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un reportaje en castelló DE ANDREU ESTEBAN

Fotografías para visibilizar tabúes: la vida 'sin techo' en nuestra ciudad

25/05/2021 - 

CASTELLÓ. "Debe haber muy pocos felices en la calle. A mi si me ofrecen un trabajo y una casa para dormir, le van a dar por culo a la calle. Si tuviera un trabajo no estaría aquí"

Ni por una adicción a las drogas ni por pasarse con el alcohol. Enrique Chica Palacio lleva ocho años en la calle por haberse quedado sin absolutamente nada. Así de sencillo y de duro. Después de la muerte de sus padres y sin ningún recurso económico al que agarrarse, mal vendió su casa por unos pocos miles de euros y empezó a vivir en la calle. Desde entonces ha recorrido diferentes lugares de España hasta llegar a Castelló de la Plana. Sin rumbo y sin demasiada esperanza. 

"Se supone que el 13 de octubre cumpliré 61", le cuenta a Andreu Esteban, un estudiante de fotografía que ha decidido enfocar su Trabajo Final de Carrera en su día a día. "Mi pasión por el fotoperiodismo me lleva a querer contar esas historias que quedan invisibilizadas. En este caso, creo que se trata de un colectivo muy estigmatizado. Se suele tener una visión de estas personas como drogadictas, alcohólicas o que tienen enfermedades mentales, cuando muchas han acabado así por no tener elección. Desde la última crisis económica cualquiera que hubiera perdido su trabajo y estuviera llegando justo a final de mes podría haber acabado en esta situación. Y aun así, son tratados como lo más bajo de la sociedad", denuncia.

El fotoperiodista ha querido ser testigo de la soledad y de los miedos que habitan en la calle. Una crónica que relata en 8 anys vivint al carrer. Esa calle que aunque parece lejana para algunos, no lo es para las cerca de 34.000 personas que habitan en ellas. La cifra, que es tremenda, engloba también a personas que viven en albergues y centros de acogida. Sin embargo, solo en Cáritas dicen atender a más de 40.000 personas. Un 'desajuste' en las cifras que deja claro que hay mucha más gente de la que se contabiliza. 

"Se hizo en 2015 un estudio en Castelló que apuntaba que había 135 personas sin hogar, de las cuales 21 vivían en la calle y 114 en albergues. Pues bien, de estas, casi la mitad llevaba más de un año viviendo así y el 80% tenía estudios", señala Esteban. Un dato que desmonta una vez más, el mito que hay sobre las personas sin hogar. Apartadas a diario del rumbo que sigue nuestro mundo, no hay que olvidar que ellas y ellos también formaron una vez parte del sistema. 

Por otra parte, el estudio también señala que más de la mitad habían sufrido insultos y amenazas, el 48% robos y el 12% agresiones físicas.

Un #QuédateEnCasa con fecha de caducidad

No fue Enrique el primer testimonio con el que contó Andreu para su trabajo. Primero iba a centrar su proyecto en la vida de un matrimonio de Bulgaria que también vivía en las calles de Castelló, pero al poco tiempo se marcharon de la ciudad. Así que, tras una tarde buscando en la que le resultó tremendamente complicado encontrar de nuevo a alguien que estuviera dispuesto a ser fotografiado, topó con su sí. La historia de un hombre que, como Enrique dice, se ha acostumbrado a vivir en la calle, pero no es feliz. ¿Cómo se consigue eso? Se autropregunta el mismo. 

Totalmente invisibilizados y prueba de que no forman parte de ningún tipo de sociedad, el mismo Enrique se enteró de que había una pandemia cuando de pronto un día se lo llevaron a un albergue ubicado en el polideportivo municipal Castalia. Allí permaneció hasta que en junio del año pasado se consideró que el peligro de la covid-19 ya había pasado y el servicio cerró. Ahora, de nuevo, vive en las calles de la ciudad. "Lo hablé con él y me contó que no entendía que pasaba. Cada vez veía a menos gente por la calle y otros iban con mascarilla", recuerda el fotógrafo, que por todo esto quiere que el vídeo y el fotolibro que está a punto de imprimir sirvan para concienciar. "No les convierte en nada estar en la calle", reclama. 

Sin embargo, durante las grabaciones sí noto el fotógrafo como su trabajo no pasaba desapercibido y eran muchas las personas que se quedaban mirándolos. Porque, ¿qué hacía un chico como él en una terraza con un hombre como Enrique? "Me hubiera gustado pasar desapercibido. Pero a parte de por la cámara, notaba ese estigma encima".

Un DNI y ropa para volver a empezar

Foto: Andreu Esteban

El proyecto que Andreu Esteban ha desarrollado como parte de su trabajo de la universidad ha ido acompañado de mucho más que un documento audiovisual. El castellonense buscó financiación durante 40 días en la plataforma de micromecenazgo Verkami para poder cubrir los costes de la producción, pero además para poder pagarle los costes de un DNI, comprar nueva ropa, así como productos vinculados a la higiene. "Cuando le propuse la campaña de captación, le avisé de que no creía que pudiera cambiarle la vida ni su situación, pero hemos conseguido unos mil euros que irán para él. Además, hemos hablado de pedir alguna ayuda o pensión de jubilación". 

Como sea, la reivindicación del fotoperiodista ha ido acompañada de más de tres mil fotografías que seguro ayudarán a crear consciencia. Así lo ambiciona también Andreu Esteban, quien está a punto de lanzarse al mercado laboral con el claro compromiso de "contar historias que merezcan ser contadas". Está es- insiste- la esencia de su profesión. "Si tenemos los medios, hay que contar esas historias que permanecen invisibles". 

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