VALÈNCIA. Mercavalencia hierve de actividad a las seis de la mañana. Aún es de noche ahí fuera, pero dentro, cajas y cajas repletas de productos de todos los colores se van moviendo de un lado a otro en carritos que los empleados manejan a una velocidad que hace que aquello, más que un mercado, parezca un circuito. Al otro lado del edificio, después de atravesar un patio, está la tira de contar, el espacio reservado para que los agricultores valencianos vendan el producto fresco y de proximidad directamente, sin intermediarios. Y allí, concentrado en su trabajo, está Issa Badji, un senegalés rodeado de lechugas, cebollas, calabazas, acelgas…
La cebolla gana el pulso de los olores en esa nave inmensa donde no paran de cruzarse los carros. Algunos se sientan en el borde de uno de esos vehículos de transporte y con una mano manejan el mando con pericia. Nunca chocan y jamás se estorban. Es un caos organizado que ya hace tiempo que dejó de llamar la atención a este hombre de 56 años. Delante suyo hay varias pilas de productos metidas en unas cajas negras con un letrero blanco: Hortalizas El Negro. Porque Issa es un ‘llaurador’ de Senegal que, dice, nunca ha tenido problemas de racismo. “Yo no lo he vivido. Yo me he puesto Hortalizas El Negro porque soy negro. El respeto se gana y yo me siento orgulloso de cómo soy, por eso no es una ofensa que me llamen negro. A mí no me llames moreno ni nada parecido, yo soy negro. En los semáforos la gente ve el nombre del camión, luego descubren al conductor y se echan a reír. Me lo puse cuando empecé por mi cuenta. Fui a Benaguacil y registré mi marca”.