CASTELLÓ. El antiguo faro del puerto de Castellón, que en los últimos meses ha sido sustituido por un gemelo alejado unos centenares de metros, será historia en un par de semanas. Los responsables de la terminal Noatum, en la que todavía se erige el edificio, han comenzado su derribo, que se prolongará alrededor de diez días.
Más allá de la obra en sí misma, para la que se han desplazado dos grúas de grandes dimensiones y otra maquinaria necesaria para el derribo, la eliminación de la estructura, que el año pasado cumplió medio siglo, es fundamental para facilitar la operativa sobre muelle. No en vano, aunque en 1971 el faro fue erigido en una escollera, con las sucesivas ampliaciones de PortCastelló había quedado en medio del muelle.
La actuación -que desarrolla la empresa castellonense Gimecons y que se incluye en el proyecto por el que se ha alzado el nuevo faro- se ha podido acometer después de que este haya sido dotado de los medios tecnológicos suficientes. Pero tiene además importancia en otro sentido: forma parte, también, de los trabajos previos a las grandes inversiones que Noatum y la otra compañía adjudicataria del Moll de la Ceràmica, Terminal Marítima del Grau (TMG), deben acometer en virtud del acuerdo de concesión.
En conjunto, las obras que deben ejecutar ambas se elevan a 53 millones de euros, que destinarán a acondicionar el recinto y, sobre todo, a hacer su actividad más sostenible, con naves cerradas para almacenar el producto en el espacio que cada una tienen concedido. En este sentido, aunque la adjudicación se remonta a finales de 2018 y posteriormente fue ratificada en mayo de 2019, todavía no hay fecha para las obras.