VILA-REAL. La firma de Ignacio Amestoy es garantía de calidad. Al dramaturgo lo avala la interminable lista de premios recibidos, como el Premio Nacional de Literatura Dramática, y las críticas recibidas por sus textos sobre la historia de España y por sus personajes de mujeres. Al Auditori de Vila-real llegan dos, interpretadas por Luisa Martín y Olivia Molina, quienes bajo la dirección de Magüi Mira protagonizan 'Malditos tacones'.
A punto de despedir la gira, Luisa Martín reflexiona sobre esta obra que la ha mantenido más de cien funciones sobre los escenarios y que ha conquistado al público con su intensidad y su mensaje. La actriz, que reconoce haberse enamorado del texto desde la primera lectura, encarna a un personaje complejo, marcado por la neurosis y la contención emocional. Para Martín, el mayor reto ha sido dar vida a una mujer que, bajo una aparente corrección británica, esconde una lucha interna feroz. "El poder, aunque sea pequeño, hay que ejercerlo bien", afirma, convencida de que el teatro también puede servir para invitar a la reflexión sobre la ética y la verdad.
Con la cercanía y naturalidad que la caracterizan, la actriz no olvida a su entrañable personaje de Juani en 'Médico de familia', del que guarda un recuerdo imborrable. "Seguimos teniendo un chat que se llama la familia", confiesa como quien conserva intacto el cariño de una época que marcó a toda una generación.
La función de 'Malditos tacones' tendrá lugar este domingo día 16, a las 19.00 horas, y la taquilla que se recaude irá a la asociación Conquistando Escalones.
-¿Qué fue lo que te convenció a la hora de aceptar este proyecto, Luisa?
-La verdad es que lo que me convenció a la hora de aceptar este proyecto no fue otra cosa que el texto. Enseguida vi que estaba frente a una pieza muy potente, muy fuerte, muy inteligente. Y, sobre todo, me gustó el hecho de que mi personaje tenía unos giros importantes. En este sentido me pareció un personaje muy interesante.
-¿Qué retos te planteó este papel a nivel emocional?
-A nivel emocional es un personaje complicado, porque tiene una neurosis obsesiva y también es una persona que, al menos de apariencia, es lo que denominaríamos la archicorreción personificada. Tiene una educación británica y no permite que sus emociones traspasen la pantalla.
-¿Llegan al público esos mensajes que encierran el texto y que son el eje de toda la obra?
-Por supuesto. Si no llegaran los mensajes al público, no llevaríamos 110 funciones con el público puesto en pie. El mensaje llega, de verdad que sí. Es muy fuerte y muy potente lo que se cuenta durante la función, y la gente lo entiende todo perfectamente.
-¿Por qué nadie debería perderse 'Malditos tacones'?
-Nadie debería perderse 'Malditos tacones' porque el 27 de diciembre termina la gira y también la función. No creo que se vuelva a reponer; lo normal es que no vuelva a hacerse. Pero, en fin, creo que es una obra que al espectador le pasa volando. Estamos ante una pelea entre dos mujeres importantes que han llegado a lo más alto en sus actividades profesionales y personales. Y bueno, creo que a la gente le va a gustar… no puedo desvelar mucho más.
-¿Qué te gustaría que el público se llevara consigo al salir del teatro?
-Me gustaría que el público se llevara a casa una reflexión sobre la necesidad de analizar bien cómo se ejerce el poder. El poder puede ser muy grande o muy pequeño, pero es muy importante que se ejerza de buena manera. La verdad es importante ponerla sobre la mesa cuando es el momento. A veces hay que disfrazarla o dulcificarla un poco, porque la verdad también duele, pero si hay que decirla, hay que decirla en su momento.
-Déjame que acabe con una pregunta que no puedo dejar de hacerte: ¿Aún tienes en el presente el recuerdo de tu personaje Luisa de 'Médico de familia'?
-Por supuesto. Claro que tengo muy, muy, muy presente mi personaje de ‘Médico de familia’. De hecho seguimos teniendo un chat de grupo de WhatsApp al que llamamos “la familia”, que es la familia de todos. Siempre he conservado muy buenos recuerdos de aquella etapa.
