El grupo presenta su segundo disco, Folk Psychology, que gira entorno a las geometrías de la sugestión
VALÈNCIA. Juanvi Fortea y Paco León paran máquinas en su estudio durante unos minutos para hablar un rato de su música por teléfono. Uno de València (Fortea) y otro de Castellón (León) forman Güiro Meets Russia, un proyecto de música elecetrónica que bebe del Krautrock (rock experimental que empezó a introducir elementos electrónicos y que es uno de los orígenes de lo que hoy podemos conocer como música electrónica), el ambient y un largo abanico de un imaginario que sus dos componentes tienen bien alimentado.
Su primer LP, Dystopia (2016), acaparó el interés de esa gente a la que tenía que interesar ese trabajo, y pudieron girar por festivales de la talla del Mira en Barcelona o más recientemente en el Volumens de València. Sin embargo, los ambientes en los que se mueven habitualmente poco tienen que ver con el mundo de los grandes festivales y mucho con el underground local, y de eso también beben. Tal vez por eso, ellos creen que en València hay una escena de grupos con los que ellos comparten ciertas cosas. Así lo piensan, “al menos desde los círculos en los que se mueven”. Y si bien es cierto que la cantera de grupos valencianos con los que Güiro Meets Russia pueden compartir música, eso no quita su condición de perifería musical, un concepto que incluso puede quedar corto a veces con su trayectoria.
Y es que actualmente hay un claro auge de la música electrónica en los géneros más pop, copando las listas de éxitos y la escena indie (un concepto a analizar, ya que el género ha sido absorvido por la industria discográfico y ha perdido su condición de posibilita). Pero nada tiene que ver con los que proponen Fortea y León: un directo con audiovisuales que despliegan canciones construidas en el estudio pero reconstruidas sobre el escenario otra vez con mimo y destreza. Canciones que no hablan por sí solas, porque son instrumentales en su gran mayoría y cuyo objetivo dista mucho de que el público baile y poco de que el público escuche y sienta, también canciones que evolucionan, que están vivas y que nacen pero no mueren. Dicen que el punto de encuentro de muchos grupos valencianos de géneros que no se tocan entre sí es cierto matiz de oscuridad en aquello que se hace, y Güiro Meets Russia tiene mucho de eso, por referentes y “porque sale de manera natural, no porque sean góticos”.
Sin adornos discursivos, el grupo ha concebido los dos discos con un concepto sobre el que girar en cada uno de ellos. En su segundo trabajo, Folk Psychology, publicado hace tan solo unas semanas, se quiere hablar de las geometrías tejidas por la autoayuda, los medios de comunicación y todo lo que provoca la sugestión del ser humano, normalmente de manera vacua pero muy efectiva, y repitiendo una y otra vez lemas que se pueden encontrar desde la filosofía griega. Tal vez todo esta reflexión solo la encontréis en las líneas que se escriban sobre su trabajo publicado o sobre sus directos, pero en definitiva, es cómo han entendido su música y cómo la quieren presentar a un público que se tiene que dejar querer. Y es que en realidad sus canciones son en muchos casos experimentos en el local que van evaluando, modificando o descartando, y el concepto del disco en tan solo una manera de darle empaque a posteriori, no de una manera gratuita, sino fruto de leer, investigar y formarse sobre los temas que presentan al público.
Este trabajo lo han presentado en pocos escenarios (el Volumens fue uno de ellos), y es que la propuesta de Juanvi Fortea y Paco León no solo arriesga en el contenido sino también en la forma, con un montaje que les tiene que permitir jugar con algunos samples, crear y tocar las diferentes capas con las que se construyen sus canciones (lejos del estribillo-estrofa, sus canciones se hacen desde una base que se va repitiendo y a la que van añadiendo todo tipo de sonidos), además de los audiovisuales. De eso también puede presumir el grupo, de contar con unos audiovisuales que suman al diercto intensidad y poder de interacción. Tanto tiene que ver esto, que un de sus próximos encargos es el de poner música a THX 1138, la primera película de George Lucas, en la próxima edición del Cinemascore en Castellón.
Preguntados sobre el origen de la complejidad que constituyen muchas de sus canciones, empieza a ser pertinente –sino necesario- hablar de referentes. “Los timbres de la música actual no nos gustan mucho”, empiezan, y explican así que su sonido no tiene tanto que ver con la electrónica como con el rock experimental y la música progresiva de los 70 y los 80, con nombres como Pink Floyd o Brian Eno como influencias más populares. Güiro Meets Russia bebe así, de manera inconsciente, de una especie de nostalgia de la que se aprovecha (en el buen sentido de la palabra) mucha gente que no ha vivido la época que refencia: “es muy curioso porque incluso ir descubriendo grupos más antiguos, te das cuenta de que aquella música de la que bebías tenían como infuencia ese sonido anterior”. Por otra parte, y aunque la gente les haya puesto como etiqueta tener “una propuesta muy cinematográfica”, los dos componentes niegan la máxima: “tenemos más referencias de cómo grupos que nos gustan han construido sus audiovisuales que del cine propiamente dicho”.
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