presenta libro con anagrama y una exposición en la nau

Paula Bonet se vacía para atrapar 'La Anguila'

26/03/2021 - 

VALÈNCIA. Una vida marcada por las violencias visibles e invisibles, gente que cuida y gente que intenta poseer. Y el arte, claro, como medio de expresión y como reflejo de todo lo bueno y lo malo que se puede pensar. La Anguila saca a la luz todo esto y mucho más. Se trata del debut literario de Paula Bonet, que publica Anagrama, y que se complementa con la exposición que la semana que viene se inaugurará en La Nau de la Universitat de València. Una ficción (“es importante para mí subrayarlo: no son unas memorias. Es ficción y autoficción confundidos”) que no busca contar una historia, sino una vida marcada por ser mujer, a través de los agresores, de las amigas y de su propia familia.

Bonet construye una textura incómoda con un objetivo claro: “quiero que este libro sirva para que se revisen hombres y mujeres”. Lo hace a través del relato de una vida marcada por las violencias sexuales más claras pero también frases que se clavan en el pecho, que crean complejos y miedo, que determinan. La artista rechaza, al igual que la etiqueta de autoficción, la de que sea un texto post-Me Too: “lo que cuento aquí ya estaba en Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END [su primera referencia editorial], pero la gente no lo leyó. Eso, como autora, es difícil”, explicó ayer en la rueda de prensa de presentación del libro. Un envoltorio preciosista que le encumbró y al que renunció hace ya varios años. Aquellas muchachas con las mejillas sonrojadas estaban cubiertas de metáforas que a poca gente le interesó atender: “esto demuestra cómo de hipócritas y cómplices somos”.

Ahora, el material con el que trabaja, igual de duro, se vuelve más visceral y directo: “mete las manos hasta los codos en materiales muy asquerosos que ha podido transformar en belleza”, decía la editora Silvia Sesé. Todo a través del paralelismo de la anguila, un pez casi imposible de atrapar, un cuerpo que palpita y que se escurre, un animal que se transforma y que recorre miles de kilómetros en su vida para llevar a cabo esa transformación, una especie cuya ontología ha permanecido misteriosa hasta hace muy poco. Pero sobre todo, un punto de partida sobre el que hablar de cuerpos, de la pérdida y del arte.

Las falsas memorias están marcadas por tres hombres que ejercieron su violencia: una pareja controladora, un profesor universitario que le dobla la edad, y un Premio Nacional de Poesía que abusa sexualmente de ella. Pero ellos no son ni mucho menos los únicos personajes de una novela coral con una estructura desordenada (“trabajar con la estructura me ha llevado mucho tiempo”). También está su familia, amigos y amigas, y lugares que pueden ser opresión o refugio. Bonet mismo confiesa tener a su abuelo como gran referencia literaria, pero también haber descubierto una nueva dimensión de su abuela. Lo hace a través de la correspondencia que ambos mantuvieron y en la que la autora se permite intervenir para ficcionarlo. “Ahora mismo, no podría separar qué es realidad y qué es ficción en La Anguila”, confiesa la vila-realense.

Foto: Noemí Elías

Tal vez la mayor complejidad de la novela resida en una contradicción incómoda: por un lado, es un libro de denuncia, de exposición y una llamada a la acción; por otro, un testimonio “alejado de la rabia, del enfado, de la tristeza, del haberse sabido víctima”. “Es un texto que trata asuntos muy siniestros y complejos, pero que está lleno de amor por el cuerpo, por la herencia, por otras personas, por la pintura…”, comenta. Es, ante todo, un despertar que busca trasladar a quien tome el libro.

A lo largo de la rueda de prensa, Bonet ha contado alguna otra situación que ha tenido que vivir en primera persona y cómo la gente miraba hacia otro lado: “No podemos permitir que esta cosas sucedan. Es el compromiso que tenemos los seres humanos con otros seres humanos: protegernos”. Las memorias que se suceden han convertido el proceso de escritura como algo “placentero pero muy doloroso”. Siete años lleva intentando liberar La Anguila, dos plasmándola sobre papel. Desde el miércoles, está en la librería y en las manos de la gente: “no he pensado en dirigirme a nadie escribiéndola. La literatura y la pintura son espacios de libertad. Aquel autor o autora que está más pendiente de su público que de su obra no me interesa”.

Bonet ha volcado en La Anguila también todo su universo artístico y literario. Roser Bru, Rebeca Solnit, Rafael Chirbes y tantas otras. El arte entendido como proceso y no como la interpretación de una imagen. Las texturas, el aprendizaje de técnicas, el descubrimiento de una corporalidad en el hecho artístico… Toda una cosmogonía que, en vez de ser paralela, se entrecruza con las vivencias y las ideas más concretas.

Ahora, siete años después de Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END, siete años de anguila, ha abierto las compuertas. Esta novela quiere ser también un punto y aparte en su carrera: después de vaciarse y entregarse, Bonet confiesa querer “ocuparse de todo aquello que he querido pero no he podido hasta ahora”.

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