Hoy es 15 de noviembre

Sopa de letras  

Amaya Ascunce: "Las historias vulnerables funcionan y enganchan mucho"

La periodista y escritora Amaya Ascunce publica La idea de ti (Bruguera, 2022), un libro en el que habla sobre las expectativas frustradas a través de su propia historia personal

22/09/2022 - 

VALÈNCIA. Amaya Ascunce sabe (bastante) de leer y escribir. Directora de la división digital de la revista Elle, y autora del fenómeno editorial Cómo no ser una drama mamá (Editorial Planeta, 2012), todavía le queda tiempo al día para sacar adelante su propia newsletter literaria ‘Leer por leer’ (donde cuenta con 10.000 suscriptores) y zambullirse entre las páginas de los libros que reseña para el club de lectura de Elle, que también capitanea. Pero no acaban ahí sus 24 horas. Para muestra su publicación más reciente, La idea de ti (Bruguera, 2022), un libro que narra su periplo hasta ser madre con una poderosa idea latiendo tras todo ese viaje: la vida no siempre es lo que tenemos previsto. Con la literatura y la lectura como telón de fondo, hablamos con Amaya Ascunce.

-Has afirmado que La idea de ti no es un libro sobre maternidad ni infertilidad, sino sobre gestionar nuestras expectativas y aceptar que no controlamos lo que nos pasa en la vida. Eso sí: para hablar de todo ello utilizas tu propia vida. ¿Cómo ha sido abrirte en canal de esta manera? 
-La verdad es que como para mí ha sido un proceso tan personal no he sido tan consciente de que estaba abriéndome tanto. Llevaba 6 años pasándolo bastante mal, intentando tener una hija sin conseguirlo, con un embarazo ectópico que se complicó de por medio y muchos tratamientos. 

En realidad, ni siquiera tenía muy claro si quería o no ser madre, si tenía que invertir todo ese esfuerzo para serlo. Ese esfuerzo mental me ha servido para contar lo que esperas de tu vida; cómo tienes que pelear por algo que no crees que sea para ti; cómo te acaba haciendo feliz precisamente eso que pensabas que no era para ti; cómo te tienes que amoldar a todas esas cosas que estaban fuera del camino. Porque damos por sentado muchas cosas… y no siempre suceden.

-En La idea de ti abordas cuestiones relacionadas con la profesión periodística. Dices: «Otras nos vamos a las grandes ciudades a trabajar de nuestra vocación […] Un “mito”, que tiene las mismas letras que “timo”». Lo reflexionabas también hace poco en el podcast de Cristina Mitre. ¿Es la vocación una trampa, especialmente en profesiones como el periodismo?
-Con la vocación pasan dos cosas. La primera es que, si trabajas de algo que te guste, sientes que no trabajas. Y es mentira. Yo tengo mucha suerte, me gusta mi trabajo y he llegado a una buena posición que me permite ser mi jefa en muchos aspectos. Y eso es una libertad muy grande, pero un trabajo es un trabajo, porque trabajas para otros, tienes unos objetivos concretos, etc.

El otro mito es que, como es vocacional y te gusta (te lo pasas bien) no tiene que estar bien remunerado ni tiene por qué respetar tu tiempo libre. Siempre tienes que estar pensando en producir. Y eso puede hacer que el trabajo se convierta en un infierno.

Y luego hay un tercer tema, que depende mucho de la personalidad de cada uno, y que nos pasa mucho a Cris [Mitre] y a mí, y es que acabamos convirtiendo en productivo todo el ocio. Como me gusta leer y escribir, y escribo una newsletter como la mía, una cosa que era mi ocio (leer) se transforma en una obligación, porque tengo que escribir cartas cada dos domingos porque hay 10.000 suscriptores pendientes de ello. Todo lo que escucho, leo o hago lo hago pensando en la newsletter. Y me pasa lo mismo con el curro. Yo ya no leo nada (o veo nada) que tenga que ver con mujer, moda, belleza o estilo de vida que no lo relacione con Elle.

Eso se come tu tiempo libre: tu libertad de no hacer nada. De estar por estar. Suena mal, pero a veces veo padres que bajan al parque y que están «solo» en el parque aburridos. Pero yo estoy con un podcast porque ¿cómo voy a estar aquí tres horas mirando un columpio? (porque al final solo estás vigilando que tu hija no se caiga). Con un podcast, o con un audiolibro. Eso es muy agotador, y no sé cómo hay que cambiarlo. Creo que lo primero es decirlo para ver si entre todos dejamos de hacerlo, yo la primera.

-Hablemos sobre el fenómeno de las newsletter. ‘Leer por leer’ es la tuya, de carácter quincenal, donde mezclas retazos de reflexiones más personales con lecturas. ¿Crees que es precisamente este cóctel lo que atrapa a tus 10.000 suscriptores? 
-Después de muchos años de historias positivas, de cuentos de superación, también de éxitos, de esos conceptos tan ligados al emprendimiento… se ha pinchado esa burbuja. Las historias vulnerables, que tienen que ver con mostrarse (la historia que hay tras La idea de ti o de la newsletter) funcionan y enganchan mucho, tanto a la persona que la recibe como a la persona que la cuenta. Igual a alguien le ha venido bien leer La idea de ti, pero a mí me ha venido muchísimo mejor escribirla. También ha habido un boom de la salud mental, pero no solo como una patología o enfermedad, sino traducida en cosas del día a día de las que antes no se hablaba. 

La newsletter también funciona por otro aspecto, y es la cantidad de información de la que disponemos. En el caso de los libros, hay tantísimos, se publica tanto… que si encuentras a alguien que conecta contigo, que vive las cosas como tú, que puede hacerte de «curadora» de lectura, lo aprovechas. Yo hago lo mismo con otras personas, sigo a tres o cuatro que entiendo que tienen una manera de pensar parecida y unos intereses parecidos a los míos, y si recomiendan algo, lo suelo leer. Y creo que es el rol que desempeño a veces con las personas que me siguen; quizá no para 10.000 (porque hay gente que te sigue, pero luego no te lee), pero sí hay mucha gente que lo tiene en cuenta. 

-Es el papel de prescripción que se hacía antes en las librerías.
-Sí, porque, desgraciadamente para todos, muchas librerías han cerrado. Mucha gente compra en Internet, en centros comerciales o sitios grandes… que quizá no tengan tan incorporada ahora mismo esa figura. 

Yo tengo la suerte de hacerlo a la antigua usanza, porque tengo una librería de barrio muy cerca de mi casa. Pero no todo el mundo puede. Por eso, si hay gente que compartimos ciertas afinidades y nos podemos recomendar lecturas es muy guay. A mí hay personas que me dicen «me aciertas todas las lecturas»; pues mira que bien [ríe].

-Capitaneas el club de lectura en Elle. ¿Han vuelto con más fuerza este tipo de formato, o es que en realidad nunca se han ido?
-Hay un boom, sí. Ya antes de la pandemia había un run run con los clubes de lectura, pero esta lo ha acelerado todavía más. Mucha gente leía, tenía tiempo, y además la tecnología nos ha permitido hacer clubes de lectura online. Hay un acceso distinto a los clubs y es más normal lo que estamos haciendo tú y yo [una videollamada]. Eso ayuda. Pero ya había un boom de lectoras, sobre todo por parte de mujeres; si vas a la presentación de libros, a un coloquio… la mayoría de asistentes son mujeres. 

-¿Qué leer en un momento donde las novedades ocupan un lugar importante en las librerías y no tenemos demasiado tiempo?
-Yo vivo agobiada. Me escriben para ofrecerme libros, tanto editoriales como clubs de lectura… y he decidido no aceptarlos. No tengo la capacidad para ello. Bicheo lo que quiero leer, pero no me puedo comprometer a más porque me produce angustia. Me gusta también leer clásicos, y es difícil llevar el ritmo. 

Intento ir compensando entre un libro «difícil» (no tanto porque la lectura lo sea, sino porque quizá no tiene tanto gancho en este momento o la temática no me toca tanto), y otros. Tengo algunas obsesiones: los libros sobre madres e hijas, los dramones, las clases sociales y la pobreza, la injusticia o la inmigración… son temas que me flipan. Y suelo ir combinando algunos de estos con ese otro de fondo. 

Llevo un par de libros a la vez mínimo, normalmente tres, y también me estoy aficionando al audiolibro (y al podcast). Me ayuda porque voy en el coche o en el parque, y puedo escucharlo. Probablemente Aniquilación de Houellebecq no me lo hubiera leído en papel, porque no sé, a él le tengo cierta manía, pero sus libros me han gustado. Y al final sí, este me ha gustado. Hago un combo con todo lo que puedo [ríe].

-Hay un debate con el tema del audiolibro y si eso sustituye realmente el acto de «leer». ¿Tú qué piensas?
-A mí me está enganchado. Si te gustan las buenas historias es un momento más y una manera más de llegar a ellas. Mi experiencia es que el audiolibro me funciona más con historias noveladas (historias que te enganchan mucho) y con el ensayo (porque a la vez voy pensando). Ahí sí veo un problema en los dos casos: el subrayado. Yo soy mucho de subrayar, y en el caso de los audiolibros no sé cómo volver a ciertas partes. Si voy conduciendo y quiero guardarme algo, no sé cómo hacerlo, aunque imagino que la tecnología lo acabará solucionando. 

No es exactamente lo mismo que leer, pero funciona igual: es tu imaginación la que está proyectando, se mete mucho (a mí al menos me pasa) el ambiente en la cabeza… se crea una burbuja superfuerte, mucho más a veces que leyendo, ya no sé si es por la voz del personaje…. Y quizá no soy capaz de sacar frases o titulares, pero sí tengo la sensación de la lectura ahí. 

Es una cosa más, tampoco soy de elegir. Me encanta el ebook, el papel, el audiolibro… todas las historias me gustan. Lo que no soy mucho es de series [ríe], pero porque no tengo tanta constancia para tantas temporadas a veces. Me gusta que las cosas tengan un final.

-Señalas en la biografía de tu Instagram: «Leo todo lo que puedo». ¿Cómo se hace eso? ¿Cuáles son tus hábitos de lectura? 
-Hay días que no leo nada, porque te puede el día a día. Pero siempre tengo libros en todos los sitios donde estoy. Mi casa tiene dos plantas, y tengo un libro en cada sitio: arriba, tengo un libro por ahí; otro abajo en el salón; otro, en el bolso; otro, en el trabajo; y en la mochila de portátil llevo otro. Porque nunca sabes si vas a tener un rato, por ejemplo, en el que estás comiendo sola o lo que sea… El caso es que ayuda tener libros a mano. 

Respecto a las horas, cuando te gusta un libro, cuando estás enganchada, acabas leyéndolo en cualquier lado: en la sala de espera del otorrino, pidiendo un pincho… vas sacando huecos. Y quitarse Instagram de vez en cuando; porque si viéramos realmente las horas que le echamos… nos daría mucho más tiempo a leer.

-¿Qué tiene que tener un libro para que enganche?
-Para que un libro sea bueno tiene que contar una historia de verdad, que no necesariamente real, porque la ficción te puede llegar tanto como la no ficción. Si cuenta algo que sea de verdad… me vale. Y lo que decía antes: si hay una madre e hija, algo de injusticia, clases sociales (nacer con posibilidades…) también. Los libros de duelo me gustan porque también tienden a contar historias muy de verdad. Y los libros de humor (nadie se cree con lo que me gustan los dramones), aunque es difícil encontrar nuevos libros de humor que realmente te hagan reír, no de medio comedia. 

-¿Cómo inculcar el amor por la lectura, especialmente en una generación muy ligada a las pantallas?
-No lo sé. Mi hija, por ejemplo, tiene 3 años, veamos cuando tenga 14… [ríe] Desde luego, que te vean leer. Porque, si tú no lees, es difícil que lo hagan. Si ella ve que su madre está leyendo, algo quedará. Leerle mucho; Manuela tiene montones de libros y le leemos mucho. Hacer del libro algo lúdico es una buena idea… y no agobiarse. 

A mí me encantaría que leyera, pero me parece más importante que le gusten las historias, porque eso también tiene que ver con que tenga curiosidad y empatía con otras personas… A lo mejor mi hija consigue eso a través de los videojuegos o el cine. Lo sentiría, porque de ser así quizá no compartiremos estrictamente el amor por los libros… pero también me vale. A veces nos empeñamos en que tiene que ser mediante un libro escrito, pero hay muchas historias; en el teatro, en la música… hay mil formas de despertar todo eso. 

next