CASTELLÓ. Son las doce de la mañana y entre el bullicio la calle Mayor de Castelló unas señoras miran el cartel de un escaparate que reza "Liquidación por jubilación". Se trata de uno de los últimos bastiones del comercio histórico de la ciudad, que lleva en pie desde 1960 en la esquina de la calle Mayor con la calle Cazadores como testigo silencioso del paso del tiempo. Cortinas Miralles baja la persiana.
Al cruzar la puerta, entre centenares de telas, toallas, pijamas y retales Marta Miralles y su marido siguen atendiendo a la clientela que espera su turno al tiempo que empiezan a organizar la "mudanza". "Hay muchas cosas que sacar, muchas cosas que tirar en estos meses que quedan. No te puedes imaginar lo que implica cerrar un negocio de más de 60 años ", dice Marta tras el mostrador en el que ha pasado "toda una vida".
Desde 1960
"Mi padre, Enrique Miralles, abrió las puertas el 1 de febrero de 1960 y yo entré en esta tienda con dos añitos. He vivido más aquí que en mi propia casa... han venido mis hijas cuando eran pequeñas y ahora vienen mis nietos. Es nuestra segunda casa y casi diría que nuestra primera. Pero claro, llega un momento que se acaba", relata Miralles. "Hemos puesto una fecha tope para el cierre porqué sino no creo que hubiésemos tenido un final. El 31 de diciembre se acabó. Es triste pero es así, Cortinas Miralles tiene que tener un final", sentencia.