Quien más y quien menos todos, en algún momento hemos pasado por ahí. No hasta llegar a los límites de los hermanos de Morata de Tajuña, que Dios los tenga en su gloria porque no me pueden despertar más ternura y desazón a partes iguales, que hay que ser zopenco… pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, porque ¿a quién no le han timado en el amor?
Cierto es que la juventud de hoy en día parece relacionarse bajo unos códigos de cortejo que nada tienen que ver con los de mi época. Me beneficié de aquellos años donde el noviete de turno llevaba a gastos pagados por donde pisaba la morena. No se escandalicen, los de mi generación saben que no era machirulismo, era educación: la propia de nuestro tiempo. De hecho, me voy a sincerar hoy ante todos ustedes: no saben el gustirrinín que me da que un hombre me abra la puerta. Y no, no pido perdón, ni me siento ni más débil, ni más tonta. Que ahora hay que pedir perdón hasta por respirar.
"Consejo: si alguien en la segunda cita le hace pagar a medias el aperitivo, ya puede salir por patas DEL GARITO"
Me imagino que anímicamente hay que estar muy deprimido para seguirle el juego a un desconocido al que por cuatro lisonjas le transfieres un pulmón. ¡¿Perdona?! Consejo: cuando alguien en la segunda cita, le haga pagar el aperitivo a medias y luego se haga el loco para sacar la tarjeta en la ronda de gin-tonics, ya puede usted salir por patas del garito sin ser visto. A no ser que con esa generosidad inusitada persiga un "final feliz", que al fin y al cabo es cobrarse en carnes lo que el militar americano se llevó crudo. Sobre gustos…
Al parecer, una de las frases top para engatusar a las mujeres es "tienes que esforzarte por mi amor, necesito diez mil euros". ¡Pero si ya me esfuerzo! No sabes el hambre que estoy pasando para quitarme los kilos de la Navidad ¡Diez mil euros! ¡Virgen Santa, quién los pillara! Si los tuviera, me hubiera hecho la lipoescultura en lugar de estar todo el mes recortándome el pienso y tonteando contigo por el Instagram. Entonces tendría un novio real, ¡no te jode!
Pero poco se habla de las otras estafas del amor. Sí, las del día a día, las de "yo siempre he sido fiel con todas mis parejas". O aquella de "ninguna se me ha quejado porque soy un toro en la cama…" O si no ésta que me enloquece: "Me encanta cocinar". Pero ¿qué entiende este mendrugo por cocinar? ¿Calentar en el microondas la lasaña del Mercadona?
"El amor es ciego, pero la amistad no: el deseo por sentirnos queridos nos ciega el alma, pero siempre hay un amigo que avisa"
Al fin y al cabo, ¿no son esto estafas? Igual de humillantes, decepcionantes y dolorosas que las otras y en muchas ocasiones también te dejan tieso. Porque enterarte de que los viajes de negocios a Madrid son porque tiene un lío con la del departamento de fusiones y adquisiciones: fusiones y adquisiciones, ¡que no te hiciera sospechar algo el nombre! O comprarte un conjuntito en La Perla para recibir a ese "toro" a porta gayola y encontrarte que en el primer tercio ya está para apuntillar… pues también es una estafa.
En fin, como dice el refrán, el amor es ciego pero los amigos no. El deseo por sentirnos queridos y valorados nos ciega el alma, pero siempre hay un amigo que nos muestra su desconfianza por ciertas relaciones. Escúchelo. Nunca se sabe dónde puede haber un estafador del amor. Virtual o real.
Gracias por su lectura.