Lo digital y lo humano deben ir de la mano. No hay nada más deshumanizante que la falta de tiempo, que nos ahoga en los procesos de reflexión, estrategia y crecimiento personal. En este escenario, la tecnología es un facilitador en la ejecución de muchas tareas y nos libera espacio para cultivar las cualidades de pensamiento y reflexión inherentes al ser humano
CASTELLÓ (VP). Las empresas deben reenfocar todos sus procesos desde una perspectiva digital global porque “aquellas que no lo hagan corren el riesgo de entrar en una eutanasia digital que les dejará fuera del mercado”, advierte Jaime Torres, director de ESAT y ponente del XXIX Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Étnor en colaboración con la Fundación Bancaja. Su sesión 'ESAT caso de uso. Respuesta formativa a la necesidad digital' se impartirá el próximo lunes 18 de mayo a través de la plataforma Zoom y las redes sociales de Étnor.
Y es que la revolución digital es irreversible y está cambiándolo todo, la economía, la cultura, la gobernanza y nuestra forma de relacionarnos. Se están produciendo avances que hasta hace unos años eran impensables y va a haber muchos más en todos los sectores. La crisis provocada por la covid-19 no ha hecho más que acelerarlos.
Las startups lo tienen muy claro, pero las corporates parece que no tanto. En este sentido, Jaime Torres explica que los “early adopters” -fundamentalmente empresas de base tecnológica y pequeña dimensión como ocurre con los emprendedores- ya están transformados digitalmente puesto que sus procesos son conceptualmente digitales, sin embargo las grandes corporaciones lo tienen mucho más complicado, ya no por su tamaño y estructura, sino porque no se trata sólo de seguir haciendo lo mismo pero con herramientas digitales, sino de transformar todos los procesos desde una concepción digital de los mismos y eso supone un cambio de estrategia y, por ende, de modelo de negocio”.
Todo parece indicar, por tanto, que el nuevo liderazgo, será tecnológico o no será, una afirmación que Torres suscribe al 100% y ejemplifica recordando que las 6 empresas más grandes del mundo por capitalización bursátil -excluyendo a la petrolera Saudí Aranco- son tecnológicas: Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet-Google, Tencent-Videojuegos y Facebook. “Si a esto añadimos que la información es el activo principal de empresas y gobiernos, vemos claramente que el liderazgo es y será tecnológico, sin lugar a dudas”, confirma.
Lejos de creer que lo digital crea procesos deshumanizados, el ponente defiende que la tecnología existe para hacernos la vida más fácil, “la tecnología está creada por nosotros y es parte de nosotros” recuerda. Es, por tanto, un facilitador de la ejecución, que permite ser más eficiente al ser humano y disponer de más tiempo.
A su juicio, “no hay nada más deshumanizante que la falta de tiempo, no tenemos tiempo suficiente ya para pensar. El problema surge porque lo urgente te quita tiempo para lo importante, es decir la ejecución ahoga en muchos casos los procesos de reflexión, estrategia y crecimiento personal. La tecnología debe provocar procesos de ejecución automática que nos libere de esas cargas repetitivas y alienantes, para dejar paso al crecimiento personal, a la estrategia y al cultivo de las cualidades de pensamiento y reflexión inherentes al ser humano”.
Inmersos como estamos en la era de inteligencia cognitiva en la que todo es nuevo y nada está definido, son múltiples las incertidumbres y nuevas reglas que tenemos que escribir. Jaime Torres reflexiona sobre esta cuestión para alumbrar que “hay que reescribir nuevas reglas porque se nos abre un nuevo paradigma, si bien es cierto que la tecnología hasta el momento nos ha ayudado a la toma de decisiones, ahora estamos ya en otra etapa, en donde la tecnología puede tomar decisiones de manera autónoma” pero esto no nos tiene que llevar a escenarios de miedo o rechazo de la tecnología, ya que aunque la inteligencia artificial pueda ser autónoma en su ejecución, no puede serlo en su programación. “Por eso se hace necesario establecer una serie de valores éticos comunes mediante una gobernanza global sobre los avances en esta materia, que permitan el control por expertos, al igual que ocurrió con las armas químicas y atómicas en plena escalada armamentística de las potencias”, recuerda.
Ante aquellos que se alarman por el posible gap que puedan tener las tecnologías, fruto de los sesgos de quienes las programan, el director de ESAT reconoce que es un riesgo que está ahí y aclara que el sesgo lo pone el que aporta el análisis para el diseño del algoritmo, es decir, el que dice lo que quiere que haga la máquina. Torres aclara que el grueso del software que utilizamos es imperativo -le decimos a la máquina lo que queremos que haga- pero ahora se pretende que sea la propia máquina quien proponga lo que se debe hacer y, en último término, programe lo que se debe hacer sin intervención humana, “a esto se le llama singularidad, es un punto al que no deberíamos nunca llegar” afirma rotundo.
Como experto en docencia de la economía digital tiene claro que el desarrollo de aquellas skills en las que no competiremos con la inteligencia artificial es el mayor reto al que se enfrenta la educación, “lo espontáneo, creativo, emocional e interpersonal es lo más difícil para la máquina, aunque no imposible de simular” advierte. Por eso señala que la formación debe darse en un marco en el que convivan las materias STEM -necesarias para el avance técnico y digital de nuestra civilización- y la formación en humanidades, pensamiento crítico, ética, moral, relaciones interpersonales, procesos de toma de decisiones y resolución de problemas. “Necesitamos una generación Z de personas altamente preparadas en materias técnicas, pero con altas capacidades de razonamiento crítico basado en valores éticos y morales” añade, para concluir señalando que esta revolución digital no va de máquinas va de personas, y aquí es en donde la filosofía y la neurociencia van a cobrar todo su protagonismo.