"A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo […] preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa?" (Antoine de Saint-Exupéry, "El Principito")
VALÈNCIA. En estas elecciones se va a tener la aparente paradoja de que pese que va a haber múltiples encuestas disponibles para las elecciones generales (más de una docena), los expertos del tema no dejan de advertirnos que debemos tener cuidado con la interpretación de los resultados de los sondeos y que hay muchas incertidumbres.
La base teórica de las encuestas es sencilla: se equipara al electorado con una enorme bolsa cerrada llena de millones de canicas de colores. Si se sacan suficiente número de canicas de forma aleatoria, se podrá determinar una fiel representación de los colores de las canicas que contiene la bolsa. Matemáticamente, hay una relación muy bien definida entre la proporción de canicas que sacamos y la proporción de canicas que puede haber en la bolsa. Y este es el margen de error que suele darse en los sondeos, que suele ser pequeño (±3 % para una encuesta de 1.000 entrevistas o ±0,8 % para la preelectoral del CIS, con más de 16.000 entrevistas). Sin embargo, la analogía de una encuesta electoral con una bolsa de canicas deja mucho que desear, porque puede no ser tan fácil seleccionar la muestra aleatoria de personas que respondan a las preguntas, y que las respuestas que se den a los encuestadores o no sean concluyentes o sean incluso erróneas.
Seleccionar una muestra realmente representativa puede no ser tan sencillo como parece, ya que quizás el entrevistado no quiera responder; o bien porque no sea fácil de encontrar: se han visto sesgos en las encuestas dependiendo de si se hacían telefónicamente por línea fija o por línea móvil. Y actualmente hay una gran variedad de técnicas para realizar encuestas: personalmente a domicilio; por teléfono móvil o fijo; por teleoperador o por ordenador con sintetizador de voz; o por panel de internet. Cada método tiene sus ventajas e inconvenientes, y cada método introduce su tendencia en el resultado. Luego en las respuestas puede ser que la indecisión del voto afecte más a un colectivo (como las personas mayores) que a otro, o que incluso pueda haber cierta "ocultación" del voto dependiendo de las circunstancias.
Para corregir todos estos efectos es donde entra la cocina electoral. Y como a la hora de preparar una buena paella, cada uno tiene su estilo y gusto. Así que no es de extrañar que cuando se comparan todas las encuestas, haya bastante dispersión de las estimaciones de voto. Si además añadimos que el sistema de reparto de escaños está basado en las provincias, la estimación de escaños con muestras de mil o dos mil entrevistas (salvo el macrobarómetro del CIS) no es apta para estadísticos melindrosos, y las estimaciones deberían mostrar indeterminaciones grandes, hecho que se esconde debajo de los artefactos matemáticos usados.
Puede haber muchos tipos de cocina que a priori sean correctos, pero que a la hora de la verdad fallen estrepitosamente, porque se hayan basado en suposiciones que podían parecer razonables, pero que al final se demostraron incorrectas. En los últimos procesos electorales, en conjunto las encuestas han tenido una desviación con respecto a los resultados de más del 2 % para cada partido, con elecciones donde las encuestas han acertado razonablemente los partidos más votados, mientras que en otros comicios han tenido significativos fallos de predicción.
Además, para estas elecciones, la aparición de Vox ha incrementado la incertidumbre. Por un lado, ha aumentado las opciones en el campo del voto conservador, que se muestra más dubitativo al contar con tres opciones; por otro, los encuestadores, salvo las últimas elecciones andaluzas, no tienen tampoco con quién comparar. Y en el campo de la izquierda, tampoco ayuda para las estimaciones el aparente derrumbamiento de Unidas Podemos tras sus líos internos, ya que los cambios bruscos de las preferencias de los electores también pueden introducir mayores incertidumbres en las predicciones.
Otra incógnita significativa es la participación, que en las últimas elecciones andaluzas se mostró fundamental, indicando una desmovilización de la izquierda. Parece que si la participación es mayor que en las últimas elecciones generales será bueno para la izquierda y si es peor, la derecha será más favorecida. Este dato es importante, porque ya durante la jornada electoral se irán conociendo los niveles de participación. Sin embargo, es una estimación que no suelen dar las empresas demoscópicas, y cuando lo dan, hay que fijarse si la participación es sobre los residentes, los que contestan a las encuestas (la participación del recuento de la noche electoral), o sobre el total del censo (con los votos de los residentes en el extranjero, que no se sabe hasta varios días después de las elecciones).
El problema de determinar la participación es que en las entrevistas suele haber bastante más porcentaje de personas que dicen que han votado o que van a votar que el real, por lo que las respuestas directas darían una estimación de participación bastante irreal. Y que la participación en el electorado poco motivado puede verse influida incluso por factores externos al proceso electoral, como la meteorología.
Porque otro factor que no pueden tener en cuenta las encuestas son las decisiones o incluso cambios de voto de última hora, fenómeno que parece que se está produciendo cada vez con más frecuencia: el electorado decide cada vez más tarde su voto. También habrá que ver cómo afecta que el trabajo de campo de las encuestas se ha tenido que realizar en Semana Santa, para cumplir con las obligaciones legales que obligan a publicar las encuestas seis días antes de las elecciones como muy tarde.
"Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?" (Antoine de Saint-Exupéry, "El Principito")
Tras ver que con las encuestas quizás no se pueda obtener una estimación precisa del resultado electoral, lo que sí se podrá estudiar es tendencias y al menos saber por dónde van a venir ciertas incertidumbres del resultado. Por ejemplo, del macrobarómetro del CIS se puede obtener esta tabla de diferentes comportamientos del electorado según lo que votaron en las elecciones generales de 2016:
Se observa que hay un alto porcentaje del electorado que todavía no sabía qué votar cuando se hizo la encuesta (1 al 18 de marzo), pero aún más en los partidos de derecha, destacando los que fueron votantes de Ciudadanos con un 39 %. Los que votaron PSOE son los que destacan con más de un 60 % de votantes que repetirán el voto al PSOE, mientras en los demás partidos están en el 40 %. Por otra parte, los votantes de Unidas Podemos son lo que más tenían decidido que no iban a repetir el voto a su partido (31 %), seguido del PP (26 %). Estos números son favorables al PSOE e indican que en los votantes de derecha hay una gran indecisión, que se irá determinando según avance la campaña electoral, y quizás cuando ya no se puedan publicar sondeos.
A la hora de formar mayorías, las encuestas no prevén que los partidos de derecha vayan a conseguir la mayoría del Congreso. Más posibilidades, pero tampoco muchas, tendría la suma de los escaños del PSOE, Unidas Podemos y otros partidos regionalistas y nacionalistas no independentistas. Más probable es la fórmula de PSOE con Ciudadanos, pero en absoluto es seguro que sea suficiente. Así que, incluso tras analizar todas las encuestas disponibles, todo está muy abierto.
Aún a pesar de las grandes diferencias entre las estimaciones de unas empresas demoscópicas y otras, el consenso del conjunto podría decir que el PSOE va a ser el partido con más escaños, y el segundo el PP. Después, vendrían Ciudadanos, Podemos y Vox, pero con diferencias tan ajustadas que, teniendo en cuenta el histórico de error de las encuestas en otras elecciones, no sería de extrañar que el orden cambiara.
También es interesante ver la evolución de la estimación de voto de las encuestas desde febrero, cuando ya las encuestas daban alrededor del 10% a Vox.
Se observa que, desde febrero, ha habido una subida clara del PSOE por un descenso significativo de Ciudadanos, mientras los demás partidos daban tendencias confusas (en unas encuestas subían algo, mientras que en otras bajaban). Aunque hay que tener cuidado con la evolución de Unidas Podemos, porque debido a las separaciones de los partidos que confluyeron en las pasadas elecciones (Compromís, En Marea), las encuestas han ido teniendo diferente consideración sobre si incluían o no a estos partidos en Unidas Podemos. Si continuara esta evolución, podría terminar siendo muy malo para Ciudadanos. Pero habrá que ver también cómo afectan los dos debates electorales en la semana final.
Todas estas circunstancias conducen a concluir que estas elecciones no van a ser fáciles de pronosticar, y casi se podría decir que lo que más nos extrañaría es que no hubiera sorpresas al contar los votos de las urnas.