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'Task': un thriller melancólico de hombres tristes y mujeres que huyen

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VALÈNCIA. En 2021 disfrutamos de Mare of Easttown, aquella estupenda miniserie protagonizada por Kate Winslet y repleta de gentes tristes y arrasadas por la vida, que sobrevivían como podían en un mundo muy hostil. Su creador, Brad Ingelsby, ha vuelto este año con un nuevo thriller, Task, ambientado en el mismo territorio, una Pennsylvania donde parece muy difícil ser feliz. Con otro de esos actores infalibles al frente, en este caso Mark Ruffalo, excelente, Task tiene muchos puntos de contacto con Mare of Easttown puesto que, en ambas series, Ingelsby concibe el thriller como una herramienta para contar las vidas de toda una comunidad; importan los hechos criminales, pero importa mucho más cómo afectan a los implicados, estén en el lado de la ley que estén. Es otro perfecto ejemplo de que lo que nos arrastra en un relato son los personajes: sin ellos no tienes nada. Y, además, en Task su autor consigue resolver algunas de las cosas que chirriaban en Mare of Easttown. Como dijimos en su momento, la serie de Winslet era un buen drama y un mal thriller: funcionaba de maravilla en lo emocional pero renqueaba en una trama policíaca llena de agujeros que marchaba a trompicones.

Aquí no. Aquí ya no hay desajuste, todo encaja. Es un buen drama y es un buen thriller. Sigue funcionando a la perfección en el apartado emocional, con personajes que nos importan muchísimo y a los que queremos seguir, y toda la acción criminal y la trama policiaca son profundamente coherentes con esos personajes y sus vidas. Al contrario que en la anterior, sabemos desde el principio lo que ha sucedido, quién ha muerto, quién ha matado y por qué, esa no es la intriga. El meollo está en ver cómo lo sucedido afecta a quienes están implicados, sean agentes de la ley, perpetradores o testigos. Y todo ello envuelto en eso tan difícil de definir en una ficción: atmósfera. Esa cualidad intangible que es la expresión de un espacio que se percibe muy real, no impostado ni creado para la ocasión y que amalgama la personalidad del lugar, la idiosincrasia de sus habitantes, la importancia del paisaje y cómo influye en sus vidas. 

 

Una atmósfera decididamente melancólica, como corresponde a unas gentes muy jodidas y machacadas. Los buenos relatos consiguen partir de clichés para superarlos y dotarlos de vida, y esta serie es un muy buen ejemplo. Casi todos los protagonistas viven algún duelo muy difícil de atravesar. Los que están se definen por los que no están y eso marca su existencia. Verbigracia: el agente del FBI interpretado por Ruffalo parece alguien que ya hemos visto muchas veces, algo así como el típico policía con trauma a cuestas, vencido por la vida y las pérdidas, pero la serie consigue singularizarlo, elevarlo por encima del tópico y convertirle en alguien de carne y hueso. Lo mismo sucede con su oponente, interpretado de forma soberbia por Tom Pelphrey, un actor con muchísima presencia y poderío, también marcado por el duelo y el dolor y tomando, debido a ello, algunas decisiones muy equivocadas que están en el origen de los hechos. 

El montaje paralelo, uno de los recursos más utilizados en la serie y de forma muy efectiva e inteligente, nos va mostrando las acciones de uno y otro, estableciendo claros paralelismos entre ambos personajes, aunque estén en lados diferentes de la ley. Al margen de que sus acciones nos parezcan mejor o peor, compartimos su dolor y entendemos su comportamiento y sus impulsos. Aunque esto es algo que no sucede solo con ellos; en realidad, nos pasa a lo largo de serie con casi todos los personajes, porque Ingelsby tiene una gran habilidad para transmitir con pocos trazos la personalidad de cualquier personaje, principal o secundario, y dotarlo de tal profundidad que hasta somos capaces de deducir su pasado y por qué su presente es el que es. En este apartado, hay que destacar al grupo de agentes del FBI, qué bien escritos, y el precioso personaje interpretado por una brillante Emilia Jones, esa veinteañera que solo con sus primeros planos expresa a la perfección la dureza del lugar y la necesidad de salir de ese infierno.

Este mundo triste y trágico es un microcosmos masculinizado, regido por la violencia y la competición, que no deja espacio para las mujeres a menos que estén dispuestas a ser seres subsidiarios: parejas, hijas, ayudantes. Tan es así que sus únicas opciones acaban siendo morir o huir. Incluso la única mujer con poder que aparece, la jefa del FBI, encarnada por una Martha Plimpton fantástica, está siendo despedida de su puesto al empezar la serie. Task hace un retrato despiadado de un patriarcado que solo trae caos y muerte, incapaz de incorporar y atender los deseos y las acciones de las mujeres que lo habitan. Y así, las que pueden, se van. 

En resumen: una serie muy sólida, con personajes muy bien escritos y mejor interpretados, una atmósfera y un tono que te atrapan y una buena historia, bien construida y desarrollada, de esas que a cada capítulo te deja con ganas de seguir. No se puede pedir más.

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