CASTELLÓ. Siempre es un buen momento para ver un concierto de la guitarrista Ana Archilés, y el ciclo ‘Los lunes, concierto’ eleva la programación en su treinta aniversario con un concierto de la de Almassora el día 27. La cita es una oportunidad para escuchar en directo su última grabación, ‘Evocaciones de la lluvia’, de la compositora argentina Claudia Montero. La trayectoria de Ana la retrata su propio currículum, abrumador e incontestable, y quienes la conocen recuerdan los no pocos esfuerzos que ha hecho desde niña para llegar a la excelencia que le acompaña. La cita en el Real Casino Antiguo llega solo un par de días después de recoger el premio a la ‘Almassorina de l'Any 2025’, una distinción que recibe de manos de sus vecinos más que merecida. La guitarrista habla con Castellón Plaza sobre sus inicios, su carrera, sus padres, sus referentes y de su trabajo para que los jóvenes se enganchen a la música clásica.
— Ana, ¿qué estás preparándonos para la cita con Los lunes, concierto?
— Voy a presentar el disco que grabé el año pasado, que se llama ‘Evocaciones de la lluvia’. Me hace muchísima ilusión poder darlo a conocer por fin en Castellón. Tenía previsto hacerlo el año pasado, justo cuando vino todo el problema de las inundaciones, y como no podía ser de otra manera lo anulamos.
— ¿No estarás sola en la presentación del disco, verdad?
— No. Estaré acompañada por el director de la Banda de Música de Almassora, Víctor Alapón, que además será el conductor del acto. Y también participarán unos amigos con los que tengo un grupo llamado Cithara et Verba. Con ellos solemos hacer recitales de poesía, sobre todo de García Lorca. Hace poco estuvimos en Madrid, por ejemplo. Ellos van introduciendo palabras y poemas, y yo voy tocando entre cada intervención. A diferencia de cuando damos las lecturas de poesía completa, su intervención será breve, pero aportan algo muy bonito puesto que sus textos dan un aire distinto y lo hacen más íntimo y ameno.

— ¿Fuiste tú la que decidiste el programa que presentas en Los lunes, concierto?
— Sí. Desde la Concejalía de Cultura de Castellón me llamaron y me dijeron que ya iba siendo hora de tocar de nuevo allí, y lo cierto es que me dieron total libertad para preparar el programa que más me apeteciera.
— ¿Y por qué te decidiste por este programa en concreto?
— Porque quería presentar en Castellón el trabajo que todavía no había mostrado. Además, es música de la compositora Claudia Montero, una argentina que vivía en Valencia y que tiene cuatro Grammy Latinos. Ella tenía la ilusión de que yo grabara su música para guitarra, algo que casi ni me podía creer. Ese proyecto estaba pendiente, pero falleció durante la covid. Y sucedió que me contactó su hermana gemela desde Buenos Aires diciéndome que ella también era sabedora de las ganas que tenía su hermana de que yo hiciera ese trabajo con su música. Para mí fue un reto enorme.
El disco ha tenido un recorrido largo, pero muy bonito. Ha sido toda una aventura
— ¿Y te fuiste a Argentina?
— Sí. Me habían invitado a un festival de mujeres guitarristas al que fui como representante de Europa. Y su hermana aprovechó para reunirse conmigo y trabajar en el estudio de grabación todo el tiempo que tuve libre. Durante una semana hicimos cuanto pudimos y las pistas que quedaron sin grabar se acabaron en Estados Unidos. Allí se pudo ultimar las transcripciones pendientes para pasar la música a guitarra y completar el trabajo. Así que el disco ha tenido un recorrido largo, pero muy bonito. Ha sido toda una aventura.
— Nunca has dudado en salir de casa cuando ha hecho falta, ¿verdad?
— No, claro que no. Aunque a mi no me gusta viajar especialmente. De hecho, no soy mucho de ir de viaje por placer. No organizo salidas de vacaciones ni animo mucho a mi marido… (ríe). Ahora los jóvenes se van de Erasmus y demás, pero por aquel entonces no era nada fácil que una mujer se fuera a Suiza a estudiar guitarra. Aunque es verdad que cuando viajo con la guitarra, lo disfruto muchísimo.

— ¿Has contado siempre con el apoyo de tu familia?
— Sí. Si no hubiera sido así difícilmente podría haber hecho lo que hice en esa época. Yo era muy joven y, además, mujer. No nos olvidemos de ese detalle. Pero tuve mucha suerte y mis padres y mi hermano siempre me apoyaron. He de contar también que yo tuve una gran maestra, mi catedrática en Valencia, que todavía vive, Rosa Gil Bosque. Ha sido una persona muy fuerte y muy valiente, y yo me he mirado mucho en ella. Y, como te digo, el apoyo de casa fue total, desde el principio.
— ¿Te acompañaron en el proceso de aprendizaje y en tus salidas de Almassora, que fueron muchas?
— Mis padres han disfrutado conmigo de todo el trabajo que ha habido hasta llegar aquí. Y mi marido también. Nos conocimos en la universidad, cuando estudiábamos Graduado Social, y entonces yo ya iba siempre con la guitarra en las manos.
Siempre me ha gustado lo artístico, la lectura, la música… todo lo que tuviera que ver con la creatividad
— ¿Pensaron en tu casa que podías llegar lejos?
— No creo que se lo plantearan así. Ellos veían pasión, simplemente pasión por la guitarra. Es verdad que también desde pequeña me gustaba muchísimo leer. Mis padres me compraban libros y, con seis o siete años, ya leía cosas que mi madre consideraba raras. Como era un esfuerzo comprar tantos libros siempre cuento la anécdota de que mi madre me pedía que leyese más despacito, más lento. Como ves, siempre me ha gustado lo artístico, la lectura, la música… todo lo que tuviera que ver con la creatividad.
— Me hablabas de tu catedrática como figura importante para ti, pero otra que tu citas mucho es Francisco Tárrega.
— Para mí es importantísimo. Francisco Tárrega es el gran referente. Sus composiciones son las que más a gusto toco. Por cierto que Claudia Montero tiene una pieza inspirada en el ‘Lágrima’ de Tárrega. Ella ha hecho en estilo tango ‘Lágrima de Buenos Aires’. Pero sí, Tárrega es el referente absoluto. Partitura suya que me caía en sus manos partitura que tocaba. Toda su música es melodía pura, dice mucho con muy pocas notas.
— Con tantos compositores que has interpretado en tu carrera, ¿sigue siendo Tárrega con el que te sientes más cómoda?
— Sí, incluso más ahora. Después de haber viajado tanto, me he dado cuenta del enorme prestigio que tiene fuera de España. Lo valoran muchísimo los guitarristas, pero también los músicos en general. Y mira que hay grandes compositores… Pero él tiene la facilidad de decir muchas cosas en pocas notas. Es melodía pura.
— Ana, ¿cómo se puede enganchar a la gente joven con la música clásica?
— No creas que no lo están. Te sorprendería comprobar cómo están los conservatorios llenos de alumnos, y muchos se quedan sin plaza. Es cierto que al principio vienen empujados por los padres, pero luego se ilusionan y disfrutan. Con la música clásica sucede que si no la escuchas no puedes saber si te gusta. Yo hice la prueba de ponerle a mi hija, que ya va a la universidad y toca el celo, mi último disco. Y ella me comentó que no me cansaba de escucharlo. Y hasta lo ponía a sus amigos, y les encantaba. Hay que buscar piezas que impacten, que despierten curiosidad y así les vas enganchando. Y desde los conservatorios intentamos motivarlos con conciertos bonitos para, animarlos a ir al auditorio. En Castellón tenemos la suerte de que la banda de música es espectacular, y eso también ayuda porque les da referentes.

— Has mencionado que tu hija toca el violonchelo. Una curiosidad: ¿tú tienes la música en la cabeza las 24 horas del día?
— No, no tanto. Pero tengo un problema, o una virtud según se mire, que es lo que se llama oído absoluto. Escucho un ruido y enseguida le pongo una nota. Si hace ruido una silla, sé qué nota es. Y cuando escucho música pop y escucho la radio, por ejemplo, no me aprendo las letras nunca, porque lo que escucho son las notas, no las palabras.
— ¿Ves la partitura mentalmente?
— Sí. Incluso con los niños en clase me sucede. Cuando me dicen que les gusta una canción, enseguida la escribo para ellos y así pueden tocarla. Es una forma muy bonita de motivarlos.
Cuando estoy en familia o toca estar de fiesta o de cena con amigos, desconecto. La mayoría de mis amigos no son músicos, y eso también ayuda
— Con más razón te vuelvo a preguntar, ¿eres capaz de desconectar de la música a lo largo del día?
— Sí. Quizá es mi forma de ser. Cómo soy géminis igual es por lo que dicen de la doble personalidad (ríe). Pero lo cierto es que cuando estoy en familia o toca estar de fiesta o de cena con amigos, desconecto. La mayoría de mis amigos no son músicos, y eso también ayuda. Y mi marido tampoco lo es, aunque lleva toda la vida escuchando música a mi lado. Pero está feliz, a veces más que yo misma, de esta vida que llevo. Es una suerte tener ese apoyo.
— Para terminar, no puedo dejar de preguntarte por el premio ‘Almassorina de l'Any 2025’. ¿Cómo se siente una a punto de recibirlo?
— Con mucha ilusión y mucha responsabilidad. Hoy mismo estaba terminando de revisar el discurso, organizando las mesas y viendo dónde sentar a la gente. Es un poco abrumador, pero muy emocionante. Me hace muchísima ilusión compartirlo con la gente que quiero. Mis padres, con 85 años, estarán presente ese día salvo que suceda algún imprevisto. Es muy bonito que después de haber estado acompañándome en todo mi camino musical estén presentes en ese momento. Eso será lo más bonito.