VALÈNCIA. La izquierda seguirá al frente del Gobierno valenciano tras las elecciones autonómicas celebradas este domingo. Y lo hará, salvo catástrofe negociadora, de nuevo con el socialista Ximo Puig como presidente de la Generalitat, que ha logrado llevar a su partido a ser la fuerza más votada 28 años después de que lo lograra por última vez Joan Lerma.
Un éxito relativamente ajustado -el bloque de izquierdas se impuso al de derechas por 52 escaños a 47- que se cimentó el pasado 4 de marzo con el anuncio del adelanto electoral de Puig pese a la férrea oposición de Compromís, su socio en el Consell. Desde la coalición valencianista veían en el movimiento del líder socialista una maniobra para, al hacer coincidir los comicios autonómicos con los generales, desinflar sus posibilidades en la cita con las urnas. Y efectivamente, ese era el plan que este domingo se consumó no sin sufrimiento.
Así, las sesudas argumentaciones de Puig y los suyos sobre la importancia de adelantar los comicios para visibilizar la agenda política valenciana y tener un calendario propio pasaron, ya durante la campaña, a segundo o tercer plano. El asunto iba de lo que iba: los números. El tirón de Pedro Sánchez con su llamamiento al voto útil para luchar contra el tándem PP-Ciudadanos y la extrema derecha representada por Vox podía ser fundamental como factor diferenciador para despegarse de Compromís. Y así ha sido.
La otra pata de la estrategia, quizá más fácilmente justificable, era la operación 'Salvar al soldado Podemos'. La formación morada venía perdiendo fuerza en los últimos meses y el temor a que pudiera no superar la barrera electoral del 5% a Les Corts inquietaba a sus compañeros del Botànic. La coincidencia con las elecciones generales permitió la entrada en liza de Pablo Iglesias, quien con dos buenas actuaciones en los debates televisados, a buen seguro contribuyó a sostener el voto de la formación morada en la Comunitat Valenciana, donde la alianza con Esquerra Unida también ha apuntalado la candidatura y ayudado a salvar los muebles.
De esta manera, Puig logró este domingo la victoria que buscaba y que planeó con su equipo meses atrás. Un triunfo basado en que el PSPV-PSOE tomara una distancia lo suficientemente amplia con sus socios que le hiciera indiscutiblemente y sin competencia otra vez presidente de la Generalitat. La negociación puede ser dura, pero los números evidencian que volverá a ser jefe del Consell, dado que entre Compromís (17) y Unides Podem (8) no superan siquiera a la formación socialista (27) en número de escaños.
Ahora bien, ciñéndonos a los números, el resultado del PSPV en sí no es ni mucho menos excelente. La formación socialista sube algo más de tres puntos y medio respecto a 2015, mejora en cuatro escaños y se incrementa en 50.000 votos. A priori, no suena mal, pero si se tiene en cuenta la confluencia con unas elecciones generales en las que la marca ha resucitado de forma significativa, los en torno a 620.000 votos conseguidos por Puig son el segundo peor resultado de la historia del partido, superando eso sí en 115.000 votos su marca de 2015.
Es cierto que ahora la competencia es dura en el bloque de izquierdas, pero en esta cita electoral, las expectativas de viento favorable gracias al PSOE y la irrupción de la extrema derecha hacía albergar mayores expectativas a los socialistas valencianos, que han llevado además el timón del Palau de la Generalitat durante los últimos cuatro años. Sin embargo, el voto dual se hizo efectivo este domingo: Sánchez sumó unos 743.000 votos en la Comunitat, unas 120.000 papeletas más que Puig.
Pese a todo ello, la noche del 28A se convirtió en una noche de éxito para el socialismo valenciano, que recuperó el privilegio de ser la fuerza más votada y deberá sostener la responsabilidad de capitanear un Botànic II, dado que no existe posibilidad de suma con Ciudadanos. Así pues, el PSPV de Puig deberá llegar a un acuerdo con Compromís pero también con Podemos y Esquerra Unida, formaciones que han acudido en coalición y que también han evidenciado su deseo de formar parte del Gobierno valenciano. Una prueba de fuego para un Ejecutivo que, con dos socios, ha superado con cierta solvencia la legislatura pero que ha visto reducida su ventaja en las urnas respecto al bloque de derechas.
Partido más votado en cada municipio