Entrevista

CULTURA

Gabino Diego: "En teatro toda buena comedia lleva siempre un drama por debajo"

El actor presenta este sábado en Almassora 'La curva de la vida'

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CASTELLÓ. Gabino Diego conserva esa sonrisa y ese aspecto juvenil tan característico suyo que le ha hecho un actor único, pero llega este fin de semana a Almassora para hablar de la crisis de los 50 que viven los hombres. Lo hará sobre el escenario con la obra ‘La curva de la felicidad’, que lleva de manera intermitente más de 20 años en cartel cosechando risas y carcajadas por todo el país. En esta nueva temporada, acompañando al actor madrileño están tres pesos pesados del teatro: Jesús Cisneros, Antonio Vico y Josu Ormaetxe, que además dirige la función.

A Gabino Diego le gusta estar regresando una y otra vez al teatro, aunque su nombre forma parte de la historia del cine español, con títulos a sus espaldas como ‘El viaje a ninguna parte’, ‘Ay Carmela’, ‘Las bicicletas son para el verano’, ‘Belle Époque’, o la saga de Torrente. He tenido la suerte de trabajar con todos los grandes del cine y, cuando se trata de subir al escenario, se siente, sobre todo, cómico.

— ¿Esta comedia hace uso del humor para poner de manifiesto los miedos y dudas de los hombres?

— Si. En teatro toda buena comedia lleva siempre un drama por debajo. En este caso, Quino es un personaje que se acaba de separar, está destrozado, sigue enamorado de su mujer y encima le dicen que hay que vender la casa. Él no quiere porque es donde conserva sus recuerdos y al final decide ir apalabrándosela a todos los que van pasando por esa vivienda, con lo que acaban viviendo juntos cuatro hombres. Se da la circunstancia que todos ellos tienen a su vez problemas matrimoniales, incluido un psicólogo experto en parejas que también está separado y que hipnotiza a Quino. La obra habla de cómo son los hombres cuando están juntos y conviven, pero por otro lado también lo hace de la necesidad que tienen de las mujeres.

— La obra aborda la crisis de los 50 pero, ¿no podrían suceder las situaciones a las que os enfrentáis también en otros momentos de la vida de un hombre?

— Es que la curva de la felicidad a la que hace mención el título aparece cuando a partir de los cuarenta, mas o menos, les sale algo de barriga a los hombres. De todos modos, los que estamos en esta función hemos pasado de los 40, de los 50 e incluso de los 60. Crisis siempre hemos tenido, pero no solo los hombres, las mujeres también. Yo he tenido crisis toda mi vida. La tuve a los 20, a los 30 y a los 40. Siempre hay un motivo para estar en crisis. Pero cuando llegas a los 50 empiezas ya a aceptar lo que hay y la situación en la que te encuentras. Admites que ya hay muchas cosas que han pasado aunque sabes que puedes aún hacer nuevas historias. Te sientes con mucha paz también.

La obra habla de cómo son los hombres cuando están juntos y conviven, pero por otro lado también lo hace de la necesidad que tienen de las mujeres

— ¿En qué lugar se ubican las mujeres en esta obra teatral?

— Estamos todo el rato hablando de ellas. El personaje de Quino está haciendo referencia a Carmen constantemente. No te voy a desvelar el final de la obra, aunque ya te aviso de que es un final feliz, pero en esos últimos minutos todo el mundo está preguntando por Carmen y la espera aparecer en cualquier momento, y eso es porque es un personaje que está planeando constantemente durante la función. Es que a Quino lo vemos desvalido, en soledad, y necesitando tanto a su mujer que el público empieza a imaginarse cómo será esa Carmen. Como ves, las mujeres están todo el rato en boca nuestra.

— Hay gente que ha visto ya la obra que afirma que el público empatiza tanto con Quino por lo bien que caes al espectador. ¿Te lo han dicho alguna vez, Gabino?

— Muchas gracias por tus palabras. La verdad es que alguna vez me lo han dicho. De todas maneras, este papel lo han interpretado como seis actores más, porque esta es una función se estrenó hace 20 años. Por este personaje ha pasado El Monaguillo, Pablo Carbonell, Pedro Reyes, José Ángel Egido, que tiene dos Goya, y otros compañeros. Y lo notable es que cada uno de ellos le ha dejado a Quino algo suyo, algún gag, alguna idea o algún monólogo. Y eso es lo bonito de ‘La curva de la felicidad’. Está en constante evolución. Josu Ormaetxe, que es nuestro director, siempre está en el escenario a nuestro lado y cuando surge alguna improvisación, como te comentaba, él la comparte con el resto y es entre todos cuando se decide si se incorpora o no a la función.

El público se lo va a pasar bomba y se va a estar riendo de principio a fin

— En los últimos años ha cambiado mucho la manera de tratar las cuestiones de género y pese a ello esta obra lleva dos décadas funcionando como el primer día.

— Los registros son distintos ahora, pero el amor es el amor y la soledad es la soledad. Todos tenemos necesidad de tener a alguien al lado y de tener un techo. Son temas de hoy. Imagínate que los personajes que me acompañan se pelean por vivir en esta casa en la que estoy yo. Abordamos asuntos universales, como el de la vivienda que te comento, que va a estar siempre ahí porque dudo que se pueda solucionar a corto plazo. Y el tema del amor existe desde la época de las cavernas, porque ya entonces el hombre vivía enamorado y existía la pareja. No sabemos el tipo de relaciones que tenían estos hombres en las cavernas, pero en su esencia seguramente no habrá cambiado mucho a las de hoy en día.

— Hay un público que se acerca a ‘La curva de la felicidad’ para verte, pero los actores que te acompañan son tres nombres de teatro en mayúsculas.

— Te voy a contar algo. Yo mantuve una relación sentimental durante 15 años y en un momento dado me separé. Me encontraba como el personaje de Quino, y justo en ese momento de mi vida personal llegó Jesús Cisneros, que además de uno de los actores que me acompaña en el escenario es productor, y me ofreció esta función. No pudo llegar en mejor momento. Porque además había sido fan de esta obra. La había visto dos o tres veces durante la época en la que estaba Pablo Carbonell al frente y lo cierto es que me divertía muchísimo. Fue un regalo maravilloso que recibí de parte de Jesús Cisneros. Trabajar con estos compañeros es increíble. No solo por Cisneros lo digo y por el director, Josu Ormaetxe, sino también por Antonio Vico, que es una institución en el teatro y que viene de una tradición familiar de seis generaciones de actores. Es maravilloso compartir este proyecto con ellos y estoy disfrutando mucho cada vez que estamos juntos en el escenario. No se puede pedir más. Somos una familia.

Hemos estado recorriendo toda España durante los últimos tres años y es una suerte muy grande hacerlo con este texto tan maravilloso y estos compañeros tan buenos

— ¿De dónde sacas la energía para mantener la ilusión de embarcarte en una nueva producción teatral y salir a la carretera para hacer gira por España?

— Es que tenemos un texto y una función que hace divertir mucho a la gente. El público se lo va a pasar bomba y se va a estar riendo de principio a fin. Combina momentos tiernos con otros muy alocados. Saber que estás haciendo un trabajo que produce esas sensaciones es maravilloso. Hemos estado recorriendo toda España durante los últimos tres años y es una suerte muy grande hacerlo con este texto tan maravilloso y estos compañeros tan buenos.

— Has protagonizado decenas de películas y series de televisión. ¿Qué es el teatro para ti, Gabino?

— Empecé actuando en el teatro. Mis primeras incursiones fueron en el colegio, en la calle y tocando la guitarra en el metro. Siempre me han gustado los espectáculos en vivo y en directo. El cine, como decía Alberto Closas, es una función de pedacitos. Cada día vas haciendo un trocito de función y luego el director lo monta. Es muy mágico pero es muy frío, y el día a día es muy aburrido porque son rodajes de 14 horas en los que a lo mejor te llaman en el último momento. Por contra, el teatro tiene algo que trabajas desde principio a fin y cada día puedes ir evolucionando el personaje, y eso es fantástico. Pero ojo, el cine me gusta mucho y es lo que me ha dado popularidad. He estado en algunas de las mejores películas del cine español, y lo bueno es que se siguen reponiendo. He tenido la suerte de trabajar con personas tan notables como Agustín González o Fernando Fernán Gómez, que son actores de una gran generación que se curtieron en el teatro. Quizá por haber formado parte de ‘Viaje a ninguna parte’ y ‘Ay Carmela’ me siento muy cómico de la legua y me siento muy feliz recurriendo una España con la furgoneta actuando por diversos teatros. Eso me gusta mucho.

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