VALÈNCIA. Qué distinta hubiera sido la vida de Emilia Pardo Bazán si “en su tarjeta pusiera Emilio en vez de Emilia”, decía ella misma. Un ligero cambio de “a” a una “o” y toda su vida hubiera dado un giro de 360º. Desde la actualidad resulta inimaginable que hubiera sido de la vida de la novelista, periodista y escritora gallega si su género hubiera sido otro, y jamás se sabrá. Como ella hay cientos de mujeres cuya vida hubiera sido totalmente diferente: la pintora Frida Kahlo, la novelista Charlote Brönte, la filósofa Therese Lavasseur… De hecho muchas de ellas eran conocidas a través de sus maridos, o de otros hombres que las rodearan colapsando su talento, y en según que casos aprovechándose de éste. Ahora la autora Ángeles Caso hace justicia con sus nombres y con sus historias en Las desheredadas (editado por Lumen), un relato en el que arroja luz sobre sus vidas y saca de la “sombra” a las mujeres creadoras de los siglos XVIII y XIX.
Ya lo hacía en Las olvidadas, su anterior trabajo, en el que celebra como las artistas, escritoras y las mujeres creadoras tuvieron que “rebelarse contra el orden” para poder ganarse un hueco en la sociedad. En ambos libros Caso hace un estudio en profundidad sobre sus vidas y les hace el hueco que merecen. Una lectura que, por desgracia, solo se puede hacer desde la actualidad y que rescata muchos de los relatos de aquellas que nunca llegaron a ver su trabajo reconocido, y que en muchos casos vieron como se despreciaba. Con motivo de dar un nuevo significado a Las deshederadas la autora les rinde culto desde una mirada feminista en el que permite que cuenten con su propia luz y que por fin se escuche su historia, durante tantos años silenciada.
-¿Cómo es dar el salto de Las olvidadas a Las desheredadas?
-Desde que terminé Las olvidadas fui consciente de que en algún momento tenía que ponerme con el segundo volumen. Es algo que sentía que tenía que hacer también en respuesta a las aportaciones de la investigación en historia del arte que han surgido estos últimos años, me interesa investigar sobre ello y trabajar este seguimiento. Es una continuidad de ese primer volumen pero también cuenta con sus propias características.
-¿Cómo de importante es leer estos relatos desde la perspectiva actual?
-Creo que antes no había habido una mirada feminista que se volcara en cómo se ha desarrollado el mundo, en cómo han sido estas mujeres. Hasta que no hemos llegado a la universidad no se ha comenzado a estudiar cómo era ser mujer en ese momento, desde la carga social que suponía hasta la lectura de su historia. Creo que ahí está la clave del trabajo que estamos haciendo ahora las mujeres sobre la recuperación de la historia del género femenino. Esa historia no es que se hubiera perdido ni que no estuvieran los datos, solo que siempre ha habido una parte de la historia más protagonizada por los hombres.
-La que se cuenta en los libros…
-El problema es que los historiadores no han querido mirar la parte femenina de la historia, no la han tenido en cuenta. El relato de la historia a partir del siglo XIX, y el que seguimos estudiando ahora, se ha construido con una mirada patriarcal y androcéntrica, donde se ha mirado lo que ha sido hecho por los hombres y además se han negado los méritos de las mujeres. Con estos trabajos estamos deconstruyendo ese relato y reconstruyéndolo con la aportación de la historia de las mujeres, esa historia de la mitad de la humanidad que no aparece en los libros.
-¿Se suele cuestionar esta ausencia?
-Creo que muy poca gente se lo cuestiona a día de hoy, simplemente hemos ido aprendiendo todos de este relato en el que el género femenino estaba prácticamente ausente. A día de hoy en las enseñanzas básicas se sigue enseñando la historia desde el relato patriarcal.
-Citas el ejemplar de Historia del arte de Gombrich, y añades: “Ese relato excluyentemente androcéntrico que ha vendido millones de ejemplares y se ha convertido en el manual de referencia para millones de personas a pesar de ser falso”, en el que explicas que hay un “borrado de artistas mujeres”
-En el mundo del arte ha habido siempre muchas técnicas de borrado de artistas, se ha hecho durante siglos. “El Gombrich” es uno de ellos, pero también se ha hecho escondiendo obras de mujeres en los almacenes de los museos e incluso robando la obra de mujeres y atribuyéndosela a los hombres. Creo que esto ha sido algo contínuo y que no ha empezado a cambiar hasta la última década, o tal vez los últimos quince años
-¿Están los museos revisando sus relatos?
-Los museos nacen en el siglo XIX, probablemente el más patriarcal de la historia de occidente, el siglo de la burguesía. Nacen de la mano de “hombres muy sabios” pero que tenían la mirada cubierta de telarañas patriarcales y que escondían las obras de las mujeres en almacenes o en el mejor caso en los rincones más escondidos de los museos, algo que ha estado ocurriendo hasta hace dos días. De hecho el cuadro que empleo como portada del libro -Retrato de Charlotte du Val d’Ognes de Marie-Denise Villers- fue comprado por el Metropolitan de Nueva York como un cuadro de Jacques-Louis David, un pintor de la época de la Revolución francesa. Lo compraron a principios del siglo XX y pagaron una fortuna por él, y no ha sido hasta décadas más tarde que se ha descubierto que en realidad era de Marie-Denise Villers, una pintora totalmente olvidada.