EL ORGULLO EN RED SOCIAL

Retos del colectivo LGTB+ ante la ansiada nueva normalidad

Definitivamente, las reivindicaciones en forma de pancarta para el Orgullo se convertirán en mensajes online, en la misma órbita del movimiento de digitalización urgente de nuestros trámites diarios. Hablamos con portavoces del colectivo Lambda de València, precursor de la defensa de la diversidad sexual en la ciudad. La apuesta es una manifestación de mensajes que consoliden la solidaridad que estamos viendo reflejada con la pandemia

7/05/2020 - 

VALÈNCIA. Desde que en 1986, cuando nació el colectivo Lambda en València, hasta nuestros días, se cumplen treinta y cinco años de avances en derechos sociales, igualdad e integración. Pero ahora la sociedad se enfrenta a un nuevo clima, un impase complicado para gays, lesbianas, bisexuales, personas trans y personas queer; porque se ha asumido una normalidad ambigua. Hasta los grupos políticos de derechas coquetean con la etiqueta gay friendly y se suman puntualmente a las manifestaciones de derechos por la diversidad sexual. Desde que en 1977 irrumpiera el Movimiento por la Liberación Sexual del País Valenciano hasta nuestros días, muchas cosas han cambiado en el panorama social. Hoy son diferentes las ambiciones del colectivo y, pese a que algunos piden pisar el freno, todavía hay camino por recorrer en avances relacionados con la diversidad sexual y la tolerancia.

Cuando se celebró la primera manifestación pro derechos de personas LGTBI en España, en 1977, todavía era ilegal la homosexualidad o ser trans. La policía cargó duramente contra algunas de las 4.000 personas que asistieron, especialmente mujeres trans, como abanderadas de aquella primera iniciativa en recuerdo de las víctimas de Stonewall. Hubo personas heridas y muchas detenidas; pero sirvió de acicate para que el régimen postfranquista y preconstitucional se tomase en serio el asunto. Al año siguiente; Madrid, Barcelona y Sevilla se sumaron a la cita y aumentó la visibilidad de las concentraciones: por primera vez aparecieron fotografías en la prensa. València allanó el camino en estas reivindicaciones un año más tarde, en 1979, ya bajo el manto de la Constitución pero con muchas peculiaridades por resolver. Por ejemplo, la ley sobre rehabilitación social y peligrosidad, que detuvo a muchas personas trans y queer, encarcelándolas durante años, perduró —sin efectos— desde el inicio de la democracia hasta 1995.

Los retos del colectivo LGTB+ en 2020 son bien diferentes; tanto en el ámbito jurídico (tras pasos fundamentales e incuestionados como el matrimonio igualitario o el cambio de nombre en el registro civil) como desde el aspecto sanitario o la protección social. Pero la lucha se centra ahora en las desigualdades sociales, que como en todas las crisis, volverán a aflorar. Retos educativos ponen la diana en lacra de la violencia machista y el bullying, que se cobran cada año casi un centenar de vidas; suicidios relacionados con acoso, y agresiones machistas multiplicadas contra mujeres lesbianas.

Las celebraciones y reivindicaciones de este año sorprenden al colectivo en plena transición hacia la nueva normalidad. Madrid se está planteando celebrar un Orgullo 2020 online, con pregón, actuaciones musicales y manifestaciones de otro tipo. Para María Jarga, coordinadora de Lambda, "se nos hace extraño que esta vaya a ser la primera en que no salgamos a la calle, porque llevamos organizando el Orgullo en València desde hace 40 años; pero sí habrá reivindicación de algún modo, eso está claro".

Jarga tiene claro que la evolución del formato físico y urbano a lo digital no está nada clara: "más allá de que tendrán que ser acciones virtuales, aún no hemos definido qué acciones concretas llevaremos a cabo. En las reuniones que hemos tenido hasta ahora no hemos pensado en una traslación directa del Orgullo tradicional". En lo que parece haber unanimidad por parte de los colectivos es de la necesidad de mostrar una presencia para seguir reivindicando derechos, que a menudo se ven ultrajados. Hace menos de una semana, una patrulla de policía local de Benidorm agredía a una mujer trans con una expresión que la práctica totalidad de grupos políticos denunciaron y calificaron, cuanto menos, con adjetivos como “lamentable e indignante”.

Para Fran Fernández, coordinador de programas educativos de Lambda, "es indiscutible que el discurso de odio de la extrema derecha ha calado en el alumnado y este curso hemos vivido un aumento de reacciones negativas ante nuestros talleres, incluso con intentos de aplicar el pin parental". Además, señala que "el mayor número de consultas que recibimos son de personas trans, ya que son los más difíciles de gestionar para los centros educativos por falta de formación en diversidad sexual, de género y familiar". Además, Fernández pone el acento en que "las chicas trans soportan más presión para encajar en un modelo machista y sufren ataques transfóbicos por no cumplirlo; también al ser negadas como mujeres, en el uso de baños públicos, por ejemplo. Cuantas más características consideradas no-normativas se tengan, mayor será la vulnerabilidad de una persona: orientación sexual, color de piel, lugar de procedencia, o nivel económico".

Aunque el colectivo LGTB+ ya vivió su propia epidemia y proceso de estigmatización: durante los noventa, el VIH se convirtió en un miedo y aversión social hacia los hombres homosexuales, que copaban los mayores porcentajes de infección. Sin embargo, según explica Pere Salmerón, responsable de programas de salud de Lambda, "existe una importante diferencia entre el VIH y la actual pandemia, porque el VIH-sida venía de aquello tan escuchado de ser cosa de maricones, putas y drogadictos, por eso a nadie le importó hasta muchos años después". Así, la ambición del colectivo a día de hoy sería luchar contra ese marcado, porque, según argumentan desde Lambda, "todavía existe un estigma asociado a las personas con VIH-sida que tiene detrás, en su base, y por todos lados, un juicio moral hacia la sexualidad y las, entre comillas, perversiones de esa persona".

Salmerón propone destrozar el mito de la nueva normalidad: "a partir de la situación de alarma sanitaria que estamos viviendo, con sus temores e incertidumbre, no queremos una nueva normalidad porque… ¿qué es la normalidad? Lo que vamos a tener es una nueva realidad y confiamos en que la solidaridad que estamos sintiendo se extienda y que construyamos una sociedad realmente libre de LGTBfobia y de serofobia".

Para la coordinadora del colectivo, María Jarga, "lo que sí podemos decir es que esta crisis, sanitaria y también económica, ha sacado las vergüenzas de un sistema que no es capaz de cubrir las necesidades básicas de todas las personas y quienes sufren la invisibilidad o la precariedad laboral habitualmente, con las condiciones del estado de alarma, han visto agravada su situación". Y añade que Lambda "trabaja para tratar de dar respuesta a quienes se dedican al trabajo sexual, principalmente mujeres trans, y las personas migrantes LGTB+, sobre todo aquellas que se encuentran en una situación administrativa irregular".

Ante la suma de fuerzas en las reivindicaciones del Orgullo, y las polémicas que se sucedieron en la pasada edición por la integración de grupos políticos no habituales, Jarga apunta en una dirección: "el Orgullo es un acto reivindicativo del que ningún partido debe tratar de sacar rédito político. Por otra parte, nunca apoyaremos a partidos que cuestionen los derechos humanos, las libertades y derechos que reclamamos desde el colectivo LGTB+, ni tampoco a aquellos que pretenden que volvamos al armario".

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