La nueva adaptación de una de las novelas más populares de John Le Carré llegará a Movistar+ el próximo 11 de enero. Al igualque The Night Manager, se trata de una coproducción entre la BBC, la AMC y la productora propiedad de los hijos del escritor
VALÈNCIA. 1979. Alemania occidental. Una bomba explota en la casa de un diplomático israelí. El espía Martin Kurtz (Michael Shannon), miembro del Mossad, la organización de inteligencia de Israel, forma un equipo especial para perseguir a los responsables del atentado.
Al mismo tiempo, en Londres, conocemos a Charlie (Florence Pugh), una bohemia actriz de inclinaciones izquierdistas. Junto con su compañía teatral, es invitada a actuar en Grecia por un misterioso benefactor. Allí conoce al enigmático Gadi (Alexander Skarsgard), quien realmente ha patrocinado el viaje para forzar el encuentro. Gadi, que trabaja para Kurtz, pretende reclutarla para la operación contra la célula terrorista. Si se suma a la aventura, representará el papel de su vida. Pero, ¿por qué ella? Sencillo: porque es actriz; porque es simpatizante de la causa palestina, y, por tanto, si se infiltra dentro del grupo terrorista, entraría dentro de lo creíble; y porque conoció en una ocasión al autor del atentado, Michel (Amir Khoury).
Gadi entrena a Charlie para fabricar una historia de amor entre ella y Michel. “Una mentira no es una mentira si realmente lo crees”, asegura. Con el papel de enamorada, Charlie tratará de acercarse a su hermano Khalil (Charif Ghattas), líder de la organización, aunque el viaje suponga para ella una fuente de múltiples conflictos internos.
La chica del tambor (The Little Drummer Girl), la novela de John Le Carré que fue adaptada al cine en 1984 por George Roy Hill, con Diane Keaton en el papel principal, ha sido llevada esta vez a la televisión, en una versión de seis episodios, de la mano de AMC, la BBC y la productora The Ink Factory, propiedad de los hijos del escritor. El tándem fue también responsable de la versión televisiva de The Night Manager, otra de las exitosas novelas del exagente del MI5.
Esta aventura de espías de los 70 es la primera incursión televisiva del director de cine surcoreano Park Chan-Wook(Oldboy, Stoker, La doncella), con un resultado visual extraordinario. Rodada entre Inglaterra, la República Checa y Grecia, las más de 130 localizaciones están cuidadas hasta el mínimo detalle, uno de los aspectos estéticos de la obra que más llaman la atención. Destaca, como hito, el haber logrado rodar en la Acrópolis de Atenas de noche, una excepción que requirió el permiso del mismísimo primer ministro Alexis Tsipras, según cuentan los responsables de la producción.
En el caso de la ambientación de otros países, como Alemania o Austria, el director coreano se detiene delante de edificios modernistas con fachadas sobrias, escaleras laberínticas, oficinas impersonales y decoraciones kitsch, dotando a la obra el aspecto setentero idóneo para la obra audiovisual.
Del elenco de actores brilla especialmente su protagonista, la jovencísima Florence Pugh, nominada para los BAFTA por su papel en esta serie. La actriz ha sido tildada en su país como ‘la próxima Kate Winslet’, tras su papel en la versión cinematográfica de Lady Macbeth (William Oldroyd, 2016). Pugh borda el único papel protagonista femenino escrito por Le Carré, mientras que su compañero de aventura, Alexander Skarsgard, parece algo agarrotado y fuera de lugar. La diferencia de altura entre sendos actores puede que sea la razón. El tercer papel destacable lo interpreta Michael Shannon, un actor sólido que, por su caracterización, nos recuerda a los espías de The Americans.
En cuanto al conflicto Israel-Palestina, la adaptación, escrita por Michael Lesslie y Claire Wilson, no toma partido a favor de ninguno de los bandos, aunque tampoco profundiza sobre la complejidad del conflicto político. Los personajes de ambos bandos tienen sus propias motivaciones mientras que son capaces de matar sin miramientos. Únicamente su protagonista femenina se encuentra inmersa en un dilema constante entre la ideología de la Charlie actriz, favorable a la lucha palestina, y la Charlie espía, defensora de la causa sionista.
Antes de esta nueva hornada de adaptaciones, tres obras de Le Carré ambientadas en la Guerra Fría fueron llevadas a la televisión entre finales de los 70 y los 80. La BBC adaptó en 1979, en formato miniserie, y con Alec Guinness en el papel de George Simley, Calderero, sastre, soldado, espía (Tinker Tailor Soilder Spy); en 1982 la televisión británica produjo Los hombres de Smiley (Smiley’s People), de nuevo con Guinness como protagonista en el papel de Smiley; y en 1987 le llegó el turno a Un espía perfecto (A Perfect Spy), de la mano, como siempre, de la televisión pública británica, pero esta vez con Ray McAnally como Rick Pym.
Según el investigador Joseph Oldham, de la Universidad de Hull, sendas oleadas de adaptaciones para la pequeña pantalla vienen precedidas por un fuerte interés de la corporación británica por crear nuevos éxitos que reafirmasen los valores de la BBC en momentos en los que sufrían la amenaza de un gobierno conservador, más interesado en el libre mercado que en la defensa de su televisión pública. Es por ello que Le Carré siempre ha estado relacionado, en ese sentido, con una televisión de calidad, aunque el nivel de producción, consecuencia de las diferentes épocas y estándares de producción, no fuera el mismo lógicamente.
Al igual que Hitchcock, Le Carré tiene por costumbre hacer apariciones en las adaptaciones de sus libros. El escritor está presente en todas las series, incluida La Chica del Tambor. Así que fíjense bien, que entre los camareros verán uno de pelo blanco que les resultará inconfundible.
A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame