VALÈNCIA (EP). El que fuera vicealcalde de València, el 'popular' Alfonso Grau, ha negado este lunes haber recibido ningún regalo del empresario Urbano Catalán ni de Transvia y ha declarado, en el juicio que se sigue contra él por un presunto delito de blanqueo y cohecho, que los dos relojes de lujo que devolvió para cambiarlos por otros más caros le fueron regalados por familiares en las Navidades de 2010 y Reyes de 2011, aunque se ha negado a identificarlos para no someterlos al "linchamiento mediático y social" que él ha sufrido.
Grau se ha sentado este lunes en el banquillo acusado de blanqueo y cohecho por supuestamente aceptar dos relojes de lujo de un contratista del Ayuntamiento en 2010 y 2011, cambiarlos por otros más caros y pagar la diferencia. Junto con Grau, la sección segunda de la Audiencia de Valencia también juzga al empresario Urbano Catalán, responsable de Transvia y Viajes Privilege.
Al respecto, Grau ha asegurado que ha visto alguna vez en "algún sitio" a Catalán pero que no tiene con él "ninguna relación en absoluto" y ha negado haber recibido de él ningún regalo. Por contra, ha argumentado que los dos relojes objeto del juicio fueron regalos familiares que devolvió porque no le gustaban y que lo cambió personalmente porque "no tenía nada que ocultar". "No hay cohecho", ha aseverado.
"Vengo siendo víctima de una persecución mediática y social inmisericorde y las entidades bancarias me han echado por riesgo reputacional y yo no voy a hacer a nadie de mi familia que sea víctima a la misma persecución", ha señalado para justificar su negativa a revelar el nombre del familiar que le regaló los relojes.
Asimismo, ha explicado que pagó en efectivo la diferencia de los relojes con el dinero que entonces guardaba en su casa de las consultas médicas que pasaban tanto él como su mujer. La Fiscalía Anticorrupción solicita para Grau una pena de seis años de prisión y el pago de una multa de 75.000 euros, mientras que para el empresario reclama un año de cárcel por cohecho.
Al respecto, Grau ha asegurado que ha visto alguna vez en "algún sitio" a Catalán pero que no tiene con él "ninguna relación en absoluto" y que no ha sido hasta la pasada semana cuando se ha tomado un café con él.
Así, ha comentado que sabía que Transvía tenía contratos con el Ayuntamiento porque él formaba parte de la Junta de Gobierno y todos los concursos pasaban por este órgano. No obstante, ha recalcado que él "no presionó" y que no podía condicionar "nada" porque "no tenía ni competencias ni la autoridad".
Grau, que también está investigado en el conocido como caso Imelsa, ha apuntado que cuando tomó posesión en el Ayuntamiento el 7 de julio de 1995 se les advirtió de la prohibición expresa de recibir regalos y ha insistido en que nunca aceptó ningún obsequio ni de Transvia "ni de nadie" más allá" de una botella de vino o de champagne o una corbata".
Por contra, ha asegurado que los dos relojes objeto del juicio fueron regalos de familiares que devolvió porque no le gustaban como, ha dicho, también devolvió el 80% de los relojes que le regalaban.
"Desde el caso Nóos vengo siendo víctima de una persecución mediática y social inmisericorde y las entidades bancarias me han echado por riesgo reputacional y yo no voy a hacer a nadie de mi familia que sea víctima a la misma persecución. Qué importa quién me los regaló, si no fue Catalán no hay cohecho", ha señalado para justificar su negativa a revelar a Fiscalía el nombre del familiar que le regaló los relojes.
Grau ha apuntado que nunca ha sido un cliente con cuenta ni de la joyería Rabat ni de ninguna otra aunque sí que iba a comprar cosas porque , ha comentado, "en aquella época me gustaban los relojes pero después de esta experiencia dejaron de gustarme", ha relatado.
No obstante, ha afirmado que no se ha acordaba de las marcas de todos los relojes que tenía en casa aunque sí de haber cambiado enero 2012 el original que le regalaron --un Piaget Pol de 11.575 euros, según mantiene Fiscalía-- por un Vachever Patrimony que costó 16.825 euros. La diferencia de 5.250 euros la pagó en metálico.
En 2010, sucedió "exactamente lo mismo" y cree recordar que además porque el original que le regalaron estaba defectuoso. "Me dijeron que lo llevaban arreglar y dije que no", ha relatado. Cambió, según Fiscalía, un Brequet Cassique de 13.530 euros por un Lange de 25.680 euros.
Grau ha explicado que en estos dos casos acudió a la tienda sin el ticket pero con la caja y con la garantía sellada para hacer la devolución y que los cambió personalmente porque "no tenía nada que ocultar".
Asimismo, ha explicado que pagó en efectivo la diferencia de los relojes con el dinero que entonces guardaba en su casa de las consultas médicas que pasaban tanto él como su mujer. "Si el importe era más elevado nos hacían un cheque y lo ingresábamos en el banco pero el dinero de las consultas nos lo llevábamos siempre a casa y lo teníamos en una caja de caudales", ha afirmado. Entonces declaraba unos 130.000 euros anuales.
Asimismo, ha explicado que tras recibir la primera carta de Hacienda se personó en la joyería para reclamar las facturas y en una conversación "poco agradable" le respondieron que no las tenían, que eso se llevaba desde Barcelona.
Además, ha aclarado que "con todo el dolor de su corazón" siguió el consejo de su asesor fiscal y procedió a una regulación fiscal complementaria por el dinero en efectivo de los dos relojes para "comprar paz" ya que al ser un cargo público podía acarrearle problemas. No obstante, ha apuntado que él ya había tributado por ese dinero.
Grau ha comentado que ya no tiene estos dos relojes porque los vendió a través de un mediador aun perdiendo dinero porque le "reportaban malos recuerdos y disgustos". "Algo que era objeto de placer se ha convertido en un objeto de displacer", ha apostillado.
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