CASTELLÓ. La neuropatía diabética, un tipo de neuropatía dolorosa por la lesión de los nervios que provoca la diabetes, ha sido el tema principal del aula de salud que ha tenido lugar en el salón de actos del Hospital Vithas Castellón y organizada por la Fundación Vithas. La charla ha sido impartida por la doctora Susana Casaña de la unidad de neurofisiología y por Antonio Segarra, podólogo de Podoactiva, unidad de biomecánica del Hospital Vithas Castellón. La presentación del acto ha estado a cargo de Maria Teresa Marí Herrero, presidenta de la Asociación de Diabéticos de Castellón (ADICAS).
Las complicaciones a largo plazo de la diabetes suelen asociarse a elevadas concentraciones de azúcar en sangre durante un período largo de tiempo. Se suelen desarrollar silenciosamente de forma gradual, y pueden afectar a distintas partes del cuerpo. Según la Sociedad Española del Dolor, 1 de cada 4 personas con diabetes, acabarán desarrollando una neuropatía dolorosa a lo largo de su vida, lo que supone que en España más de 500.000 personas la padecen. La razón por la que se desarrollan neuropatías en las personas diabéticas es porque las fluctuaciones en los niveles de glucosa en sangre acaban por destruir los pequeños vasos sanguíneos que nutren a los nervios. Esto provoca que las terminaciones nerviosas padezcan falta de oxígeno y nutrientes.
Tal como ha explicado la doctora Susana Casaña, neurofisióloga clínica del Hospital Vithas Castellón, “la neuropatía diabética puede afectar a los nervios de todo el cuerpo por lo que los problemas pueden aparecer en prácticamente todos órganos, incluido el sistema digestivo, el urinario, cardiovascular y en la vista”, y agrega, “cuando la neuropatía diabética va acompañada de dolor es porque afecta a los nervios que transmiten las sensaciones, como la del tacto, el frío, el calor o el dolor. Al dañarse los nervios, se ve afectada la percepción de estas señales”
El daño puede darse en cualquier órgano o tejido, pero los más frecuentes son en la piel, el sistema digestivo, el corazón y los órganos sexuales. Dependiendo de la zona afectada, las consecuencias variarán de un paciente a otro. La doctora Casaña ha diferenciado dentro de la neuropatía diabética cuatro tipos: neuropatía periférica, autonómica, focal y proximal.
“La neuropatía periférica, -ha afirmado la especialista en neurofisiología-, generalmente afecta en primer lugar a los pies, las piernas y más tardíamente a las manos, y conlleva normalmente sensación de ardor, hormigueo o acorchamiento, entumecimiento, dolor y debilidad. En cambio, la neuropatía autonómica es un daño en los nervios que controlan los órganos internos y suelen manifestar problemas con el ritmo cardiaco y la presión arterial, el sistema digestivo y urinario”.
La intervención de Antonio Segarra se ha centrado en los cuidados del pie diabético, quien ha indicado que “la diabetes es la causa más frecuente de amputación de la extremidad inferior en países desarrollados y que la probabilidad de sufrir una amputación es 15 veces mayor en un diabético, siendo el 85 % de las amputaciones predichas por una úlcera en el pie” y ha hecho especial hincapié en “hacer caso a las indicaciones médicas: control glucémico (comer bien y practicar deporte) y visitar periódicamente al médico y al podólogo”.
Por otra parte, las neuropatías focales son afecciones en las que generalmente se dañan nervios individuales cuyos síntomas pueden ser el síndrome del túnel carpiano o el atrapamiento del nervio cubital o el peroneo. “Estas neuropatías focales pueden afectar con frecuencia la mano, la pierna o el pie “, ha subrayado la doctora Casaña.
La menos frecuente es la neuropatía proximal que afecta a los nervios de la cadera, glúteo o muslo, cuyos síntomas suelen ser dolor repentino y fuerte en estas partes del cuerpo, debilidad en piernas, pérdida de tejido muscular y pérdida de fuerza.
El mejor tratamiento para la neuropatía diabética es la prevención. Mantener unos niveles estables de glucosa en sangre es fundamental para evitar que aparezcan complicaciones. “Para ello, es necesario una cuidada y equilibrada alimentación, reducir los azúcares simples en la dieta, mantener unos niveles adecuados de presión arterial, ejercitar un estilo de vida físicamente activo y evitar el alcohol y el tabaco”, han concluido ambos especialistas.