CASTELLÓ. La llegada de los últimos días del calendario anual vuelve a señalar un tiempo rebosante de significados y sentimientos compartidos. Las jornadas, en las que la rutina parece en ocasiones detenerse, afloran una singular combinación de memoria, expectativa y celebración colectiva. La Navidad, atravesada desde hace tiempo por el brillo del consumo y el ruido de la inmediatez, conserva sin embargo ciertos espacios en los que sus valores primigenios —la cercanía, la entrega o la emoción compartida— laten todavía intactos. Estos lugares se erigen en refugios que resisten al paso del tiempo y al progresivo y acelerado cambio de las cuestiones culturales propias relativas a esta época. En Castelló, mientras la ciudad se ilumina y aguarda las señaladas citas festivas, el belén viviente de la parroquia de San José Obrero ocupa un puesto central en la tradición local.
La función, que cumple con esta su 29.ª edición, recrea a través de distintos pasajes y en alrededor de 75 minutos el nacimiento de Jesús. Concretamente, este año las representaciones se iniciaron este jueves —en una doble sesión— y concluyen este viernes a partir de las 20.00. Desde las predicciones de los profetas hasta el momento de la Anunciación, la obra se embarca en un viaje junto a los 120 actores no profesionales que se encargan de dar vida a cada personaje del relato. El belén viviente, enmarcado en un tono y una estética regias y solemnes, transforma la iglesia de la capital de la Plana mediante el decorado y el canto en directo con 17 piezas a cargo de medio centenar de músicos. "Resulta complicado sorprender e innovar después de casi tres décadas, aunque siempre nos gusta incorporar alguna novedad", afirma Elena Aguilar, miembro del equipo desde su primera representación en 1996.
Una estética espiritual y cuidada
Los preparativos para la función, que se desarrollan de manera ininterrumpida durante el año, comienzan a plasmarse unas semanas antes de las fechas señaladas. En este sentido, la obra estrena este curso una línea de cartelería y promoción en vallas publicitarias ya apreciables durante el día del reparto de las entradas gratuitas. La recreación espera acoger de nuevo en la parroquia castellonense a un millar de espectadores entre los tres pases y la expectación por las invitaciones aumenta con cada edición. "Hemos mejorado también algunas de las proyecciones audiovisuales y siempre contamos con actores nuevos o que empiezan y reemplazan a aquellos que no pueden estar presentes", señala Aguilar. Así, el ensayo general, celebrado el domingo anterior y abierto a los familiares, aunque marcado por la intensa lluvia, significó el principio de la semana indicada.

- El belén viviente pone en escena a 120 actores no profesionales y a medio centenar de músicos.
Las precisas y notables mejoras anuales contrastan con el crecimiento general del belén viviente de San José Obrero desde su nacimiento. "La evolución ha sido potente, pero gradual", explica Elena Aguilar, que señala los principales cambios en las distintas áreas del conjunto humano, desde la iluminación hasta la escenografía. "Empezamos con humildad; éramos apenas 20 personas con un decorado de cartón pintado a mano y un vestuario de telas propias". Ahora, la cuidada estética transporta al espectador a través de la luz y el sonido, que ensalza el clima de recogimiento y asimila el mensaje transmitido. "La microfonía inalámbrica permite entenderlo todo y el vestuario, con predominio de colores terrestres, crea el ambiente de paz y espiritualidad que buscamos", comenta Aguilar. Con ello, desde su debut, la función ha aumentado en casi una hora de duración e incorpora siete piezas más al repertorio musical. "La esencia es la misma, pero el envoltorio es diferente; el regalo es más apetecible".
Con la mirada puesta en el 30 aniversario
El belén de San José Obrero abre cada Navidad las puertas de la parroquia del barrio homónimo para recuperar los valores de la festividad mediante su origen. "Es una tradición ya arraigada en Castelló que sirve para meternos de lleno en estos próximos días entrañables de reuniones y reencuentros", apunta Elena Aguilar. "Es una responsabilidad y a la vez un privilegio formar parte de esta tradición de la ciudad". Así, buena parte de los espectadores que asisten a las funciones repite y espera fielmente a las puertas de la iglesia durante horas para obtener su entrada. "El aforo es limitado y no podemos dar cobertura a todo el mundo", subraya Aguilar, que invita a acudir a aquellos que no han presenciado la obra. "Aún nos sorprenden muchas personas que vienen por primera vez fruto del efecto del boca a boca o de la difusión mediante las redes sociales".

- La obra, representada por primera vez en 1996, encara su 30 aniversario el próximo año.
El belén viviente de San José Obrero, con el foco colocado en el último pase de este viernes, no pierde de vista, sin embargo, el aniversario redondo del próximo año. "Estamos muy ilusionados con el año que viene", confiesa Elena Aguilar. "El 25 aniversario llegó en medio de la pandemia de covid y no pudimos hacer nada especial". A tal efecto, con el objetivo de celebrar los 30 años de la función, el equipo humano, formado por más de 250 personas, piensa ya en diferentes maneras de conmemorarlo. "Siempre se puede mejorar; desde los decorados hasta la música o personajes o escenas nuevos", asegura. "Buscaremos, sobre todo, poner en valor la evolución de la representación, que es posible gracias al esfuerzo de una parroquia y un Movimiento Juvenil enteros". Por encima de todo, el belén de San José Obrero estriba en una tradición que enciende cada año la Navidad en Castelló a través de sus valores y el sentido emocional de la fiesta.