el gran poder de sociales como Facebook o su hermano pequeño en versión mejorada, Instagram.
“Los reguladores tienen que convertir el wifi en una estructura universal, que no solo sea un negocio” (J.A. Berna, profesor UA)
Como el acto más banal y evidente de comunicación primaria, el famoso logo del ying yang empleado para el ‘Wi-Fi’ irrumpió en nuestras vidas como una marca de la Alianza Wi-Fi a escala global. Esto fue en 1999. El I-E cubo, el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos, normalizó la comunicación inalámbrica. Hasta hoy. Hoy, cuando abrir nuestras computadoras –con Internet sin cables- supone encontrarnos ante un aluvión de noticias relativas al asunto que abordamos: Amazon alardea con su pack de cuatro enchufes con Alexa y ya se habla de la victoria del 5G en los coches europeos. Pero, también, entre el resultado de las búsquedas, la detención del joven de Ponferrada quien, tan solo con 23 años, se ha convertido en el mayor capo de ciberestafas en España. Y este es, precisamente, donde nos detenemos, donde se encuentra el inicio del problema. Así lo explica el profesor de Redes de Computadores de Ingeniería Informática de la Universidad de Alicante, José Ángel Berna, que especializa su proyecto de investigación en la comunicación wifi. “Es un hándicap lo rápido que evoluciona la tecnología. La gente usa las herramientas sin saber qué hacer”. En este sentido el experto menciona, además del aspecto más técnico de la evolución de la tecnología a lo largo de estos veinte años, la incidencia en la seguridad. “Hemos pasado del WPA en 2003 al WPA2, un año después, que, tras 15 años, ya ha quedado desfasado”. La franqueabilidad de este sistema en las viviendas particulares nos ha arrojado a una nueva versión: la 3. “En este sentido, es primordial saber qué tenemos en nuestras manos, estar formado e informado y no ser tan bondadosos a la hora de dar datos”. Sin duda, el primer ‘must’.
Estar seguros en la amalgama que supone el abismo de la interconectividad debe plantearse como un deber para los entes reguladores. Y esta es la función concreta del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), a través de su herramienta OSI, esto es, la Oficina de Seguridad del Internauta. “Es imprescindible saber que una página web es real, a través de la identificación del certificado de seguridad, o que una contraseña debe tener, como mínimo, dieciocho caracteres para que sea segura”, detalla Berna. A una escala superior, explica el profesor de la UA, hay, lógicamente, una prolongación de la normativa. “Existe para cualquier dato que se proporcione a nivel digital, aunque es cierto que la regulación en Estados Unidos es más laxa que en Europa”, asegura.
Aunque sea otra de las tareas pendientes para el futuro del Wifi convertirlo en una herramienta al alcance de todos, sin distinción, alguien tiene que costearlo. Ahora y más adelante. Y esto es sano. “Hay una frase muy acertada que dice que, si algo es gratis, el producto eres tú”. El investigador de la Universidad de Alicante reconoce que, aunque se hayan abaratado los precios, la cuota mensual, tarifa plana, es el mínimo para poder mantener “la infraestructura” que supone esta aparentemente mágica manera de interconectarnos. “Es un coste que alguien tiene que pagar, ahora y siempre; por eso los reguladores tiene que hacer que esto revierta en el bien de la sociedad y convertirlas en infraestructuras universales, que lleguen a todo el mundo, que no solo sea un negocio”. Aquí es donde entran empresas como Vodafone, con el objetivo de facilitar la vida al usuario, ya sea a nivel personal como profesional.
Lo que supone el salto de frecuencia del Wifi se entiende, en ocasiones, como un vértigo de gran altura. Pero, ¿hacia adónde avanzamos? Antonio Álvarez es el experto de la compañía Vodafone, director de Administración Pública de Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares. “El ‘cero cables’ llega con el objetivo de proporcionar movilidad, lo que se traduce en facilitar las cosas al usuario”. Todo esto, prosigue, con el aditivo mencionado antes. “La seguridad es uno de los nuevos retos en este sentido”. Un punto clave justo cuando no dejamos de evolucionar. “Estamos muy centrados en el despliegue del 5G. Tres palabras: capacidad, ancho de banda y latencia”. Al respecto, y con la versión 6 ya vigilante, en proceso de normalización, el experto de la compañía lo tiene claro. “La tecnología Wifi va a tener que competir con la banda ancha móvil; tendrán que convivir”. ¿Las principales diferencias? El primero suele ofrecer conexiones confiables de alta velocidad aunque puede verse afectado si la red inalámbrica está congestionada. La banda ancha móvil, por su parte, permite no preocuparse por el rango de la red y la accesibilidad. La contra de este sistema es la velocidad: suele ser más lenta que la conexión WiFi.
Desde la perspectiva empresarial de una compañía referente en el ámbito de proveer soluciones de conectividad WiFi a sus clientes como es la alicantina Grupo Verne, está claro que "hoy el WiFi se puede considerar un servicio básico, prácticamente una nueva materia prima para todos los sectores". "La educación del futuro necesita una conectividad WiFi que permita hacer realidad nuevas formas de enseñar a través de la realidad virtual, realidad aumentada, videoconferencias, etc. Con este propósito hemos trabajado de la mano operadores y fabricantes para desarrollar con éxito los proyectos de Escuelas Conectadas en Baleares y Murcia, gracias a los cuales ahora hay WiFi en más de 500 centros educativos", destacan en la firma.
“La tecnología de los ‘cero cables’ llega con el objetivo de dar movilidad y facilitar las cosas” (Antonio Álvarez, Vodafone)
No es solo la educación. Desde la perspectiva empresarial, en el mundo turístico, por ejemplo, el que un hotel disponga de un WiFi de calidad y seguro es un aspecto muy valorado por los clientes y queda plasmado en sus opiniones en las diferentes plataformas online del sector. "Una mala gestión de este servicio puede afectar negativamente a un excelente trabajo realizado en el resto de las tareas. Nosotros abordamos este reto ofreciendo una solución WiFi profesional gestionada gracias a la cual podemos incluso dirigir el caudal de los datos en aquellas zonas en las que más se requiera y asegurar siempre una conectividad de gran calidad para los huéspedes". En el sector industrial y logístico los retos que plantea la conectividad son cada vez mayores. "Gracias al saber hacer de nuestros equipos y la innovación que aplicamos somos capaces de asegurar la conectividad inalámbrica por WiFi en entornos extremos de -25 grados".
En el duelo de titanes, un ingrediente imprescindible: los fabricantes. En ellos está el desafío de conseguir que los terminales sean muchos, y capaces, de albergar esta magia de conexión con enlace satelital. El usuario se sentirá agradecido, entonces, al contar con una comunicación inalámbrica de gran calidad gracias a excelentes dispositivos que estén a la altura. Estamos ante un mecanismo sencillo, en constante evolución, que solo necesita de un ‘alguien’ para llegar a muchos otros ‘alguien’, en el desierto, en mitad de la montaña o del océano. La autonomía puesta en valor está asegurada si cuidamos este gran invento: ya un regalo con dos décadas de edad.