CASTELLÓ. El campo valenciano despide 2025 como uno de los ejercicios más adversos de los últimos años. El balance anual de La Unió Llauradora i Ramadera sitúa las pérdidas por efectos climáticos, plagas y caída de rentabilidad por encima de los 150 millones de euros, en un contexto de creciente presión exterior y recortes de apoyo público. Sectores clave para la provincia de Castellón, como la citricultura, los frutos secos o la ganadería, concentran buena parte de la preocupación.
Las tormentas con pedrisco y episodios de lluvias intensas han vuelto a golpear con fuerza al sector agrario, con especial incidencia en comarcas castellonenses como la Plana Baixa o el Alto Palancia. A estos daños se suma el impacto arrastrado de la dana de octubre de 2024, que provocó una pérdida de capacidad productiva valorada en más de 103 millones de euros, principalmente en cítricos, viña, olivar y frutos secos.
LA UNIÓ denuncia que la recuperación sigue siendo desigual y lenta, con infraestructuras agrarias todavía dañadas y ayudas públicas insuficientes para restituir la actividad, limitadas además por el régimen de minimis, claramente insuficiente para explotaciones profesionales.
Citricultura: menos producción y problemas estructurales sin resolver
El aforo oficial de cítricos para la campaña 2025/2026 prevé 2,5 millones de toneladas, un 8% menos que la campaña anterior. Para una provincia como Castellón, donde el cítrico vertebra la economía agraria y el empleo rural, esta reducción se suma a problemas estructurales no resueltos: envejecimiento de plantaciones, falta de adaptación varietal, costes al alza y presión de las importaciones.
LA UNIÓ insiste en la necesidad de un plan integral de reconversión citrícola, con arranque y nueva plantación, modernización del riego, introducción de patrones más resistentes al cambio climático y solución a problemas históricos como la polinización cruzada. Más del 93% de los citricultores valencianos respalda esta propuesta, según una encuesta de la organización.
Mercosur: una amenaza directa para los cítricos y otros sectores
Uno de los elementos más críticos del balance es el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur, que LA UNIÓ considera especialmente lesivo para el campo valenciano. Aunque las movilizaciones del sector lograron retrasar un mes su firma e incluir finalmente a los cítricos como producto sensible, la organización advierte de que se trata solo de una victoria parcial.
Un estudio propio de LA UNIÓ concluye que la balanza comercial agraria entre España y los países de Mercosur es claramente deficitaria en los productos más afectados. En el caso de los cítricos, tanto en fresco como en zumo, el déficit supera las 58.000 toneladas: España importa cerca de 74.000 toneladas y apenas exporta algo más de 15.000. Este desequilibrio se agravaría con el desmantelamiento arancelario previsto en el acuerdo, lo que podría intensificar la presión sobre los precios en origen y la rentabilidad de las explotaciones citrícolas de Castellón.
Además de los cítricos, otros sectores como el arroz, el vacuno, el avícola o la apicultura también presentan saldos claramente negativos, lo que refuerza el temor a una pérdida de competitividad del modelo agrario mediterráneo frente a producciones de terceros países sin las mismas exigencias ambientales, laborales y sanitarias.
Aranceles y guerra comercial: un contexto internacional adverso
Al impacto del Mercosur se suma un escenario internacional cada vez más incierto, marcado por la política arancelaria. LA UNIÓ alerta del efecto que tendría la imposición de aranceles del 20% por parte de Estados Unidos a productos agroalimentarios europeos, una medida que ya ha generado tensión en los mercados.
La Comunitat Valenciana exporta a EE. UU. productos agroalimentarios por valor de 366 millones de euros, entre ellos vino, aceite, hortalizas y transformados, sectores que se verían directamente perjudicados. Paralelamente, la organización critica la falta de reciprocidad en el ámbito comunitario, ya que la UE no ha aplicado medidas equivalentes a productos estratégicos importados, como las almendras estadounidenses, clave para la industria agroalimentaria valenciana.
A este escenario se añade la preocupación por las medidas antidumping de China sobre la carne de porcino europea, que podrían afectar a un sector ya tensionado por los costes y los problemas sanitarios.

Plagas, sanidad vegetal y fauna salvaje: una presión creciente sobre la rentabilidad
El balance de 2025 también alerta de un empeoramiento de la situación fitosanitaria, con especial impacto en cultivos estratégicos como los cítricos. La expansión del Trips de Sudáfrica (Scirtothrips aurantii) se ha generalizado en las principales zonas productoras, provocando daños en la piel del fruto que devalúan su valor comercial y dificultan la comercialización, un problema especialmente sensible en la citricultura castellonense.
A ello se suma la amenaza permanente de la Mancha Negra (Phyllosticta citricarpa), una de las enfermedades más graves del cultivo de cítricos. LA UNIÓ ha participado activamente en el proceso europeo para prorrogar las medidas de protección frente a esta plaga, al tiempo que denuncia el aumento de rechazos de productos hortofrutícolas de terceros países en el sistema europeo de alertas RASFF, que crecieron un 45%, por presencia de materias activas no autorizadas o por superar los límites máximos de residuos.
En paralelo, la fauna salvaje se ha convertido en otro de los grandes problemas estructurales del campo valenciano. Según LA UNIÓ, los daños provocados por especies como jabalíes y conejos superan ya los 60 millones de euros, afectando a explotaciones de cítricos, secano y cultivos leñosos. La organización reclama más recursos para el control poblacional, la limpieza de parcelas abandonadas y una implicación efectiva de las administraciones, especialmente en comarcas rurales donde la presión cinegética y agrícola es mayor.
Un sector movilizado ante un futuro incierto
Con este panorama, 2025 se cierra con un alto nivel de movilización agraria. Las protestas de diciembre en València y Madrid han tenido continuidad y LA UNIÓ ya ha anunciado nuevas movilizaciones en febrero de 2026 para denunciar los recortes de la PAC, los acuerdos comerciales y la falta de una política agraria que proteja la renta y el futuro de los agricultores y ganaderos valencianos.
Para la organización, sin una respuesta clara de las administraciones y de la Unión Europea, sectores estratégicos para Castellón, como la citricultura, seguirán perdiendo competitividad en un contexto global cada vez más adverso.