BENICÀSSIM. Una de las sorpresas del Festival Lírico Ópera de Benicàssim es la aparición de la ciencia como conocimiento para acercarse a este sector de la música que vuelve a darse cita en el Teatre Francesc Tàrrega. Y este nuevo ingrediente viene de la mano de Javier Santaolalla, uno de los divulgadores científicos más populares y reconocidos en el ámbito hispano. Físico de formación, investigador en el CERN, miembro del equipo responsable del hallazgo del bosón de Higgs y creador incansable de contenidos, Santaolalla ha convertido la física en una experiencia accesible, emocionante y, sobre todo, profundamente humana.
En esta entrevista, concedida con motivo de su participación en el citado festival, Javier nos habla sobre la relación entre música y ciencia, el papel de la poesía como puente hacia el conocimiento, y el viaje personal que lo llevó a dejar la investigación académica para dedicarse por completo a la divulgación.
-¿Qué hace un físico en Benicàssim dando una conferencia en un festival de ópera?
-Bueno, es cierto que este año la dirección del festival y los colaboradores cercanos están abiertos a propuestas más originales. Esta, en particular, es una propuesta muy diferente a lo que uno podría esperar en un festival de ópera porque no va a ver una ópera ni un espectáculo lírico en el sentido tradicional, sino más bien una propuesta más amplia y diversa. Pero tiene algo en común con la ópera, y es que es conocimiento y es cultura, con la música como vehículo. En este caso, yo voy a hablar de física, en concreto del universo,pero en un contexto musical.
-¿Hablas entonces de un universo con tintes musicales?
-Exactamente. Voy a lanzar una pregunta: ¿Qué es el tiempo? Es una cuestión que creo que tiene mucho que ver con la música, porque la música es un arte que se escribe en el tiempo. El tiempo es el espacio donde la música surge. Así que hablaremos sobre qué es el tiempo, y también exploraremos aspectos interesantes de este arte tan particular que es la música.
-¿Hay también algo de poesía en este taller que traes a Castellón?
-Sí, también. Definitivamente, la inspiración de esta propuesta nace del amor. El objetivo es intentar entender qué es el tiempo, pero el vehículo para explorarlo es el amor y cómo este afecta al ser humano. La poesía está muy vinculada, al igual que la música, a las emociones humanas. ¿Y qué emoción es más intensa que el amor? Así que sí, también hay cabida para la poesía. En concreto lo que hago es mirar al origen del tiempo y a qué es el tiempo. Un filósofo muy profundo, San Agustín, exploró todas las dimensiones de esas cuestiones y yo lo leo y lo traigo al espectáculo para ir hasta el final y ver cómo esa pregunta toca la experiencia humana, que al final no es otra cosa que sentir y vivir. En Benicàssim hablaremos del tiempo, de filosofía y de poetas como Petrarca, Góngora o Garcilaso.
-Entonces, ¿la poesía puede ser también una herramienta para llegar a la ciencia?
-Sí, lo es. Lo es en el sentido de que en todos los aspectos del arte codifica información y son fuente de inspiración. En ese sentido, lo que muestro es a un filósofo que genera inspiración para una idea científica y eso ocurre con la poesía y también con la pintura y el arte. No es raro que el arte inspire a la ciencia. Representarlas en un mismo espacio, arte y ciencia, no es muy común pero es bastante bonito y da a entender que las áreas humanas son mucho más amplias de lo que pensamos y están interconectadas. En mi caso, mi pasión es la física y vengo del mundo científico, pero he podido ver que en conceptos tan amplios como el tiempo, u otros, el ser humano ha indagado y ha intentado aproximarse a ellos también desde la poesía. Porque el músico, el filósofo o el escritor se ha preguntado en alguna ocasión qué es el tiempo, y ha tenido respuestas muy bonitas y las ha plasmado en un soneto. Yo propongo escucharlo, porque la ciencia se puede contar con un soneto y se puede entender desde el amor. Creo que es una preocupación humana saber que el tiempo se nos va, porque está presente en todos los ámbitos, y enriquece mucho cuando alguien intenta aprender algo desde todas las vertientes que estamos comentando.

-Y tú, que decidiste divulgar en lugar de investigar, ¿cómo fue ese proceso?
-No fue una decisión inmediata. La transición fue larga y nada sencilla, no fue de un día para otro. En ese momento yo estaba investigando física de partículas cuando ya ejercía de divulgador. Y hubo un momento en el que tuve que decidir, porque las propuestas que tenían divulgación ya excedían lo que podía hacer con mi espacio temporal y el pequeño hueco que yo de tiempo libre En ese momento se puso todo sobre la mesa y no fue nada fácil. Tuve que replantear mi vida y mis esquemas mentales, y eso supuso un periodo de negación y de lucha respecto a lo que me apetecía hacer. Me decanté por la divulgación y soy muy feliz con la decisión que tomé.
-En aquel momento, además, casi nadie en España se dedicaba a la divulgación como lo haces tú ahora.
-Exacto. Hemos vivido una especie de la edad dorada de la divulgación científica luego, pero es cierto lo que comentas que cuando empecé, no era común ver a alguien vivir de la divulgación científica. No se veía como una carrera profesional viable, se veía como un hobby. Muchos profesores lo hacían en su tiempo libre. Así que tomar la decisión implicaba cierto riesgo y fue una apuesta un tanto peculiar. Cuando decidí dedicarme a la divulgación no había un panorama claro de lo que iba a pasar. Estábamos en ese momento derribando barreras y sabíamos que estábamos siendo pioneros. Fue un ejercicio de riesgo total. Pero decidí apostar por ello, y al final ha valido la pena.
-Aunque ahora se valora más, sigue siendo difícil divulgar ciencia en España, ¿no? porque ya lo es incluso divulgar conocimiento general.
-Sí, aunque yo no me puedo quejar porque me va muy bien y estoy muy agradecido al reconocimiento que tengo. Es verdad que comparativamente con otros países, España se puede quedar un poco corto en ese aspecto. Pero hay que entender que la ciencia nunca va a ser mainstream, por mucho que la ciencia me guste, y al final lo que ocupa el interés de la gente es el entretenimiento y pasarlo bien. Luchar contra algo tan inherente al ser humano es como darse contra un muro. A veces hay que ubicarse. Es verdad que hay un margen de mejora y ojalá que cada vez haya más espacios científicos y más gente interesada pero no hay que olvidar que venimos de algo mucho peor y que el interés por la ciencia poco a poco va creciendo. Debemos celebrar estos pequeños logros porque venimos de un sitio donde la ciencia ocupaba un rincón muy pequeño en el ser humano. Hay que celebrar cada pequeño triunfo. Vamos avanzando, poco a poco.
-¿No resulta frustrante a veces explicar cosas que deberían ser obvias?
-La verdad, no vivo mi trabajo desde la frustración. Quizá por mi carácter, pero también porque trato de tener empatía. Yo también estuve en el otro lado, antes de interesarme por la física. Era un poco cerrado en este sentido y me he ido abriendo poco a poco. Siguen habiendo carencias y en ocasiones hay que sentarse frente a alguien y recordarle que la tierra no es plana y que el hombre sí llegó a la luna. Ojalá no tuviera que explicar estas cosas, pero nunca he sufrido frustración por ello. Lo entiendo como parte de mi trabajo y lo asumo con muy buen humor.

-Aparte de despertar la curiosidad entre tus seguidores, ¿crees que tu trabajo puede fomentar vocaciones científicas?
-Sí, y es una de las cosas más gratificantes de mi trabajo. Me hace feliz ver que hay más cultura científica entre quienes no se dedican a ella profesionalmente. Pero también me emociona cuando alguien me dice que estudia física o ingeniería por mi culpa. Ojo, no son casos aislados, me ocurre casi a diario. Me para gente para comentármelo por la calle. Es muy bonito y gratificante. Soy consciente de que eso ocurre. Tengo sobre la mesa de mi despacho una nota que me escribió una seguidora argentina y en el que me dice que debo ser consciente que mi trabajo y esfuerzo ha impactado en toda una generación de futuros físicos e ingenieros de de todo el mundo. Y eso me emociona muchísimo y me hace sentir feliz.
-¿Cómo eliges los temas para tus vídeos, conferencias o artículos?
-Por resumir te diré que casi siempre surge de la curiosidad. Leo algo, experimento algo, y esa chispa me lleva a investigar. Eso se traslada en un pistoletazo inicial, y empiezo a leer. Generalmente, en ese punto me aparecen más cuestiones de las que me planteé en un principio. O sea que el inicio es una punzada de curiosidad y sigue con las lecturas que hago. Pueden pasar dos cosas. O que la curiosidad inicial se apague y desvanezca o, lo contrario, que explote y me lleva a descubrir algo mucho más rico de lo que pensé que iba a resultar. Pero siempre nace de un pensamiento. Tengo una libreta donde apunto ideas, y siempre tengo temas en mente. Mi cabeza nunca descansa, pero es una pasión. Y cuando algo te apasiona, lo haces con gusto, incluso si implica mucho esfuerzo. Ya descansaré cuando muera. Mi trabajo se parece mucho con mi vida. Si no me pagaran igualmente haría lo que hago en mi día a día. Es imposible que deje de pensar y de ser curioso. No sé parar.
-¿Es por eso que eres capaz de sacar adelante la agenda de trabajo que tienes entre manos?
-Mi capacidad de trabajo viene del hecho de que abordo temáticas que me gustan mucho y, también es verdad que soy muy eficiente a la hora de ponerme con un asunto. Producir un vídeo de una hora hace tiempo me costaba un mes y ahora lo puedo sacar adelante en tres días. Soy mucho más eficiente y conozco mucho más las herramientas de mi trabajo que hace un tiempo. Pero es clave que me gusta mucho mi trabajo, es mi pasión.
-Y además estás estudiando filosofía, ¿verdad?
-Sí, este proyecto que presento en Benicàssim me llevó a la filosofía. Estudiando humanidades, literatura, historia o arte llego a la ciencia porque veo cosas que ya estudié con Stephen Hawking o Albert Einstein. La filosofía me ayuda a contextualizar conocimientos que ya sabía y me ayuda también a aprender nuevas ideas. Invito a la gente a que se acerque y… ¡que la curiosidad nos reúna!.