CASTELLÓ. Gracias a la aplicación de algunas de las metodologías desarrolladas en el proyecto Silife, se ha logrado reducir en alrededor de un 80% la toxicidad del cuarzo tratado presente en la Sílice Cristalina Respirable (SCR), tras haber realizado diversas pruebas a escala industrial en distintos sectores productivos.
A la vista de que la exposición continuada en entornos laborales ante la Sílice Cristalina Respirable causaba dolencias como la silicosis, que potencialmente podía derivar en otras enfermedades, la Unión Europea pidió elaborar una serie de estudios sobre el impacto de esta exposición, concretamente al IOM (Instituto de Medicina Ocupacional), en Edimburgo, que estimó que más de 5 millones de personas en sus puestos de trabajo estaban expuestas en Europa, en 2006, a este material y de ellas, más de un 70% pertenecían al sector de la construcción.
De estas, un 25% trabajaban en España, siendo las actividades más afectadas las relacionadas con las industrias extractivas, el procesado de materiales, las industrias de hierro, acero y fundiciones, o las industrias de cerámica, vidrio y refractarios. Por eso, desde hace varios años, y con el precedente del proyecto europeo Silicoat, que comenzó a tratar de paliar esta problemática en el sector cerámico, la Universitat Jaume I ha coordinado el proyecto Silife, financiado por el Programa LIFE de la Unión Europea, que se ha desarrollado en el ITC y que ayer, 17 de septiembre, celebró en la FUE-UJI del campus castellonense su última jornada internacional.
Un total de 145 participantes, tanto del sector cerámico como de otros sectores, además de ponentes llegados de diversos países europeos, compartieron múltiples experiencias derivadas de sus estudios en este ámbito a lo largo del día de ayer, entre ellos, varios representantes de distintas universidades y organismos internacionales, abordando distintos aspectos técnicos, jurídicos, patológicos, legales, etc., sobre esta problemática, que en el caso del proyecto Silife y utilizando algunas de las metodologías desarrolladas en el proyecto, ha logrado reducir en torno a un 80% la toxicidad del cuarzo presente en la Sílice Cristalina Respirable.
Tal y como apuntó Jesús Lancis, el vicerrector de Investigación y Transferencia en la apertura del evento: «En la Universitat Jaume I de Castelló y, más concretamente, en nuestro Instituto de Tecnología Cerámica Agustín Escardino, se trabaja firmemente en diversos aspectos de la seguridad y la higiene en los entornos laborales. El proyecto Silife se enmarca en estos trabajos y está orientado a la reducción o eliminación de la toxicidad de la sílice cristalina respirable (SCR). El proyecto es ya una referencia internacional y científica en la investigación y el desarrollo de tecnología para combatir este grave problema, intentando, primero, preservar la salud de las trabajadoras y trabajadores y, en segundo lugar, la sostenibilidad de una industria muy presente en nuestro territorio y vital, por ello, para su economía».
Así, las soluciones industriales generadas a partir del proyecto Silife, cuyo investigador principal es el catedrático de la Universitat Jaume I de Castelló, coordinador del proyecto, Eliseo Monfort, tienen en cuenta una serie de medidas para minimizar o eliminar los riesgos laborales en este sentido y en ellas han trabajado todos los miembros del consorcio europeo de Silife, como son el Centro Cerámico de Bolonia (CCB), de Italia, el Fraunhofer ITEM, de Alemania, las empresas BCR Labs, Bulk Cargo Logistics, Esmalglass-Itaca, Fundiciones Fumbarri, Elastomers, Mapei y la Plataforma Española de Seguridad Industrial (PESI), que se unieron ayer a un foro-debate con los participantes coordinado por el profesor Monfort.
Asimismo, este miércoles ha tenido lugar en el ITC la última reunión del consorcio a la que han asistido todos los miembros además del supervisor del proyecto como representante de la Comisión Europea.