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crítica de cine

'Un hombre fiel': Entre la herencia de la Nouvelle Vague y la comedia romántica generacional 

18/05/2019 - 

VALÈNCIA. A Louis Garrel lo conocimos en 2003 gracias a la película Soñadores, de Bernardo Bertolucci. Él era el francés introvertido e intelectual de aquel trío de jóvenes que desde un apartamento en París descubría la sexualidad en medio del Mayo del 68. Precisamente fue la época en la que su padre, el director Philippe Garrel comenzó a desarrollar su carrera en medio del efervescente panorama que configuró la Nouvelle Vague. Lleva el cine incrustado en su ADN. Es hijo de la actriz y también directora Briggite Sy y su padrino es el mítico Jean-Pierre Léaud.

Ha sido el actor fetiche de directores como Christopher Honoré, con el que ha rodado seis películas, entre ellas Mi madre (2004) junto a Isabelle Huppert, Les chanson d’amour (2007) o La Belle Personne (2008) y su progenitor le convirtió en protagonista de otra película icónica sobre el Mayo del 68, Les amants réguliers (2005) y en el taciturno y atormentado galán de títulos como La frontière de l’aube (2008) o Un verano ardiente (2011).

En 2008 comenzó a ponerse detrás de la cámara para dirigir algunos cortometrajes y debutó en el largo con Los dos amigos (2015) escrita junto a Honoré. En ella adaptó a Alfredo de Musset para hablar de las relaciones de pareja y ahora vuelve a partir de otro referente literario, Marivaux, para construir Un hombre fiel. Parece como si, en su faceta como director, quisiera echar un pulso al concepto de la tradición y la modernidad mezclando lo viejo y lo nuevo, manteniéndose fiel a su herencia, pero aportando un toque eminentemente contemporáneo. Quizás esa fue la razón que le llevó a escribir el guion junto a Jean-Claude Carrière, colaborador de Buñuel en algunas de sus obras más célebres y ganador de un Oscar Honorífico a toda su carrera en 2015.

Ambos construyen una historia sobre encuentros y desencuentros, amor y decepción, manipulación y celos que podría ser perfectamente una versión libre y generacional de “Las amistades peligrosas” y sus juegos de poder. Con la diferencia de que en este caso el actor intenta reformular la figura masculina para adaptarla a los nuevos tiempos, de manera que su personaje, Abel, se convierte en un hombre sin demasiado carácter que se deja llevar, un antihéroe de la virilidad que desafía los clichés en torno a la masculinidad tóxica y otorga a las mujeres el verdadero poder en las relaciones. 

La película empieza con una ruptura. Marianne (Laetitia Casta, su pareja en la vida real) le dice a Abel que está embarazada de su mejor amigo, Paul. Pasan nueve años y vuelven a encontrarse tras la muerte de ese hombre que nunca llega a aparecer en pantalla, pero cuya sombra siempre pulula por el ambiente. Abel sigue enamorado de Marianne, pero al pequeño Joseph (Joseph Engel) no le hace mucha gracia que su madre inicie una nueva relación. Al mismo tiempo, Eve (Lily-Rose Depp, la hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis que consiguió una nominación al Cesar a la mejor actriz revelación por este papel), la joven hermana de Paul, ha estado enamorada de Abel desde que era una adolescente, y ahora está dispuesta a conquistarlo.

Los tres personajes protagonistas desvelarán la verdad de sus sentimientos a través de la voz en of. Un recurso que funciona para liberar sus pensamientos y explorar su interioridad más allá de la máscara de las apariencias. Así, descubriremos los secretos más ocultos de cada uno de ellos, algunos terminarán verbalizándose, mientras otros quedarán para siempre sin decir. En cualquier caso, Marianne, Abel y Eve aportarán su perspectiva de la historia para que sea el espectador quien tenga todos los datos y pueda poner todas las piezas en su sitio a medida que se va construyendo el relato.

 Muchos han comparado Un hombre fiel con Besos robados de François Truffaut. Es ese tipo de película francesa en la que late la ironía, el humor, aunque los personajes pasen por conflictos durísimos (como la pérdida, la infidelidad, el desencanto, la obsesión), es ligera, pero al mismo tiempo profunda, es natural y parece desarrollarse sin artificio, pero en el fondo es sofisticada y muy elegante, es poética y también burlesca y sobre todo transcurre con muchísima fluidez, con chispa e ingenio. Y con mucho encanto.

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