MADRID. La gran crisis financiera de 2008 tuvo un plazo de recuperación mayor al que estamos viendo en la actual del coronavirus y, en el proceso de recuperación de la economía, acompañada siempre del incremento de los precios y un tapering por parte de los bancos centrales; volvemos a ver que la historia se repite. Sin embargo, en esta ocasión todo es mucho más rápido donde la enorme intervención de los bancos centrales tampoco ha ayudado a tomar posiciones defensivas cuando correspondía hacerlo. Y no ha sucedido debido a que los balances de los bancos centrales han alcanzado unos importes nunca vistos en la historia. Las enormes masas monetarias inyectadas en los mercados -y que tenían como foco reactivar la economía y el consumo- no tuvieron tal fin. Aquellos perceptores de los estímulos destinaron gran parte del importe al ahorro y a la inversión, lo que ha propiciado ver en el contexto actual -y que no debería suceder- máximos históricos en la renta variable.
Hace 10 años tampoco existía como tal el mercado de las criptomonedas aunque el Bitcoin empezaba a dar sus primeros pasos. Asimismo, también hemos visto como una ingente cantidad de inversores minoristas sin conocimientos financieros han estado invirtiendo en determinados activos extremadamente volátiles por el miedo a perderse la oportunidad (FOMO), o bajo la premisa de que solo se vive una vez (YOLO).
Las redes sociales han sido uno de los grandes regalos envenenados que han recibido los inversores minoristas; aquellos que son mayores de edad y que han visto en los mercados financieros centralizados y descentralizados una oportunidad bien para cubrirse de la pérdida de poder adquisitivo, o para subirse al carro de un mercado que desconocen pero del que reciben muchos impactos precisamente a través de las redes sociales. O incluso impactados directamente por influencers de las finanzas que han querido pegar el pelotazo. Seguro que de estos últimos ha habido unos cuantos.
El oro, relegado a un segundo plano
Pero el oro ha pasado desapercibido, quedando en un segundo plano durante los últimos seis meses. Aquellos que prestan atención a los detalles y han seguido los mercados tradicionalmente defensivos en los contextos económicos como los que hemos vivido en la actualidad, ahora han adoptado posiciones compradoras muy interesantes, y poco a poco están consiguiendo que la primera marca de resistencia se acerque a los máximos alcanzados durante 2011 en los 1.921 dólares.
El exceso de euforia sobre este mercado hizo que durante el mes de julio y agosto de 2020 se rompiera con decisión dicha marca histórica y se reescribiera un nuevo máximo en los 2.075 dólares. Posteriormente volvió a corregir acompañado de los comentarios de Jerome Powell, presidente y profeta de la Reserva Federal de EE UU, respecto a que no reduciría los estímulos y que no consideraba que la inflación para 2021 fuera a dispararse.
Pero ahora ha cambiado la historia, en algunos de sus comentarios vemos ciertas incongruencias respecto a lo que se publica en las actas con lo que posteriormente dicen las ruedas de prensa, mientras los mercados cada vez toman menos en serio la actual política monetaria. Las 'manos fuertes' parecen haber desaparecido, mientras los pequeños inversores -muchos comprados en niveles cercanos a máximos históricos en diferentes mercados- se santiguan para no perder más de lo que deberían en sus inversiones.
Darío García es analista de XTB