CASTELLÓ. Nunca se hubiera imaginado Ángel Martín que podía hablar tanto de salud mental. Básicamente porque, como nos reconoce, el "Ángel del pasado nunca había pensado en salud mental". Sin embargo, ayer visitaba Castelló de la Plana para narrar el momento más difícil de su vida, el brote psicótico que el monologuista sufrió en 2017. Un trastorno mental que le obligó a pasar por un proceso de reconstrucción muy duro. "Hace unos años me rompí por completo. Tanto como para que tuvieran que atarme a la cama de un hospital psiquiátrico para evitar que pudiera hacerme daño. No tengo ni idea de cuándo empezó a formarse mi locura", explica el mismo en la presentación de su primer libro, Por si las voces vuelven.
Desde que lo publicase a finales del año pasado, Ángel Martín no ha dejado de visitar ciudades para hablar sobre salud mental. El cómico espera así poder romper tabúes y normalizar una enfermedad que a él le ha cambiado como persona. "Aunque este libro lo he escrito para mí, es para cualquiera que haya pasado o esté pasando por algo parecido, y así romper de una vez por todas el estigma de las enfermedades mentales". Con ganas de profundizar más, el autor atiende a Castellón Plaza en una llamada telefónica donde también se menciona, claro, el informativo matinal que cada día da por redes sociales.
-A los periodistas nos toca muchas veces fingir que conocemos a los entrevistados a la perfección. Casi como si fueran de nuestro círculo más cercano, cuando no es así. En este caso, que ni si quiera me pones cara, me pregunto si no es extraño para ti charlar sobre cómo te sientes o ya se ha vuelto normal...
-Para mi es normal hablar con la gente aunque no le vea cara. Lo llevo bien. Contar a desconocidos cosas mías después de escribir el libro no cuesta. Me he acostumbrado. También, porque por redes sociales hablamos todo el tiempo con gente a la que solo le vemos la foto de perfil y a veces es la foto de un pato o un imán. Ya no choca.
-En alguna ocasión has comentado que te gustaría encontrarte con el Ángel Martín de antes y abofetearle. ¿Qué es lo que menos te agrada de tu pasado?
-Básicamente es la sensación de que estaba construyendo una personalidad por inercia. No me paraba a pensar en si era la persona en la que me quería convertir. Si la vida que construía era la vida que quería construir. Probablemente el ego que tenía era más desproporcionado de lo necesario. Pero en general no nos paramos a pensar si estamos yendo por donde queremos. Ahora me abofetearía para provocar ese frenazo que me obligara a pensar.
-Solemos tener una imagen tuya de un tipo bromista y muy seguro de sí mismo. Pero, en aquellos días, dices que ni el humor sirvió como terapia. ¿Te sorprende que no fuera un sitio en el que refugiarte?
-No te choca, porque nisiquiera te lo planteas. No hay reflexión cuando no se está bien. Pero sí, no encontraba la forma de hacer humor. En ese momento no te das cuenta, porque asumes que ha desaparecido. Das por sentado que es el final de todo. Todo ha terminado, todo ha muerto. Y el humor también había muerto para mí.
-Uno de los compromisos que te marcaste tras la recuperación fue hablar de salud mental. ¿Qué pensaría el Ángel del pasado de esto? ¿Era para ti un tema tabú?
-No fue un compromiso conmigo, surge a raíz de la publicación del libro. Se abre una puerta donde puedo comentar lo que me pasó. El Ángel del pasado nunca había pensado en la salud mental, no era una preocupación que estaba en mi vida. No soy de esa gente que ahora dice que siempre le había preocupado. Ni de broma, no me preocupaba. Seguramente porque en mi casa no había casos más allá de alguna depresión crónica, pero no soy alguien que ha vivido con la sombra de la salud mental.
-Cada vez más personas reconocen que tienen problemas de ansiedad o depresión, pero ¿Qué pasa si el problema lo tiene un amigo nuestro? ¿Cuesta todavía empatizar y ayudarnos?
-En mi caso es complicado tener una opinión muy real de la situación. Ahora mismo mis conversaciones son sobre salud mental, pero se que es algo que no es real, es sobre todo porque he publicado un libro. Cuando estaba en la tele, me parecía que todo el mundo hablaba de ella, porque estaba rodeado todo el rato de gente que hablaba de televisión. Aun así, nos cuesta tratar la salud mental. No es que no queramos ayudar a amigos cuando están mal, no sabemos. Y como no sabemos intentamos no involucrarnos demasiado o le quitamos hierro. Y para el que está mal eso es motivo de ponerse peor. Si no estás demasiado bien y la respuesta de un amigo es decirte, "hostia, pero si no tienes motivos, si lo tienes todo". Uno piensa, para qué coño cuento nada. Yo ya sé que no tengo motivos, el problema es que no sé porque no estoy bien. Nos cuesta implicarnos, porque cuesta tener paciencia y calma.
-Parece que los medios hablan más de salud mental, Instagram habla más de salud mental. ¿Pero es incompleto el mensaje que muchas veces se da?
-Al final se queda en la superficie si tú no haces una búsqueda. En las redes tienes una limitación. Puedes poner una foto y un texto en Instagram, o un tuit de 250 caracteres y un vídeo en Tik Tok. Pero igual esa foto es la pista de un puzzle más grande. Quizá quien ha publicado esa imagen da charlas de salud mental y por no investigar creemos que solo pone una foto de vez en cuando. Tiene más que ver con el interés de quien mira que del que comparte. Aunque sí que en algunas redes sociales te encuentras líneas motivadores y ya está, pero no es salud mental. Las frases optimistas están en un escalón distinto. La foto del árbol con una frase bonita está bien pero no es trabajar en salud mental. Pero bueno me parece bien. Es mejor que te digan, "el sol brilla hoy para ti", que "vete al infierno".
-Hablando de los medios, ¿Qué te parece que tus noticiarios se conviertan también en noticia? Las comparaciones del lío del PP con Sálvame o el festival Coachella han sido recogidas por digitales.
-Me parece bien. Que el informativo crezca es mejor noticia que que no crezca, no te voy a engañar. Puestos a escoger, prefiero que sea así, porque me parece que sale poco la verdad. Debería compartirse más.
-Informativos que duran dos minutos de reloj, pero ¿Cuánto tardas en prepararlos?
-Eso es el infierno. La duración son dos minutos pero prepararlo es como si fuera una redacción normal. Estoy toda la semana previniendo contenido. Estrenos, lanzamientos, partidos importantes. Voy trabajando con un calendario de previsión, pero a las cinco menos cuarto me levanto para ajustar por si ha habido algo de última hora y ajustas bien el número de palabras, ensayas la sonoridad para que encaje en dos minutos. Me lo he montado muy mal.
-¿Puede que sea tu noticiario uno de los más democráticos que haya? Hablas de política, pero también de cultura, ciencia o hasta de eSports (videojuegos).
-Tengo el más completo, no te voy a engañar, pero es así. Esto era una broma que se ha ido de las manos. Me desperté un día y leyendo el periódico me di cuenta de que solo compartiría dos noticias. Así que le dije a la gente por redes que no perdieran el tiempo viendo las noticias que estas son las que hay. Entonces, empezaron a comentarme que si les podía poner de deporte, otro que con videojuegos sería feliz. Error. Ahora soy su esclavo.
-Son muchas, pero ¿alguna noticia que te haya encantado dar?
-Está feo decirlo, pero la de que se ha reeditado el libro. Es la noticia que probablemente más feliz me hace.
-Decías en una entrevista con Plaza Radio que esperas no tener que volver a trabajar en televisión.
-Eso espero.
-¿Es el streaming tu sitio?
-No sé si el streaming es mi sitio, pero lo digital es algo que me interesa más que la tele, al menos como se hace ahora. La televisión es una herramienta fascinante con posibilidades infinitas, pero los contenidos que se hacen no me interesan lo más mínimo. Me gusta lo que ahora hago y quiero centrarme en lo digital.