CASTELLÓ. El Ayuntamiento de Castelló y la Conselleria de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio avanzan en las negociaciones para alcanzar un acuerdo sobre los chiringuitos. Tras la última reunión de la alcaldesa, Begoña Carrasco, con el director general de Costas de la Comunitat Valenciana, Vicente Martínez Mus, celebrada este martes, existe un moderado optimismo respecto a la pretensión de adelantar la temporada.
Según ha podido saber este diario, el objetivo va más allá de conseguir la autorización para la apertura de los merenderos a partir del 1 de junio. En estos momentos, se considera factible que los establecimientos puedan incluso abrir en Semana Santa. Al menos, que se contemple esa fecha (finales de marzo) en el nuevo pliego del contrato de explotación de servicios de playa y que la Junta de Gobierno Local prevé aprobar la semana próxima.
A favor de que al final se pueda llegar a una entente con la Generalitat está que los departamentos que han de emitir los informes internos (Vida Silvestre y Costas) se integran en la misma Conselleria en esta legislatura. Otra cosa bien distinta es lo que luego dictamine el Servicio Provincial de Costas (Ministerio para la Transición Ecológica), que resuelve en última instancia sobre la petición realizada por el Ayuntamiento.
El hecho de que al final el Gobierno central, a instancias del resto de administraciones, acepte adelantar el inicio de la campaña no significa necesariamente que los establecimientos vayan a montar desde el primer día, especialmente si la data marcada corresponde a Pascua.
A diferencia de lo que ocurre en otros municipios costeros de la provincia (Benicàssim, sin ir más lejos), los chiringuitos no disponen en realidad de una superficie consolidada que permita garantizar la actividad durante un periodo prolongado (en este caso, de seis meses). Fuentes consultadas explican que las playas del Pinar y El Gurugú (esta última especialmente) presentan algunas carencias difíciles de subsanar. Por ejemplo, no existen servicios básicos, como pueda ser el alcantarillado público.
Otro problema no menos importante para los empresarios corresponde a la seguridad para evitar robos y actos vandálicos. La vigilancia de los chiringuitos durante un periodo tan amplio representa un sobreesfuerzo económico que repercute en la rentabilidad de los negocios.
Un tercer factor obedece al clima. A diferencia de lo que ocurre en los meses de verano, con un tiempo muy favorable, en primavera (del 20 de marzo al 20 de junio) hay cierto riesgo de sufrir luengos episodios de temporales. Esto significa que los merenderos pueden verse obligados a cerrar varios días (o semanas) tanto por el mal tiempo como por la falta de turistas.
Para el sector, considerar todas estas variables resulta esencial a la hora de establecer la fecha de inicio y finalización de la temporada. Eso sí, las mismas fuentes consultadas reiteran que el permiso debe incluir como data de arranque al menos el mes de junio. Una demanda que ya conoce la propia alcaldesa desde hace tiempo.