VALÈNCIA. De cisma en cisma hasta la desintegración final. Este pensamiento podría resumir para muchos lo acontecido con Ciudadanos en las últimas horas: moción de censura en Murcia contra su aliado el PP para, eso sí, hacerse con la Presidencia del gobierno regional a través de Ana Martínez Vidal, quien logra así ser la primera responsable autonómica de la formación naranja pese al mal momento que atraviesa el partido.
Al igual que un luchador que vence por lesión del rival, no es la manera soñada, pero sirve bien al objetivo que parece perseguir la líder de Cs, Inés Arrimadas: recuperar el respeto para sus siglas, aunque ello no tenga por qué traducirse en votantes.
El baile de insinuaciones sobre una alianza -eufemismo de absorción- por parte del PP después del horrendo resultado electoral en Cataluña, parece ha molestado mucho a la máxima responsable naranja. El golpe de mano ejecutado en Murcia ha implicado un auténtico terremoto en la política nacional con consecuencias difíciles de calibrar, incluso dentro del propio partido autor de la maniobra. No obstante, y pase lo que pase después, Arrimadas demostró este miércoles que todavía puede hacer mucho daño al PP.
Un 'morir matando' o, al menos, intentar 'salvarse matando', que no encontró la comprensión de la cúpula de Ciudadanos en la Comunitat Valenciana. El coordinador autonómico, Toni Cantó, quién ya había deslizado críticas a la gestión de Arrimadas especialmente tras las elecciones de Cataluña, mostró su discrepancia en Twitter y exigió explicaciones del movimiento.
El enfado de Cantó y su entorno es mayúsculo. En primer lugar por desconocer una decisión que pese a ser tan relevante no se les ha comunicado previamente en la Ejecutiva. Pero también por las consecuencias que puede acarrear, ya que también cuestionan la estrategia en sí. A ello hay que unir que el portavoz valenciano apostaba por un acercamiento tras las catalanas con los populares, con quienes además tiene un acuerdo en la Diputación de Alicante, incluso en forma de posible confluencia en la Comunitat.
La sorpresa con la que muchos se topaban en la mañana de este miércoles era imposible disimularla en Les Corts, donde se celebraba un pleno. Los diputados naranjas no se despegaban de sus teléfonos móviles, y si el presidente de la Cámara, Enric Morera, le hubiera preguntado a alguno, cual profesor, que repitiera lo que estaba sucediendo en el hemiciclo, no hubiera sabido ni responder qué punto se debatía. En los pasillos, caras largas y gestos de estupor.
Ya por la tarde, Cantó mantuvo un gabinete de crisis en el grupo parlamentario para establecer una hoja de ruta para las próximas horas. Una reunión en la que el líder autonómico, según fuentes presentes, trasladó que pedirá explicaciones en la próxima ejecutiva -todavía sin fecha de convocatoria y esperan que pronto- e insistirá en la dimisión del vicesecretario general del partido, Carlos Cuadrado, a quien junto a José María Espejo -centro de la petición de responsabilidades junto al primero- se le atribuyen tanto los resultados que obtuvo Cs en las elecciones catalanas como la autoría de este último golpe de timón.
Una cita en la que la intención de Cantó no solo recibió el apoyo de sus parlamentarios afines, sino también de parte del grupo que en su día se posicionó en favor del exsecretario de Organización Emilio Argüeso. Ambos sectores comparten ahora un nexo común: las discrepancias que guardan con la estrategia marcada desde Madrid y liderada por el núcleo duro de Arrimadas (Cuadrado y Espejo).
El escenario, aunque incierto todavía, deja una opción sobre la mesa que en la tarde de este miércoles no descartaban desde el partido: que el líder autonómico acabe abandonando la dirección nacional, una alianza que se podría tratar de tejer con otros referentes de la formación naranja –algunos de ellos con poder territorial– como Begoña Villacís (Madrid), José Ramón Bauzà, Juan Marín (Andalucía) o Francisco Igea (Castilla y León), en su día candidato alternativo a Arrimadas.
Una decisión que, de producirse, dejaría todavía más tocado a un partido en aparente fase de autodestrucción y que además podría condicionar su papel en las eventuales elecciones convocadas por la popular Isabel Díaz Ayuso en Madrid. O lo que es lo mismo, esa espantada en la Ejecutiva sería probablemente una piedra más para otro desastre en las urnas del partido naranja.
La posibilidad de que esta opción se barrunte –aunque al tratarse de algo extremo hay quien anticipa que será difícil de consumar– da cuenta del caldeado ambiente que se vive en el seno del partido. De hecho, supondría generar un cisma de muy complicada resolución ante la imposibilidad de que se produzcan otras dimisiones que el sector crítico reclama, ya que la Ejecutiva se encuentra blindada a no ser que se convocara una Asamblea General –lo cual parece descartado ahora mismo–.
Por otro lado, donde no se plantea movimiento alguno, al menos de momento, es en lo que se refiere a la Diputación de Alicante. Dirigentes de PP y Cs se esforzaron en insistir que la alianza se encuentra intacta, pese a que el PSPV ha vuelto a reiterar su mano tendida para una moción de censura en la corporación alicantina, lo que enviaría a la oposición al actual presidente, Carlos Mazón, quien viene sonando además como posible relevo a medio plazo de la líder del PPCV, Isabel Bonig.