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crear desde la aleatoriedad, y cederse a esta

Ana Spoon, la artista multidisciplinar que controla solo la mitad de su obra

En mitad de la huerta de València se encuentra el taller de la artista Ana Spoon, una valenciana que juega con el intelecto para generar "obras aleatorias" que se escapan del alcance humano

16/07/2022 - 

VALÈNCIA. Lo que en el arte no se comprende a simple vista tiene un efecto cautivador... Hipnotiza y lleva a que el observador se plantee infinidad de cuestiones, que tienen una relación directa con la creación y los procesos: ¿Cómo ha llegado el artista hasta aquí? ¿Qué representa su obra?, ¿Cuál es el mensaje que intenta transmitir? La única forma de hallar la solución es preguntar a la mano que se encuentra detrás de todo, en este caso la artista disciplinar Ana Spoon. Nacida en València y vecina del centro coge su bicicleta todos los días para desplazarse hacia mitad de la huerta, donde se encuentra su estudio, un buen lugar en el que “entra la luz natural y se está bastante fresquito” y donde fluyen las ideas que conforman su obra. 

Además de la luz natural Spoon emplea focos de luz. Los apaga para que la fotógrafa Estrella Jover pueda tomar algunas instantáneas de su trabajo, y le explica el por qué de la luz artificial mientras ella se prepara para pulsar el disparador: “Cuando organizo los entornos y las instalaciones trabajo siempre en las penumbras. Mi estudio es como una cueva artificial y las luces forman parte de mi obra”, comenta con el ambiente ya un poco más a oscuras, “mi instalación expone mi trabajo tal y como yo me lo imagino. Una luz focal recrea un espacio de cueva en el que mis telas y mis trabajos se ven iluminados de rebote”. La luz conforma, de esta forma, esta primera mitad que Ana controla o no, en según qué casos y qué tipo de obra o instalaciones, pero su trabajo va más allá de lo corpóreo y lo táctil, su obra traspasa lo gráfico y lo material.

Ana Spoon toca una de sus piezas, que a su vez interactúa con la luz ambiental que le rodea (Foto: ESTRELLA JOVER)Ana Spoon toca una de sus piezas, que a su vez interactúa con la luz ambiental que le rodea (Foto: ESTRELLA JOVER)

Tras la luz, la tela

La temática del tejido es un punto clave para la artista. Spoon trabaja sobre tela orgánica, más concretamente la que se emplea en las cortinas. Le gusta porque de esta manera puede convertir su obra en cualquier tipo de estructura, sin límites: “El dibujo me gustaba pero nunca me sentía satisfecha con este, siempre me ha interesado el arte ambiental, no me interesa la bidimensionalidad”. La obra, comprendida en el ambiente, introduce en el relato al observador, a la luz y el espacio, logrando que el uso de translúcidos juegue con todo lo que le rodea: “No tengo una obra representativa, tengo una obra experiencial”, aclara “experimentar con la simbología y el sentido de las cosas hace que se puedan trasladar las ideas de la psique y el cuerpo”.

Parte de la inspiración de este estudio viene del la teoría del Yo-Piel del psicólogo, filósofo y psicoanalista francés Didier Anzieu. Esta teoría describe la formación del pensamiento y la personalidad a través de las experiencias táctiles. El trabajo de Spoon funciona desde el interés por la psicología, desde lo “simbólico, orgánico y metafórico”. Con ello genera una imagen transparente y lúcida que se separa entre la obra y el cuerpo. Para alcanzar esto la artista tiene que “escapar de su propio cuerpo” para generar la obra: “El tejido me permite hablar del cuerpo. Si yo no tengo un cuerpo lo tiene la obra, es la teoría del objeto transaccional”. Spoon, quien también trabaja la arte terapia, traduce el concepto: “La tela para mi es como lo que es la muñeca para un niño, puedo explicar mi historia y relato a través de esta”.

La artista posa con sus obras en tela de fondo, que se mueven con una brisa de aire de la huerta (Foto: ESTRELLA JOVER)

La creación incontenible

Una vez la artista ha logrado separarse de su cuerpo… ¿Qué le queda? Un escenario de creación que puede rozar al mismo tiempo lo enfermizo y lo catártico: “Empecé a identificarme mas con el cuerpo de la obra que con mi propio cuerpo, te encuentras en él y hablas con él, ves la creación de una manera totalmente nueva”. Aunque esta idea parezca que asocia con el desfogue y la liberación Spoon lo matiza, es todo lo contrario: “Para crear de esta forma hay que meterse en un barrizal de mierda y entender cosas y sufrir… Pero a la vez también te sublimas. Encontrarte después es algo totalmente diferente”. Dentro de esta creación entra la aleatoriedad, que mezclada con el juego llega al descubrimiento. Spoon descubre esto en un ejercicio repetitivo: realizar obras con puntos, obras infinitas, en esta no puede “escapar de ninguna manera del cuerpo” y tiene que practicar la paciencia eterna: “Este tipo de creación no te permite desarrollarte intelectualmente de forma muy veloz. Te obliga a practicar la espera, la paciencia y el no control de la obra. Provoca ansiedad pero es un ejercicio de arte para mi”.

La locura llega hasta tal punto que la artista se ha llegado a pasar más de siete horas en la misma tarea repetitiva, acción que le hace comprender que la construcción de la obra va conjunta con la de la identidad: “Soy muy psíquica y me he ido descorporeizando con el paso del tiempo. Estoy muy metida en la idea de intelectualizar todo, las ideas van por delante de la obra y trabajo siempre desde la intuición”. Junto a estas obras se comprenden los trabajos con tinta, entre los que las manchas traspasan y la tinta se comporta como la “humedad en el cuerpo”: “Los materiales se fusionan como si una vena se rompiera en el cuerpo, todo es una proyección sobre capas posteriores”. Un trabajo en el que, más que la intuición, lo que trabaja es el tiempo: “Yo intervengo en la mancha pero luego esta se proyecta en otro espacio y eso ya no lo controlo yo, los trabajos pueden llegar a realizarse a lo largo de meses”.

 Un traspaso aleatorio de la tinta en el papel (Foto: ESTRELLA JOVER)

Cuantificar la "valía" de lo eterno

El trabajo de Spoon, por todo lo que conlleva, es casi imposible de monetizar. Sin embargo, la artista (siguiendo su lado obsesivo) ha comenzado a cuantificar las horas detrás de cada obra: “Estoy intentando anotar las horas de trabajo. De hecho me planteo de cara al futuro una exposición en la que encuentre una forma de cuantificar el tiempo empleado”, y aclara,  “el tiempo para mi no es cuantificable, los procesos para mi son como mantras”. Una forma de poner un “precio” a la obra del artista que tiene que vivir por ello: “Es imposible poner un valor cuantitativo a este tipo de obras. Casi todo lo que hacemos los artistas y artesanos hay una contradicción entre el tiempo, la libertad…”

-¿Aceptas encargos?

- No soy artista de proyectos, soy artista de serie. Hay etapas que pueden resultar más o menos interesantes a los compradores. Ellos vienen a mi por mi perfil.

-Incluso al comenzar una obra no sabes que va a ser de ella... ¿Qué pasa con lo aleatorio?

- Hay que salir de la zona de confort para hacer descubrimientos, para dar relevancia al proceso de creación, la realización mecánica de las cosas. No hay una proyección de lo que va a salir.

Foto: ESTRELLA JOVER

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