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TEMPORADA ESTIVAL

Vacaciones de ficción: 18 destinos imaginarios para un verano insólito

Ante un estío en el que marcharse lejos parece una quimera, pedimos a distintos agentes culturales que nos cuenten en qué coordenadas artísticas les gustaría perderse

1/06/2020 - 

VALÈNCIA. Bueno, pues es oficial: los fluidos viscosos de la nueva normalidad inundan cada esquina de nuestra vida, alcanzan cada rincón del cerebro, cada estante de la cocina, cada plan conjugado en futuro. Y en esta reconstrucción de la rutina a la que nos hemos visto abocados, le llega el turno al ilustre arte del veraneo. Con la incertidumbre sanitaria y económica cabalgando nuestro porvenir, no parece que en la temporada estival de 2020 haya hueco para exuberantes travesías ni grandes dispendios vacacionales. ¡Pero que no cunda el pánico! Una vez más, la ficción viene al rescate para ofrecernos tantos destinos como sean capaces de esbozar nuestras recalentadas neuronas. A fin de cuentas, si Mary Poppins puede sumergirse en una fantasía de tonos pastel gracias a un cuadro pintado con tiza en la acera, nosotros también. 

Y como con amigos siempre se llega más lejos, en Culturplaza hemos pedido a distintos representantes del universo creativo valenciano que compartan las coordenadas imaginarias que les gustaría visitar en los próximos meses. Parajes literarios, canciones, refugios cinematográficos… El calendario no nos augura horizontes lejanos, cierto, pero todo el mundo sabe que conformarse con la realidad es de pringados. 

María Sainz Arandia, fotógrafa, coordinadora de la revista Va! y responsable de la programación cultural de Festinar

Los autonautas de la cosmopista (o Un viaje atemporal París-Marsella) de Julio Cortázar y Carol Dunlop.

Mi lugar no sería tanto un lugar concreto, sino ese lugar posible que podemos construir, a partir de algo tan poco evocador como puede ser una autopista. Ese lugar está para mí en el libro Los autonautas de la cosmopista (o Un viaje atemporal París-Marsella) de Julio Cortázar y Carol Dunlop. En esta situación uno de los retos será la capacidad de reinvención, de mirar con ojos nuevos hasta lo más anodino, y de encontrar la magia y la fantasía en cualquier lugar. Me fascina en este libro como, a modo de cuaderno de viaje, relatan una expedición donde viven aventuras a lo largo de un itinerario en el que los demás pasan rápido y sin prestar atención. Una furgoneta roja y un camino donde se entrecrucen realidad y ficción, sería el lugar para mí.

Ricard Peris, responsable de Andana Editorial

Allà on viuen els monstres, de Maurice Sendak

Donde viven los monstruos es aquel espacio maravilloso de los sueños de la infancia; donde el paso del tiempo es diferente al paso del tiempo actual; donde puedes compartir juegos y fiestas con tus monstruos más particulares.

Sería genial pasar un verano en este libro y navegar en el barco de Max hasta la isla, un lugar maravilloso, lleno de naturaleza. Allí puedes descubrir a tus monstruos, convivir con ellos y descubrir su parte más positiva y próxima. Y, más allá de pasar una temporada allí, uno de los hechos que más me gusta es que te hace valorar tu entorno, a las personas que aprecias. Como le sucede Max, que tras pasar tiempo con los monstruos acaba echando de menos su casa. Y cuando vuelve al hogar lo hace con una mirada cambiada, con una forma de ver su entorno. Los buenos viajes no son aquellos que te permiten ver cosas nuevas de otro entorno, sino aquellos que consiguen que cambies tu propia mirada.

Lucía Sáez, dramaturga e integrante de La Subterránea

Moby Dick, Herman Melville

Me gustaría hacer una travesía en el barco ballenero Pequod y luchar varias noches de tormenta con Moby Dick (y puesto que es un sueño) esta vez el final seria diferente y venceriamos al Leviatán y el mundo empezaria a ser mejor ¿O no? ¿O es necesario que venza ella para que sea un mundo mejor?

Manuel Garrido, crítico y gestor cultural

Walden, de Henry David Thoreau 

Trilogía de Corfú, de Gerald Durrell 

The Durrells, dirigida por Steven Barron

Precisamente, mis lecturas de verano de los últimos años han tratado el tema de la soledad buscada como lugar para el retiro y la reflexión... Alguien estaba pidiendo a gritos que una pandemia mundial le obligara a bajarse de la rueda de hámster de la productividad. 

Tras haber aguantado razonablemente más de dos meses de confinamiento creo que podría ir sin muchos problemas a pasar un verano a la laguna de Walden a ayudar a Henry David Thoreau a construir su cabaña y hablar con él de desobediencia civil, de autarquía y del canto de los pájaros. En caso contrario, es decir, si me pilla el verano con ganas de multitudes, me iría a Corfú con toda la familia Durrell y sus animales a beber retsina y a explorar la fauna y la flora local con el pequeño Gerald.

Javier Pérez Alarcón, traductor

Space Girl, The Imagined Village


Por lo que sea, parece que lo de irse por ahí este verano va a estar complicado, así que, como decía Javier Krahe en la también viajera La yeti, «por poner tierra por medio, y ya puestos a poner», ¿por qué no darse un garbeo por el espacio con The Imagined Village y su chica espacial?

Digo yo que sería muy estimulante armarse con un rayo congelante y surcar el hiperespacio, adentrarse en el vórtice temporal, conocer a pilotos de cohetes, desconfiar de los marcianos, sortear asteroides y alejarse de la Vía Láctea, pero tampoco os voy a mentir: soy un tipo tranquilo y también me conformaría con un buen esmorzar tranquilo y sin preocupaciones en una terraza, algo que (de momento) también se me antoja de ciencia ficción. Pero bueno, al tiempo. O espacio o esmorzar. Una de dos.

Alberto Haller, editor de Barlin Libros

Amanece que no es poco, dirigida por José Luis Cuerda

Dado que este año será complicado el hecho de viajar al exterior (aunque tampoco es que yo sea muy dado a ello de normal), optaría por sumergirme de lleno en el universo surrealista de la película de José Luis Cuerda Amanece que no es poco. Disfrutaría enormemente en ese pueblo manchego, lleno de cosas por descubrir. Un viaje al interior de nuestras esencias.

Inma Femenía, artista

Midsommar, escrita y dirigida Ari Aster

Creo que este verano elegiría un retiro idílico como los campos de la película Midsommar para ir con amigos y mi perrita Quima a un festival cultural, pero sin el terror que se vive en la películaque está inspirada en un pueblo de Suecia, pero no se grabó allí sino a las afueras de la ciudad de BudapestPodría estar bien un verano con el sol del norte.

Felip Pineda, librero en Detroit Llibres

Los desposeídos, Ursula K. Le Guin

Con la que está cayendo, si pudiera me escaparía una temporada sin pensarlo a Anarres, el planeta ficticio que imaginó Ursula K. Le Guin en Los desposeídos (inexplicablemente todavía descatalogado en la versión en castellano de Minotauro, pero hace un par de años la editorial Raig Verd publicó una edición preciosa en catalán). En un ejercicio de imaginación radical de esos que tan bien se le daban, la autora plantea cómo sería un mundo que se rigiera por los principios libertarios: una sociedad sin gobierno, jerarquías o instituciones autoritarias.

Aunque es innegable que Le Guin vuelca muchos de sus planteamientos políticos en esta creación (siempre fue una escritora cercana al anarquismo), Anarres dista mucho de ser un mundo perfecto. Pero, oye, tiene sus cositas buenas: la vivienda y la sanidad son derechos garantizados, no hay desigualdades de clase ni de género, no existe el dinero ni la propiedad privada… Aunque todo eso son pequeñeces al lado del motivo real por el que me iría encantado a Anarres… ¡En el planeta no hay insectos! ¿Un verano sin mosquitos? Eso sí que es una verdadera utopía. 

María Cárdenas, dramaturga y fundadora de La Teta Calva

Los Sueños de Akira Kurosawa, dirigida por Akira Kurosawa


Viajaría a la mente de Akira Kurosawa mientras creaba los escenarios de su película Los sueños de Akira Kurosawa. Los bosques de cedros, los almendros en flor y entre ellos, rituales que se funden con esa naturaleza maravillosa, casi mágica.

Ana Lacruz Matallín, actriz

Viaje al centro de la lluvia, de Juan José Millás

De pronto no sé si lo que quiero es viajar a ese barrio con una droguería como tapadera de espías, al lugar donde conviven las personas que ya no están en este mundo, a esa fiesta repleta de gente, a ese amor platónico … o si por el contrario lo que quiero es viajar a otro tiempo. Un tiempo que no he vivido. Quiero ser ese niño de pantalones cortos y calcetines largos que evita la lluvia bajo una cornisa. Quiero oler la lluvia de ese día, de esa época, de esa calle, de ese barrio. 

Definitivamente iré con Juan José Millás a su mundo infantil. Iré como testigo muda, compañera de fatigas, confidente, a acompañarlo en sus tormentosos y tristes recuerdos hasta convertirlos en una bella novela. Transformaremos juntos un mal chaparrón en lluvia que inunda y restaña, que reblandece los peores recuerdos enterrados y los arrastra al olvido o, al menos, al perdón. La lluvia no huele igual desde casa… y ese es mi viaje: Viaje al centro de la lluvia

Deborah Ekoka y Ken Province, libreros en United Minds

Space Is The Place, dirigida por John Coney

Iríamos al mundo imaginario que refleja Space Is The Place, con música y guion de Sun Ra,y que creemos que nos apela mucho en un momento en el que la gente no para de discutir y hay mucha violencia. Además, viene al hilo del nuevo asesinato de un ciudadano negro por parte de la policía estadounidense. Estaría genial ir a un universo en el que la vibración sea diferente a la que estamos viviendo ahora aquí.

Jorge Alamar, fotógrafo y responsable de La Fotoescuela

La Caseta del Plater, de Pep Laguarda & Tapineria


Sin duda me iría a pasar el verano a La Caseta del Plater. Así se titula un tema del disco Brossa D'ahir (1977) de Pep Laguarda & Tapineria. Evoca a un lugar que existió, del que no sabemos mucho, pero sí lo suficiente:

"Anem tots , pugem, pugem

a la caseta del plater.

Anem tots , pugem, pugem

a la caseta del plater.

Viven, no et volen aixina de lliure.

Pinet, no et volen aixina de lliure.

Garri, no et volen aixina de lliure.

Joan, no et volen aixina de lliure.

Jaume, no et volen aixina de lliure."

Viven, Pinet, Garri, Joan o Jaume podríamos ser cualquiera tratando de escapar de donde no nos quieren libres. La canción nos invita a subir, las noches probablemente serían allí algo menos calurosas que en la ciudad. Habría una balsa, licores, estrellas en el cielo y una guitarra. Aunque lo importante es todo lo que no habría, esa lista es interminable. Os invito a buscarla, escucharla con los ojos cerrados e imaginar cómo sería la vuestra.

Marta García Navarro, creadora e intérprete de La Lola Boreal y Columpiant la Dansa

 

AÏLLAT 10, 2004. Acuarela/papel. 150 x100 cms de Joan Verdú

La pieza de Joan Verdú me hace moverme en contradicción, pero tiene mar… Lo echo mucho de menos, echo de menos la amplitud, echo de menos la inmensidad. Y por último por qué no… porque pienso que después de tantas horas delante de pantallas, puede ser que una desconexión a un lugar sin wifi, a un lugar sin ningún dispositivo que no sea el de tocarnos y mirarnos a los ojos de verdad (sin que estén pixelados). Lo estemos pidiendo a gritos.


Paco Ivars, responsable de la librería Berlín

A plena luz, de J. R. Moehringer

Me decido por este título porque aúna la explicación novelística del recorrido por una gran urbe en donde ocurrieron circunstancias complicadas (atracos, asesinatos…) en los años 40 / 50 y la visión de esos lugares en los años 80, que es por cierto cuando yo visité esa ciudad. La novela nos plantea un recorrido por todo Nueva York: de Brooklyn a Queens, centro, suburbios, Staten Island… Una visita por una ciudad que es mucho más que una ciudad, un ente con vida propia que te atrapa.

Berta M. Pérez, profesora de Filosofía en la Unversitat de València

Fresas Salvajes, dirigida por Ingmar Bergman

He elegido el bosque al que vuelve el protagonista de Fresas Salvajes, Isak, después de soñar con su propia muerte y antes de reescribir toda su historia y redefinir las coordenadas de su existencia. Es el bosque de su infancia y juventud. Siento una atracción irresistible por esos planos en que unos niños juegan mientras buscan fresas en un bosque que parece situarse justamente en el límite de la finca familiar, de modo que en parte están en casa y, en parte, están corriendo una aventura.

En la película, este bosque simboliza “el lugar de la infancia” y conecta sin duda con mi infancia y, sobre todo, con el viaje de vuelta a la infancia al que, a mí, personalmente, me ha conducido la crisis del coronavirus, y al que Isak es empujado por el sueño de su propia muerte. La infancia, por un lado, se trata de un lugar que no existe en absoluto, una utopía. Y, por otro lado, la confianza que se tiene en la infancia es aquella que está abierta a las aventuras por venir. Por estas dos razones, cuando de adultos volvemos realmente a esos lugares suele ser porque estamos preparados para abandonar la propia historia y reescribir el pasado, para empezar de nuevo.

Clara Berenguer, crítica y especialista en ilustración

El cavallet de cartró, de Josep Lozano y Miguel Calatayud.

Como todo es tan incierto, y todavía no sabemos si nos podremos mover mucho, yo tampoco me quiero ir muy lejos. Por eso me conformaría con pasar el verano apartada de la ciudad, en un pueblo tranquilo, de montaña, para salir por las noches a la fresca y esconderme del calor del día en una casa de pueblo tradicional como la de los protagonistas del libro El cavallet de cartró, de Josep Lozano con ilustraciones de Miguel Calatayud.

Jacobo Pallarés, codirector de proyecto inestable, creador y dramaturgo

Los asquerosos, de Santiago Lorenzo 

Últimamente, ese últimamente son esos 76 días de confinamiento y confitamiento, pienso en un lugar perdido y deshabitado, sin rastro de gente, con huellas claras de que hubo gente en algún momento. pero también con huellas claras de que no va a haber gente nunca más. Sentir el aislamiento y el vaciamiento a bocajarro, la ausencia de personas, de ruido, de palabras, de ajetreos, de tareas, de responsabilidades ficticias.

Ese lugar lo encontré en Zarzahuriel de Los asquerosos. Un lugar deshabitado que se llena de Mochufas que molestan y ensordecen pero que finalmente desaparecen. Lo he elegido porque necesito desprenderme de mi Mochufa, de todo lo ruidoso que somos, del desastre que somos como sociedad. Necesito un lugar como Zarzahuriel para aislarme, quizás es el síndrome de la cabaña o de ermitaño, pero también tiene que ver con un posicionamiento político. De deseo y voluntad de no querer volver a la normalidad a la que volveremos y que por mucho que intentemos derribarla y construirla nueva no hay manera. Esa normalidad que nos lleva a la “insoportable pesadez” de la sociedad del siglo XXI, con prisas, contaminaciones, egoísmos, privilegios… 


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