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cuadernos de campaña

Entre el caos y la Arcadia feliz

24/04/2019 - 

VALÈNCIA. En un entorno de campaña en el que la inmediatez y lo emocional se imponen, los programas han pasado a ser una especie de jarrón de porcelana china que decora la web institucional de los partidos políticos. Ahí están, aunque paradójicamente brillen por su ausencia en el debate público. Las dinámicas electorales han fagocitado la labor de divulgación de propuestas en beneficio de una cascada de movimientos estratégicos, ataques a fuerzas y candidatos rivales, o especulaciones sobre futuros compañeros de viaje. En el sprint final, a la espera de despertar del letargo a una legión de votantes indecisos, los partidos dibujan escenarios simbólicos para encajar el presente y el futuro en el marco que mejor les acopla.

¿De qué quieren los partidos que concurren a las autonómicas que se hable en campaña? ¿Qué mensajes difunden a través de canales de comunicación que gestionan, como sus cuentas de twitter? La galería de tuits muestra un panorama disonante, tanto en temas de atención como en alternativas a una realidad que oscila, sin demasiado punto medio, entre el caos y la Arcadia feliz, según el cristal con que se mire. Y, en buena medida, en función del papel que han jugado en la gestión de la legislatura que se agota. 

El Partido Popular de la Comunidad Valenciana apela a un giro de 180 grados para regresar al escenario de 2015 y erigirse en una especie de deshacedor de entuertos o regenerador de herencias: "Estamos preparados para hacer lo que mejor sabemos hacer, recoger las peores herencias de la izquierda para convertirlas en los mejores resultados", proclama la candidata Isabel Bonig, reivindicando como aval la "gestión" de dos décadas de gobierno y despejando a córner la herencia de esas mismas dos décadas, blanqueadas por arte de magia y libres de mácula en la hoja de servicios.  

Isabel Bonig. Foto: PP

El ataque al rival es un clásico de campaña y el nivel de contundencia oscila en función de la distancia ideológica, pero también de las alianzas que se vislumbran. Los grandes temas –sanidad, educación, servicios sociales, infraestructuras– han entrado en liza más como arma arrojadiza que como materia de debate constructivo y susceptible de encontrar soluciones. Para hacer un balance de legislatura que roza la debacle, como señala el PP –"0 colegios, 0 hospitales, 0 km de carreteras, 0 km ferrocarril, 460.000 valencianos en riesgo de pobreza severa y 25.000 esperando la Dependencia"–, o que progresa adecuadamente en la autoevaluación, como reclama la coalición del Botànic, que destaca la inversión en "infraestructuras dignas" para acabar con los barracones, un tema que Ciudadanos ha convertido en su ariete de campaña, con el candidato Toni Cantó asegurando desde un barracón con goteras que acabará con ellos. 

Las promesas de campaña brillan en el universo rutilante de las cuentas de twitter, un formato que permite vender la piel del oso sin tener que explicar cómo se pretende cazarlo. La sanidad o la dependencia se llevan la palma. "Con @monicaoltra si estás esperando la ayuda de Dependencia, puedes esperar, y esperar...y esperar", sentencia Bonig. En cambio, desde el mirador del gobierno autonómico el paisaje luce con otro marco: la candidata de Compromís, vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, asegura que han reducido las listas de espera de dependencia e incluido a 78.000 personas en el sistema.

Mónica Oltra. Foto: Compromís

Las cifras se dejan para vender las políticas realizadas o para sacar los colores al adversario, pero pocas veces se pasa de la indefinición a explicar cómo o de dónde obtener los recursos para financiar las promesas. El PP anuncia que dará libertad para elegir entre sanidad pública o concertada y realizará una "bajada masiva" de impuestos, mientras que Ciudadanos aboga por destinar más recursos a la sanidad y gestionarlos mejor, en una ecuación que combina respaldar, de carrerilla, a quien quiera "acabar con barracones, listas de espera, bajar impuestos y eliminar a los enchufados". 

Desde el PSPV-PSOE, una de las prioridades es combatir las listas de espera y revertir el modelo de gestión privada. El presidente de la Generalitat y candidato de este partido asegura que su gobierno ha conseguido que 1,3 millones de valencianos "dejen de pagar por sus medicamentos", un logro que presenta como aval de un estilo de gobierno que espera renovar en las urnas: "Ahora toca seguir trabajando por la sanidad pública". Para Unides Podem, la postal dista mucho de ser idílica en materia de avances, mientras reparte críticas a diestra y siniestra: "El Botànic no puede conformarse con no robar como el @ppcv, tiene que avanzar, pese a los lobbies, hacia políticas de transformación y superación de un modelo desigual y obsoleto".

Avanzada la campaña, la corrupción y la regeneración democrática han entrado en ella solo de puntillas y no siempre dentro del mismo marco. Compromís la asocia al PP y subraya que "no habrá paz para los corruptos", y Ciudadanos recalca que "sigue siendo una plaga" en la Comunidad Valenciana, alimentada por el "enchufismo". Unides Podem se cuelga la medalla de haber dado el primer paso en la intolerancia frente a ella. Mientras, un puñado de temas que afectan a buena parte de la población quedan fuera de foco. La discusión sobre la agricultura y los sectores productivos, la energía, la lucha por la igualdad, la memoria histórica, la precariedad juvenil o la despoblación, entre otros, se pierden entre los mimbres de un debate que no siempre llega a despertar el interés de los votantes a quienes se pretende seducir.

El solapamiento de las elecciones generales y autonómicas ha servido para importar temas en la agenda de campaña, en particular cuando conviene desempolvar fantasmas del pasado. "Que nadie adoctrine a los niños valencianos con la educación pancatalanista", proclama Pablo Casado en Alicante, mientras Cantó ejerce de estratega pidiendo el voto para Ciudadanos, para evitar un supuesto "contagio del nacionalismo catalán". La coincidencia también ha puesto sobre la mesa las reivindicaciones de financiación, una bandera transversal que Compromís enarbola como marca de distinción y peaje para posibles apoyos, como reclama Joan Baldoví.

La cuenta de Vox, entretanto, se desquita a base de capeas y cañas por España contra los males de una "ultraizquierda de pensamiento único y trasnochado" que sigue "adoctrinando" a los jóvenes valencianos en la escuela pública, del "lobby eco-animalista" que intenta imponer "un pensamiento único en ideología animalista" y de quienes "no se dan cuenta de que no están defendiendo a la mujer".

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