VALÈNCIA. En 'La guerra de los mundos' -bien leyendo el libro de H.G. Wells o viendo la película de Tom Cruise-, la humanidad es salvada en el último instante gracias a unos pequeños amigos, los gérmenes y bacterias, justo en el momento en el que va a ser aniquilada por una invasión extraterrestre.
No recuerdo el título ahora de otra de esas películas de invasión extraterrestre en la que somos salvados in extremis, pero sí recuerdo que esa vez es gracias a un virus informático que destruye las comunicaciones de los invasores. Podríamos citar unas cuantas películas más en las que las cosas suceden de esta manera, nos acecha el Apocalipsis y de forma milagrosa todo cambia para volver a ver la luz del sol tras la tormenta.
Hoy vemos esta luz del sol en los mercados, el Ibex 35 ha subido un 7% en el año y lo mismo han hecho los más importantes índices mundiales encadenando un día tras otro de subidas. Al hilo de esto mi pregunta es ¿qué ha cambiado para que hace unas semanas estuviéramos viviendo el peor momento desde la crisis de los años 30 y hoy los mercados acaben en verde un día si y otro también?
La triste realidad es que no ha cambiado nada. Entonces ¿estamos frente a un rebote desde mínimos para volver al dolor? ¿ Tenía sentido vender todo hace unos días y por tanto lo tiene ahora con más motivo? ¿O simplemente estamos volviendo a la racionalidad y poniendo en precio lo que no tenía sentido? Responder a estas preguntas no es fácil. Podemos decir, como escucharan por ahí en todas las reuniones y conferencias de mercado, que los bancos tienen a bien organizar estos primeros días del año, que los riesgos están amainando, que China y EE UU parece que van a llegar a un acuerdo, que la Fed ha prometido relajar su ritmo de subida de tipos, que el Brexit ya no es tan importante y que los riesgos de recesión no son tales.
Con esto podríamos explicar porqué las aguas se han calmado y ofrecer un discurso coherente hasta el siguiente tsunami. Pero no se engañen, esto no sería mas que eso, una explicación de los hechos a gusto del consumidor. No hay que olvidar que, cómo dice mi amigo Bill Miller, uno de esos inversores/filósofos que transitan estos mundos: “Es importante recordar de cuando en cuando que casi cualquier descripción y toda predicción acerca de los mercados financieros conlleva una gran simplificación de un sistema extraordinariamente complejo, un sistema que incorpora las expectativas colectivas de todos los participantes en los precios.”
¿Conclusión? A mí no me importan nada todas estas explicaciones, no me importa nada que me expliquen por qué el mercado ha subido en enero ni por qué bajó en diciembre. Estas explicaciones no capturan la realidad y no aportan mucho, más allá de ayudarnos con nuestros miedos y ofrecernos un relato coherente de una realidad que no tiene explicación. Lo que a mi y a Bill Miller nos interesa son otras cosas, cosas de locos pensaran ustedes, cosas como el Free Cash Flow de las empresas en las que estoy pensando en invertir, el ROCE medio de mi cartera o la diferencia entre el ROCE de una empresa y las similares del mismo sector.
No me interesa esto esto porque las personas necesitemos de la locura para ser libres -como afirma Kazantzakis-, sino porque no entiendo otra manera de invertir que olvidándome del entorno y comprando empresas basándome en datos objetivos, en hechos que me demuestren que lo que estoy comprando tiene calidad, cotiza a buen precio y por lo tanto, me va a proporcionar un retorno razonable en mi inversión.
La historia no miente y, pase lo que pase, (guerras, crisis, y políticos de uno y otro signo) las buenas empresas permanecen haciendo ricos a sus dueños y BMW es un ejemplo. Hay muchos. Cuando invertimos con verdades en la mano y atendiendo a las verdades deja de preocuparnos lo que pasa a corto plazo en el mercado y nos preocupa realmente acertar en nuestros análisis Es posible que haya otra forma de hacer las cosas, otras locuras, pero como dijo Dalí ”mi locura es sagrada, no me la toquen”.
Lorenzo Serratosa es cofundador de Kau Markets EAFI