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Rivera y Casado se disputan a Prosinecki

23/03/2019 - 

Seguro que hay ejemplos mucho más recientes, pero para toda una generación de aficionados al fútbol el modelo de fichaje desastroso fue el que hizo en 1991 el entonces presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza. El Madrid venía de ganar cinco ligas consecutivas, pero había perdido la de ese mismo año a manos del Barcelona. Para recuperar la supremacía, y sobre todo para intentar vencer en la Copa de Europa (que se le había resistido al Madrid de la Quinta del Buitre), Mendoza puso toda la carne en el asador y pagó unos tres millones de euros. Ahora con eso no compras ni un lateral izquierdo ramplón de 35 años, pero en aquella época era una millonada; uno de los fichajes más caros de la historia del Madrid, si no el que más.

Pero Prosinecki, aunque llegó como estrella rutilante, nunca cuajó en el Madrid. Por culpa de las lesiones, de las críticas de la prensa y del propio Ramón Mendoza, de sus problemas de adaptación, Prosinecki apenas jugó en el Madrid, y cuando lo hizo fue sin lucir apenas. Tras varias temporadas vagando por los campos (y, sobre todo, por los banquillos) de España, el Madrid se desembarazó de él (primero se fue al Oviedo cedido, y después al Barcelona, con la carta de libertad).

En todos esos años, la afición fue desengañándose, poco a poco, del fenómeno Prosinecki. Tan sólo recuerdo un aficionado de fidelidad irreductible, un niño de Oviedo que tenía un póster de Prosinecki en su cuarto y seguía al astro croata en todos sus partidos. Tan singular era su afición, que el programa de Canal+ El día después le dedicó un reportaje impagable, en el cual el niño se refería a Prosinecki como "Robert" y le miraba con un fulgor admirativo en los ojos, mientras la estrella venida a menos le correspondía con su más absoluta indiferencia, tal vez teñida de cierto desprecio (actitud, por otro lado, habitual de Prosinecki a lo largo de todo su periplo en España, tanto dentro como fuera del campo).

Estamos en plena precampaña, ultimando el momento más excitante para los partidos de todo el ciclo electoral: la configuración de las listas. Y en las listas, además del navajeo interno, siempre hay espacio para que los partidos incorporen a personas de reconocido prestigio; espolón de proa de la sociedad civil, dispuesta a arremangarse, a bajar al barro, todo por el bien común. Y en ese proceso, como ustedes estarán pensando, hay de todo: grandes fichajes, incorporaciones que pintaban bien y luego no eran para tanto, y fichajes que tienen mala pinta desde el principio. La cuestión es cuál es el fichaje que pueda combinar mejor el cóctel explosivo entre grandes expectativas iniciales y desastroso desempeño.

Foto: ENRIC FONTCUBERTA/EFE

Uno de los fichajes que más han llamado la atención es el de Cayetana Álvarez de Toledo por el PP de Pablo Casado, para encabezar la lista por Barcelona. Más por lo segundo que por lo primero: no sorprende que Álvarez de Toledo vuelva al PP, del que se fue por la supuesta "blandura" de Mariano Rajoy (que contrastaría con las ideas claras, reciamente aznaristas, de Pablo Casado, tan afines al aznarismo militante de la propia Álvarez de Toledo). Pero sí sorprende, en cambio, la decisión de ponerla al frente de la lista del PP en Barcelona.

Es precisamente Cataluña el gran agujero negro electoral del PP, donde Ciudadanos ha logrado absorber, en apariencia, casi todo su electorado. Álvarez de Toledo, en este contexto, llega para competir con Arrimadas y disputarle a Ciudadanos la hegemonía en su principal granero. Y, como Prosinecki, Cayetana Álvarez de Toledo llega con grandes expectativas generadas por la prensa, pero está por ver que funcione tan bien como dicen sus exégetas. Por una parte, porque no aporta nada significativo al respecto de otras candidaturas. Para votar firmeza cívica frente al independentismo, ya está Arrimadas. Para bordear el ultraderechismo, ya está Vox (como Casado y los suyos comienzan a descubrir).

Por otro lado, Álvarez de Toledo no sólo es una candidata "cunera" (colocada a dedo desde Madrid), sino que además ejerce orgullosamente como tal: no ser catalana, no hablar catalán, se presentan como virtudes. Es una visión extremada que reduce al absurdo la naturaleza del conflicto catalán, como si una lengua, en sí, estuviera contaminada y fuera un síntoma pernicioso. Con esos mimbres, más futuro tendría Cayetana Álvarez de Toledo en València, encabezando una candidatura que hiciera del conflicto lingüístico el eje de su propuesta política (no te lo perdonaremos jamás, Pablo Casado. Jamás).

Ante semejante fichaje, cabría pensar que el Prosinecki de la política española está, sin dudarlo, en el PP. Pero no vayan ustedes tan deprisa, que Ciudadanos está haciendo muchos méritos, compensando con gran cantidad de fichajes dudosos la indudable calidad del fichaje de Álvarez de Toledo por el PP. Pensemos, por ejemplo, en María Muñoz, cabeza de lista de Ciudadanos por València. La entrevista que le hizo Marta Gozalbo en Valencia Plaza pasará a los anales del periodismo político. En ella, Muñoz caracoleaba sin sentido la mayor parte del tiempo, como lo haría el mismísimo Prosinecki en su época dorada en el Bernabéu; respondía a más de la mitad de las preguntas con un "no dispongo de los detalles, tengo que mirármelo". Pero cuando respondía... ¡Vaya si respondía! Entonces, su centrocampismo ramplón se convertía en un repertorio incesante de goles en propia puerta, como este: "Si el Estado ha infrafinanciado a la Comunidad Valenciana, sus motivos tendrá". O este: "Un partido constitucionalista es el que cumple o acata la Constitución. Si no fuera constitucionalista no existiría Vox, estaría ilegalizado. Partidos no constitucionalistas son los separatistas, por ejemplo". Puro espectáculo del terror.

Foto: KIKE TABERNER

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Mítico fue el amago de fichaje de Silvia Clemente (quien primero ganó y luego perdió las primarias para encabezar la candidatura de Ciudadanos en Castilla y León, ambas veces entre sospechas de pucherazo de la dirección), como esos jugadores que están "atados", según la prensa, y al final todo se deshace. ¿Y qué me dicen de Marcos de Quinto, exvicepresidente de Coca Cola y flamante número dos de Ciudadanos por Madrid? No pasa un día sin que surja una polémica sobre su forma de pensar o su creatividad e inventiva para eludir el pago de impuestos. Pura filigrana fiscal.

Otra cuestión es observar los fichajes que está haciendo Vox: generales franquistas, negacionistas del Holocausto, viejas glorias del PP, friquis ultraderechistas, ... No cabía esperar otra cosa, la verdad. Vox intenta presentar un auténtico "equipazo" de la extrema derecha española, y en ese sentido no engaña a nadie. Ya veremos si no les pasa como a Paco Roig, que fue del "equipazo" al "batacazo".

Frente a esta galería de galácticos, los fichajes de la izquierda se antojan menores. Llamó la atención, eso sí, el del exseleccionador nacional de baloncesto y campeón del mundo, Pepu Hernández, por el PSOE. Un fichaje muy del gusto del presidente Pedro Sánchez, él mismo aficionado al baloncesto, que impuso al PSOE de Madrid cual elefante en cacharrería. La entrada de Pepu fue problemática, pero parece que logró esquivar las dudas al respecto de sus cuentas con Hacienda, y finalmente se hizo con la victoria en las primarias. Otra cosa será ganar en Madrid las municipales de mayo, o al menos no hacer el ridículo en Madrid, que se antoja misión imposible; incluso aunque le vayan bien las cosas al PSOE en abril, la capital parece una plaza irreductible.

En cuanto al otro gran partido de izquierdas, Podemos, más que sus fichajes llaman la atención sus continuas defecciones. Todo comenzó con la huida de Íñigo Errejón, a la que van siguiendo otros eximios representantes del errejonismo, que tratan de esquivar el presunto batacazo de Pablo Iglesias con Podemos, mientras anhelan triunfar en el proyecto que tal vez edifique Errejón con las cenizas de Podemos y el tirón de Manuela Carmena (que puede ser, sin embargo, flor de un día, en el escenario de que al supuesto fracaso de Podemos en abril le siga el de Errejón y Carmena en mayo, algo en absoluto descartable). Entre tanta defección, sólo un sorprendente fichaje de última hora: Julià Àlvaro, ex secretario autonómico de Medio Ambiente, que irá de cinco en la lista autonómica por València. Como tantos otros fichajes, ya veremos si deslumbra o decepciona.

Foto: EVA MÁÑEZ

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