VALÈNCIA. El juicio contra el exvicealcalde de València Alfonso Grau, por cohecho y blanqueo de capitales al aceptar relojes del empresario Urbano Catalán, contratista del Ayuntamiento de València, comenzó con media hora de retraso este lunes con los dos protagonistas en el banquillo de los acusados. Los dos están acusados de cohecho y Grau, además, de blanqueo de capitales.
La primera decisión de la Sala formada por magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial fue que los procesados declaren en último lugar tras los testigos y los peritos. Los primeros en declarar fueron dos testigos de la Fiscalía, ambos extrabajadores de la joyería Rabat donde el empresario compró unos relojes que presuntamente Grau cambió por otros más caros para blanquear dinero negro. Ninguno de los dos pudo aportar nada que ayudara a la acusación del Ministerio Fiscal.
Sin embargo, tras ese primer traspiés la situación mejoró para el fiscal Ricardo Olivares, que llegaba a juicio con una causa heredada del exfiscal Anticorrupción Vicente Torres. Era el turno de la Guardia Civil. El primero de los agentes aseguró que "Catalán compra unos relojes y Grau los devuelve y compra otros. El reloj que adquiere Urbano Catalán es utilizado por Grau como forma de pago según la documentación aportada por la Agencia Tributaria. La joyería asigna un número a una pieza y siempre está asignado a una pieza y con eso se hizo la trazabilidad". Sin embargo, admitió que no encontraron los relojes presuntamente adquiridos por Grau en su domicilio.
El agente que analizó la documentación contable de la joyería Rabat ratificó esa versión de los hecho: "En Rabat se buscaban documentos que casaran con lo que la Agencia Tributaria tenía. Había un reloj comprado por Urbano Catalán y lo devolvió el señor Alfonso Grau. Solicitamos la información. Con la documentación se pudo ver la trazabilidad. La trazabilidad es el número que les asignaban ellos a cada reloj. Era el código de artículo (único). Se veía quién lo había comprado, en este caso era Catalán y, luego se veía que lo devolvió Grau. Se veía con los códigos internos que ellos asignaban".
"La compra la hacía Urbano Catalán en persona, pero los relojes comprados estaban a nombre de dos empresas vinculadas a él: Transvia y Transvia Tours. Las adquisiciones se facturaban a esas empresas", apostilló el agente de la Guardia Civil.
Tras la Guardia Civil llegó el turno de la persona de Rabat que envió la información al Instituto Armado. Arturo Alfoncea, director de servicios corporativos de Rabat desde el año 2016 fue la persona que remitió la documentación en la que se basa la acusación. Alfoncea fue muy claro: "Este reloj fue vendido al señor Urbano Catalán y luego fue devuelto por el señor Grau".
Alfoncea también dio explicaciones a varias dudas que planeaban sobre la sala desde el principio del juicio, como era el cambio de numeración en los saldos internos de la tienda que hacían referencia al número exacto de modelos que tenían en stock de cada reloj. Unos cambios numéricos que hasta ese momento habían servido a las defensas como pilar de apoyo pues querían imponer la tesis de que no se sabía cuántos relojes había y, por tanto, no se podía acreditar la acusación.
El trabajador de la joyería dijo que tenía dos modelos del reloj que compró el empresario, y por eso en el saldo interno de la joyería aparece un 1, porque la tienda pasa de tener dos a tener uno. Al día siguiente, en el saldo de compra de Grau vuelve a aparecer un dos porque se devuelve el reloj.
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