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mejor artista de circo, en els premis de les arts escèniques

Marisa Ibáñez: "A través del humor se pueden contar las cosas más tristes del mundo"

8/11/2020 - 

CASTELLÓ. Lleva años luchando el clown contra el fracaso. Es casi su razón de ser. Hacer del error una carcajada y del tropiezo un espectáculo. Pero además de esto, el payaso lucha día a día contra su propia invisibilidad. Por más grande que sea la nariz roja que lleva puesta (si la lleva), por más tiempo que lleve en los escenarios, no es su figura tan reconocida como las demás. Así lo hizo saber Marisa Ibáñez tras recoger el premio a Mejor artista de circo en els Premis de les arts escèniques valencianes. Un galardón que le llegaba por su papel de clown en el espectáculo Sophie de La troupé Malabó. En una misma noche se pusieron todos los focos sobre un payaso, o mejor dicho sobre una payasa. Era el momento de aprovechar y la artista castellonense reivindicó el humor, ese humor blanco que a veces causa hasta el desespero del público infantil, pero que también sirve para crear conciencia, desde la delicadeza, de temas tan denunciados como la invisibilidad de la mujer. 

Decía hace años la actriz, en una entrevista con este mismo diario, que si tiene que escoger prefiere un humor "poético que panfletario". Esto le ha permitido acercarse con el mismo éxito a todo tipo de espectadores. Y no se equivoquen porque ir a ver una pieza de clowns, además de risa también puede suponernos disfrutar de un momento de lírica y poesía, como en Sophie. Con la emoción todavía a flor de piel, Ibañez vuelve a atender a Castellón Plaza para reivindicar la honorabilidad de su oficio.

-Empecemos por el final... Acabas de recibir el premio a mejor artista de circo por tu trabajo en Sophie. ¿Ya era hora de reconocer la figura del clown?
-Sí, muchas veces se olvidan del payaso, no saben dónde ponerlo. La gente tiene una idea muy equivocada de estos. No es una persona que solo viste de colores y tiene la nariz roja. Hoy en día no hace falta ni siquiera llevar nariz para ser un payaso. Si lo eres se va a ver igual. 

-¿El clown nace o se hace? Porque tú venías de hacer otro tipo teatro en Salamanca.
-Para ser clown yo me formé en València. Estudié primero historia del arte, pero en los últimos años de carrera empecé a trabajar en una compañía profesional de sala y ya nunca lo he dejado. Terminé la carrera, pero siempre me he dedicado a las artes escénicas. Conocí a Sergio en 2004 en un espectáculo de calle que se hizo entre Castellón y Salamanca y fue entonces cuando empecé a trabajar en el teatro de calle y me vine hacia aquí. Soy clown a base de la formación que he tenido, pero también de la experiencia de los espectáculos que hemos creado nosotros mismos. 

-¿Obliga de alguna forma el arte de calle a implicarse más en la sociedad?
-Sí, la cercanía de la calle no te la da una sala, aunque ahora con la covid no la tienes en ninguna de las dos partes. Pero la calle es maravillosa porque puedes mirar al espectador a un metro de distancia, sentirlo y romper esa cuarta pared. Esto obliga a cuidar la escenografía de la que dispones y la puesta en escena, que no es la misma que tener un fondo negro detrás. Varía el contenido y te da otra envoltura. 

Marisa Ibáñez junto al resto del elenco de 'Sophie' tras recibir el premio a Mejor artista de circo

-Sophie no deja de ser una obra de teatro donde se habla del empoderamiento de la mujer. ¿Es ese "humor blanco", que suele caracterizar al clown, igual de valido para crear consciencia que otro tipo de mensajes?
-Sí, a través del humor se pueden contar las cosas más tristes del mundo. Nosotros procuramos que el humor sea nuestra herramienta de comunicación. Además nos interesa un tipo de humor suave porque trabajamos mucho hacía un público familiar. Pero aunque sea suave deja igual una semilla en los adultos que la vean. Permite coger a la primera el mensaje y a los niños despertarles la curiosidad. 

-¿Cualquier tema puede ser abordado desde la comicidad?
-Yo creo que sí. Aunque algo sea violento siempre puede tratarse desde el humor. 

-Entonces, aunque la figura del payaso o del bufón siempre ha ido asociada a un tipo de espectáculo muy light, ¿funcionan igual de bien las propuestas más reivindicativas o contestatarias?
-Por supuesto, pueden haber obras con ese impacto y esa fortaleza. Aunque nosotros preferimos el camino del humor y de la ternura, desde ahí pueden salir cosas muy tontas. Hay veces incluso en las que los niños se cabrean, nos dicen que cómo somos tan tontos. La tontería es bueníssima. El payaso siempre tiene problemas, pero lo vive como una oportunidad, no se ofusca. En la calamidad está la oportunidad y nada es difícil sino apasionante. Está enseñanza la llevamos muy adentro. 

-Decías en 2019, en una entrevista con Castellón Plaza, que la tendencia de la compañía iba a empezar a ser producir nuevos espectáculos cada dos años. ¿Ha puesto la crisis del coronavirus en jaque estos planes?
-No, estamos produciendo igual. De hecho ya estamos en los ensayos de un nuevo espectáculo. Por suerte no hemos parado de trabajar desde agosto. Afortunadamente el volumen ha sido igual bueno y ya teníamos en mente desde primavera empezar. Ahora vamos a un ritmo forzoso, porque estamos con una creación de un formato un poco mayor.

-Algunas voces del sector reclaman que si vuelve a haber confinamiento no cierren ni las escuelas ni el teatro. ¿Temes que en el caso de las calles, las instituciones vuelvan a tener miedo de programar?
-Sí, ya lo están teniendo de hecho. Están comenzando a suspender en zonas de la Comunitat e incluso en salas también. Hace semanas teníamos una representación en Alzira y nos la suspendieron. Es una contradicción, porque se puede ir a los centros comerciales donde la gente se agrupa sin distancia, pero a los teatros o a los espectáculos de calle que son seguros, no. Se están olvidando de una parte del sector que también mueve mucho trabajo. 



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