VALÈNCIA. La posibilidad de que el vicespresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, miembro destacado de Podem, se marchara antes de que finalizara la legislatura llevaba flotando en el ambiente desde hace algunos meses. Desde que Pilar Lima ganó las primarias y se convirtió en la nueva líder de la formación morada en detrimento de la diputada Naiara Davó, la favorita de Dalmau, la salida del vicepresidente fue una opción que ganó enteros.
El adiós del profesor universitario complica la estabilidad del Botànic en cierta medida -todavía está por calibrar cuánta- y causa especial preocupación en Presidencia, dado que el jefe del Consell, Ximo Puig, se encontraba especialmente cómodo con Martínez Dalmau, quien se había destapado desde 2019 como un aliado institucional sólido.
La situación ha desenterrado una vez más la opción del adelanto electoral, una capacidad de la que sólo dispone el presidente de la Generalitat. Superado el ecuador de la legislatura y a las puertas de una nueva negociación de los Presupuestos, en este caso de 2022, la posibilidad de un anticipo de los comicios empieza a sonar menos lejana. Al menos, a medio plazo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vendrá a València en octubre para celebrar el 40º Congreso Federal del PSOE, del que saldrá victorioso probablemente sin oposición. Una senda que, salvo sorpresa mayúscula, seguirá también Puig en su cónclave autonómico que tendrá lugar en noviembre. A partir de ahí, si la superación de la pandemia sigue los planes previstos y empiezan a hacerse notar los fondos europeos de recuperación, el presidente de la Generalitat tendrá una posición más que sólida para enfrentarse a las urnas en 2022.
Un plan que desde el entorno del presidente ni confirman ni desmienten: se niegan a entrar en lo que califican como "conjeturas" hasta no saber cuál va a ser la nueva convivencia con Podem y con el sustituto de Martínez Dalmau, que apunta a ser el director de la Inspección de Trabajo del ministerio, Héctor Illueca, quien también se reunión con el vicepresidente el pasado viernes cuando trasladó su decisión de marcharse.
Ahora bien, desde el Palau de la Generalitat ya no se descarta nada. La opinión predominante es que Puig ha mejorado su posición con la gestión de la pandemia y la idea generalizada es que incrementaría ampliamente los 27 diputados logrados en 2019. No obstante, la mayoría absoluta se sitúa en 50 escaños, y parece improbable que los socialistas puedan alcanzarlos en solitario. La gran duda, como ya lo era en las elecciones de hace dos años, es si Podem -en alianza con Esquerra Unida- podrá superar el listón del 5% y mantenerse en Les Corts: en aquellos comicios logró 8 escaños y un 8% de los votos. No obstante, cabe recordar que estos se celebraron, por decisión de Puig, al mismo tiempo que las elecciones generales, lo que favoreció el tirón de la marca morada, dado que el votante veía en el ticket electoral a Pablo Iglesias.
No obstante, la situación actual, al menos así lo ven en Presidencia, no es la misma. Si Puig decide celebrar unas elecciones autonómicas en solitario, Unides Podem podría no alcanzar el 5%, por lo que todo recaería en una mejora importante del PSPV y que Compromís aguantara el tipo o a la inversa.
La otra opción, sería que Unides Podem buscara una alianza con Compromís como ya ocurriera en anteriores elecciones generales para que así se perdieran los menos votos posibles de la izquierda. Un pacto más que complicado en el que sería difícil casar el ideario político y todas las corrientes, sensibilidades y viejas rencillas que existen entre los distintos actores progresistas.
Al margen de las especulaciones sobre las urnas, el presidente Puig tiene ante sí cuestiones más inmediatas, empezando por la sucesión de Martínez Dalmau y de si esta va a acompañada de alguna otra modificación en el Ejecutivo aprovechando que se abre el melón de los cambios. Por el momento, en el Palau se guarda silencio aunque algunos de los colaboradores del presidente muestran cierto escepticismo en que se afronte una crisis del Consell de gran calado aprovechando la salida del vicepresidente segundo. En Compromís, por su parte, no muestran ningún interés en afrontar relevos en las cuatro carteras que dirigen.